Ya sabemos que el Barcelona es un gran equipo, más que eso, es un equipazo, pero sin embargo, eso no quiere decir que sea invencible. Ya lo pudimos comprobar el pasado miércoles en el partido de vuelta de Copa del Rey ante el Betis. Sufrió de lo lindo, jugó mal y fruto de ello fue el 3-1 que le endosaron los verdiblancos.
Y es que el otro día se vio desde el primer minuto a un equipo muy diferente al que estamos acostumbrados. Sin presión, sin su toque habitual, sin esos pases milimetrados al pie. Se vio a un Barça fallón. También es cierto que el resultado de la ida era para jugar un poco relajado, pero no para ver lo que se vio.
Yo, sinceramente, no me podía creer que el Betis, y no lo tomen a mal, estuviera pasando tan por encima del todopoderoso Barça. Resultaba extraño, ¿no creen? Pero la verdad es que el equipo de Heliópolis se lo mereció. Puso entre la espada y la pared a los catalanes, y aunque el Barcelona, en el cómputo global fuera mejor, si hubieran pasado los de Pepe Mel no habría sido nada raro.
Ante este panorama, Guardiola lo tiene claro: "Esto es un aviso para la Liga de Campeones". No quiere confianzas y si se confía el equipo, ya se sabe el resultado. La verdad que esto es algo que me gusta del entrenador catalán. Siempre es muy precavido y consciente de sus actos y palabras, nunca da nada por ganado y valora al equipo contrario, sin desmerecerlo. Eso ocurrió con el Betis, y razón tenía que había que tener cuidado con él.
Así que ojo avizor, el Barcelona es un gran equipo, el mejor del mundo, no me cabe duda, pero para ganar debe tener tensión y convicción. Si eso le falta, mal van, como sucedió el miércoles. Ahora, eso sí, lo pasado, pasado está; solo tienen que mirar hacia delante y corregir errores. Seguro que Pep ya trabaja en ello…