El lunes de la semana pasada se conoció el fallo del Nuevo Balón de Oro 2010. Para sorpresa de todos y disgusto de los aficionados españoles no culés (a éstos al principio les daba un poco igual cuál de los tres saliera, pero posteriormente, al ver el disgusto del aficionado a la Roja de fuera de Cataluña, apoyaron esta decisión entusiásticamente), fue Messi el ganador.
Todos los periódicos especializados de Europa y gran parte de los del resto del mundo daban por ganador a uno de los dos españoles en liza, ya que cumplían con creces los requisitos que siempre se ha exigido para llevarse el Balón de Oro. A saber: hacer una gran temporada con su club y, cuando estamos en año de selecciones nacionales, que su papel haya sido extraordinario. Si encima ésta ha hacho un buen papel, miel sobre hojuelas. Si, para colmo, esta selección ha sido ganadora del mundo...la elección estaba cantada.
Pero este año los acontecimientos han sufrido un giro inesperado. Messi ha sido el ganador del Balón de Oro y toda España se ha quedado petrificada. Bueno, toda no. Curiosamente, y aunque a priori los seguidores azulgranas no se decantaban en especial por ninguno de sus tres jugadores estrella, la decepción que los seguidores de la Roja porque no hallan sido Xavi ni Iniesta, así como la indignación por la injusta elección del argentino, ha hecho que los culés hayan cerrado filas entorno al pequeño jugador de Rosario.
Culés aparte, es evidente que la designación de Messi es absurda, caprichosa y arbitraria. Y la razón no es otra que la fusión del Balón de Oro, habitualmente entregado por periodistas especializados, con el FIFA World Player, premio para el que votan los capitanes y entrenadores de todo el mundo. Esta democratización ha sido un desastre para la objetividad y justicia del nuevo premio.
A priori, todo lo que suena a democracia o democrático es mejor en todos los aspectos, también en el deportivo y el futbolístico. Pero en este caso, no solo ha perjudicado a los dos jugadores de La Roja, sino que ha demostrado que la democracia a la hora de elegir este tipo de premios es contraproducente.
Y la prueba es algunas decisiones que han trascendido. Se ha sabido de jugadores y seleccionadores africanos que han votado únicamente a jugadores de su propio continente, a jugadores americanos que confundieron a Xavi con Xabi Alonso, y lo más fuerte: los representantes holandeses (jamás nos perdonarán la derrota en la final ni la imagen que dejaron en ella para la historia) se votaron a si mismos, a pesar de que saben perfectamente que está absolutamente prohibido.
Es decir, que al abrir el jurado del nuevo Balón de Oro a jugadores y seleccionadores de todo el mundo, el premio se ha desvirtuado, y muchos de los votantes han acabado votando a los jugadores que más conocen, al más famoso o, directamente, al que mejor le caen. Será por ello que, en un tiempo récord, Platini ya ha anunciado unos nuevos premios europeos.