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Pablo Lázaro

Sabías donde te metías

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Alex de la Iglesia ha tenido que ofrecer más explicaciones de su dimisión. La sociedad española sigue frotándose los ojos: ¿Una dimisión? ¿Qué es eso? En un país donde la única forma de que los que tienen un cargo importante se levanten de su sillón es un cambio en las urnas o un cese cuando ocurre algo demasiado descarado, es normal que todo el mundo se lleve las manos a la cabeza por lo que acaba de hacer el presidente de la Academia de Cine.

Pero en el resto de países europeos es muy normal, y saludable, que cuando una persona que ostenta un cargo púbico no se ve capaz de seguir haciéndolo por cualquier motivo, presenta su dimisión y se nombra a un sustituto capaz de seguir con su gestión. Y a nadie se le caen los anillos.

Confieso que me ha pillado desprevenido. Hay que reconocer que frases como estas no pueden leerse todos los días: “Comencé un diálogo con las partes afectadas. Busqué puntos en común y los encontré. Busqué propuestas y se me ofrecieron, y los hice llegar al gobierno y a la oposición, como era mi deber. El resultado de esos acercamientos me hizo cambiar de opinión acerca de la ley (…) Como presidente debería mantenerme al margen de valoraciones personales sobre temas tan graves como éste, y no he sabido, o no he podido hacerlo a la hora de responder con sinceridad a las preguntas que se me hacen, por lo que creo que lo más honesto es dimitir”.

La verdad es que esta semana no ganamos para sorpresas. La primera dimisión por propia iniciativa de de un cargo importante en mucho tiempo, un presidente de la Academia de Cine que dialoga con las partes, encuentra puntos en común y cambia su postura sobre la Ley Sinde… Pero no nos preocupemos, a pesar de estos pequeños detalles, España sigue siendo “different”. Para devolvernos a la realidad, la ministra-directora de cine (a la que alguien, por ejemplo el propio Alex, podría explicar los conceptos “conflicto de intereses”, “juez y parte” y “dimisión”) ya ha salido a la palestra para aceptar la dimisión y se ha puesto las pilas para buscar un nuevo presidente: Iciar Bollain tiene todas las papeletas.

No voy a entrar a valorar la conveniencia o no de la dimisión de Alex de la Iglesia. Pienso que es muy respetable, y nadie puede echarle en cara que no haya trabajado y hecho todo lo posible. Lo único que puedo decir es: Alex, sabías donde te metías. Es una pena que no hayas podido cambiar la Academia de Cine, pero me alegro de que la Academia no haya conseguido cambiarte.

Sabías donde te metías

Pablo Lázaro
Pablo Lázaro
viernes, 28 de enero de 2011, 07:58 h (CET)
Alex de la Iglesia ha tenido que ofrecer más explicaciones de su dimisión. La sociedad española sigue frotándose los ojos: ¿Una dimisión? ¿Qué es eso? En un país donde la única forma de que los que tienen un cargo importante se levanten de su sillón es un cambio en las urnas o un cese cuando ocurre algo demasiado descarado, es normal que todo el mundo se lleve las manos a la cabeza por lo que acaba de hacer el presidente de la Academia de Cine.

Pero en el resto de países europeos es muy normal, y saludable, que cuando una persona que ostenta un cargo púbico no se ve capaz de seguir haciéndolo por cualquier motivo, presenta su dimisión y se nombra a un sustituto capaz de seguir con su gestión. Y a nadie se le caen los anillos.

Confieso que me ha pillado desprevenido. Hay que reconocer que frases como estas no pueden leerse todos los días: “Comencé un diálogo con las partes afectadas. Busqué puntos en común y los encontré. Busqué propuestas y se me ofrecieron, y los hice llegar al gobierno y a la oposición, como era mi deber. El resultado de esos acercamientos me hizo cambiar de opinión acerca de la ley (…) Como presidente debería mantenerme al margen de valoraciones personales sobre temas tan graves como éste, y no he sabido, o no he podido hacerlo a la hora de responder con sinceridad a las preguntas que se me hacen, por lo que creo que lo más honesto es dimitir”.

La verdad es que esta semana no ganamos para sorpresas. La primera dimisión por propia iniciativa de de un cargo importante en mucho tiempo, un presidente de la Academia de Cine que dialoga con las partes, encuentra puntos en común y cambia su postura sobre la Ley Sinde… Pero no nos preocupemos, a pesar de estos pequeños detalles, España sigue siendo “different”. Para devolvernos a la realidad, la ministra-directora de cine (a la que alguien, por ejemplo el propio Alex, podría explicar los conceptos “conflicto de intereses”, “juez y parte” y “dimisión”) ya ha salido a la palestra para aceptar la dimisión y se ha puesto las pilas para buscar un nuevo presidente: Iciar Bollain tiene todas las papeletas.

No voy a entrar a valorar la conveniencia o no de la dimisión de Alex de la Iglesia. Pienso que es muy respetable, y nadie puede echarle en cara que no haya trabajado y hecho todo lo posible. Lo único que puedo decir es: Alex, sabías donde te metías. Es una pena que no hayas podido cambiar la Academia de Cine, pero me alegro de que la Academia no haya conseguido cambiarte.

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