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Guillermo Navalón

Ley Sinde a la fuerza

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Menudo lío se ha formado. Hace tan sólo una semana presagiaba que, en breve, se producirían importantes cambios en el ámbito de las descargas ilegales, aunque no intuí que éstos llegarían tan pronto. Ignorante de mí, pensaba que el Gobierno empezaba a darse cuenta de la importancia del diálogo con internautas y creadores a la hora de encontrar una solución que contentara a todos. Pensé que este sería el momento idóneo para abrir un periodo de negociación con los verdaderos implicados en este asunto que concluyera con el tan deseado consenso. Pues mira tú por dónde que el Gobierno no sólo ha decidido pasar olímpicamente de esta cuestión, sino que, de golpe y porrazo, ahora nos sorprende con el anuncio de que la odiosa Ley Sinde, con pequeños cambios, saldrá finalmente adelante gracias al pacto con PP y CiU.

Después de tantos años sin apenas mover un dedo, de repente parece que al Gobierno le haya entrado prisa por ventilarse este tema. Seguramente, y para una vez que deciden abordar en serio esta problemática, habrán optado por aprobar lo que sea de inmediato, antes de que el paso del tiempo y la aparición de asuntos más acuciantes para el país hagan caer en saco roto la propuesta. Da la impresión de que Ángeles González-Sinde no ha aprendido nada de toda la avalancha de comentarios y reacciones negativas por parte de los usuarios que suscitó la primera versión de la ley. Es más, como si no hubiera pasado nada, han preferido dar la espalda a los internautas y tomar las decisiones de forma unilateral y casi paternalista (“sabemos que no os gusta, pero lo hacemos por vuestro bien”). Han tenido al alcance de la mano la oportunidad de hacer las paces con ellos, pero ahora me temo que lo único que van a conseguir es enfurecerlos más y ponerlos aun más en contra de las instituciones.

Entonces, ¿de qué ha servido el esfuerzo de Álex de la Iglesia por tratar de tender un puente entre los internautas y los creadores a través del diálogo? Pues, por triste que parezca, no ha servido de nada. La reunión que De la Iglesia convocó a finales del pasado año se hizo por cuenta propia y al margen de los que toman las decisiones, por lo que su validez real a nivel institucional era nula. Como el propio director bilbaíno afirmó, se trató más de una reunión informativa que otra cosa, para conocer las opiniones de algunos de los implicados y aportar ideas. De todos modos, se esperaba que las conclusiones obtenidas se hicieran llegar al Gobierno para que las utilizase del modo más oportuno y, a juzgar por lo ocurrido, no parece que les haya prestado demasiada atención.

Ante esta frustrante situación, la respuesta de Álex de la Iglesia ha sido la de abandonar su puesto de director de la Academia de Cine, dimisión que se hará efectiva un día después de la ceremonia de los Goya. Tras haber participado en este debate de forma activa y haber tratado de conciliar posturas divergentes (algo que, en verdad, no tenía por qué haber hecho, ya que no era su trabajo), es fácil pensar que se haya hartado de que su opinión no sea tenida en cuenta. Sólo espero que reconsidere su decisión, porque de lo contrario estaríamos dejando ir a uno de los mejores presidentes que ha tenido la Academia.

Todavía queda un tiempo hasta que la ley sea aprobada definitivamente, así que existe la posibilidad de que pueda ser modificada y mejorada. La verdad es que no tengo demasiadas esperanzas, pero quizá aun se pueda arreglar un poco el desaguisado.

Ley Sinde a la fuerza

Guillermo Navalón
Guillermo Navalón
miércoles, 26 de enero de 2011, 09:28 h (CET)
Menudo lío se ha formado. Hace tan sólo una semana presagiaba que, en breve, se producirían importantes cambios en el ámbito de las descargas ilegales, aunque no intuí que éstos llegarían tan pronto. Ignorante de mí, pensaba que el Gobierno empezaba a darse cuenta de la importancia del diálogo con internautas y creadores a la hora de encontrar una solución que contentara a todos. Pensé que este sería el momento idóneo para abrir un periodo de negociación con los verdaderos implicados en este asunto que concluyera con el tan deseado consenso. Pues mira tú por dónde que el Gobierno no sólo ha decidido pasar olímpicamente de esta cuestión, sino que, de golpe y porrazo, ahora nos sorprende con el anuncio de que la odiosa Ley Sinde, con pequeños cambios, saldrá finalmente adelante gracias al pacto con PP y CiU.

Después de tantos años sin apenas mover un dedo, de repente parece que al Gobierno le haya entrado prisa por ventilarse este tema. Seguramente, y para una vez que deciden abordar en serio esta problemática, habrán optado por aprobar lo que sea de inmediato, antes de que el paso del tiempo y la aparición de asuntos más acuciantes para el país hagan caer en saco roto la propuesta. Da la impresión de que Ángeles González-Sinde no ha aprendido nada de toda la avalancha de comentarios y reacciones negativas por parte de los usuarios que suscitó la primera versión de la ley. Es más, como si no hubiera pasado nada, han preferido dar la espalda a los internautas y tomar las decisiones de forma unilateral y casi paternalista (“sabemos que no os gusta, pero lo hacemos por vuestro bien”). Han tenido al alcance de la mano la oportunidad de hacer las paces con ellos, pero ahora me temo que lo único que van a conseguir es enfurecerlos más y ponerlos aun más en contra de las instituciones.

Entonces, ¿de qué ha servido el esfuerzo de Álex de la Iglesia por tratar de tender un puente entre los internautas y los creadores a través del diálogo? Pues, por triste que parezca, no ha servido de nada. La reunión que De la Iglesia convocó a finales del pasado año se hizo por cuenta propia y al margen de los que toman las decisiones, por lo que su validez real a nivel institucional era nula. Como el propio director bilbaíno afirmó, se trató más de una reunión informativa que otra cosa, para conocer las opiniones de algunos de los implicados y aportar ideas. De todos modos, se esperaba que las conclusiones obtenidas se hicieran llegar al Gobierno para que las utilizase del modo más oportuno y, a juzgar por lo ocurrido, no parece que les haya prestado demasiada atención.

Ante esta frustrante situación, la respuesta de Álex de la Iglesia ha sido la de abandonar su puesto de director de la Academia de Cine, dimisión que se hará efectiva un día después de la ceremonia de los Goya. Tras haber participado en este debate de forma activa y haber tratado de conciliar posturas divergentes (algo que, en verdad, no tenía por qué haber hecho, ya que no era su trabajo), es fácil pensar que se haya hartado de que su opinión no sea tenida en cuenta. Sólo espero que reconsidere su decisión, porque de lo contrario estaríamos dejando ir a uno de los mejores presidentes que ha tenido la Academia.

Todavía queda un tiempo hasta que la ley sea aprobada definitivamente, así que existe la posibilidad de que pueda ser modificada y mejorada. La verdad es que no tengo demasiadas esperanzas, pero quizá aun se pueda arreglar un poco el desaguisado.

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