Un concierto de rock sin tabaco resulta más triste. El ambiente subversivo sin humo de por medio más light. Y es que la Ley antitabaco ha puesto en guardia a más de uno. En los foros de Internet, el debate versa sobre si en tal próximo concierto se podrá fumar o no, si en una sala se permitió fumar la vez anterior o si el cantante se encenderá un pitillo en el escenario. Con la anterior Ley, quedaban dudas sobre en qué tipos de lugares estaba prohibido totalmente fumar. Ahora, ya se entiende que en ninguno.
Además, uno se plantea si en pequeños locales la normativa se cumple o los responsables son más permisivos en aras de no "espantar a la clientela". El grupo rockero Lilith ofreció el viernes por la noche un concierto en el Club Cotton de Lleida, un local demasiado grande para unos artistas que aún se están dando a conocer, a pesar de que cada día ganan más adeptos. El espacio libre, unos bafles poco potentes y el ambiente demasiado limpio desmejoraron una noche de buena música, de una cantante entregada y sublime (a pesar de tener fiebre) y de un público enamorado de la musa rubia.
El olor típico de este tipo de conciertos había desaparecido. En su lugar, un cartel de “zona para fumadores”, la calle, básicamente. La esencia del rock sí que estaba. Lilith tocó canciones de sus discos anteriores (“Sal si puedes” y “No te rindas”), además de versiones de Led Zeppelin, AC/DC o ZZ TOP. Como adelanto a su nuevo trabajo, una versión de “Por qué te vas” de Jeanette.
Se agradece el no tener que preocuparse por los quemazones de la colillas y los ojos rojos al día siguiente, pero “los malos” ya no son lo que eran. Adiós al humo del infierno.