Sin embargo, los hombres de Pepe Mel pusieron el miedo en el cuerpo con dos tantos tempraneros. Bendita costumbre el sufrimiento del barcelonismo. Las dudas no pueden aparecer en torno al mejor equipo del mundo y probablemente de la Historia.
Pero en estas llegó el de siempre para solucionar una improbable remontada. Un Messi pachucho, aquejado por un proceso febril durante la semana, se encargó de destrozar el sueño bético. Al final se perdió, cierto. Pero servía como toque de atención. El equipo no jugó, no presionó y no gustó.
Faltó el ADN Barça en el feudo verdiblanco. Posteriormente, Guardiola rechazó ante los medios de comunicación la posibilidad de que sus jugadores saltaran relajados al rectángulo de juego. Pero cierto punto de autocomplacencia sí hubo entre los pupilos de Pep.
Pese a todo, este mal resultado, que rope una inercia ganadora histórica, se produce en un momento inmejorable. No ha sucedido en Liga y el eterno rival, por tanto, no ha podido recortar puntos en la general. Tampoco en las eliminatorias de Champions, en las que un mal resultado te deja fuera de Europa.
Este lapsus ha sucedido en una eliminatoria cuyo resultado de ida reflejaba una impecable manita. Ahora toca aprender, corregir los errores y trabajar. No hay más. Y los culés, aplicados como pocos, sabrás solventar los errores cometidos el pasado miércoles.
Entretanto, el club barcelonista sigue destrozando los récords en la competición doméstica. El conjunto dirigido por Pep Guardiola suma ya la friolera de 52 puntos en Liga. Poquitos, vaya. Hablar de ello semana tras semana podría parecer repetitivo. Lo es. Pero también es necesario insistir en el hecho de que el Barça, este Barça, es HISTORIA. Disfruten, señores.