Esta semana en Almería se ha llegado al paroxismo más en ese obstinado patrón que el equipo se ha empeñado en darse a si mismo esta temporada, consistente en tener una semana negra, habitualmente es meter la pata en casa (recordemos que los rojiblancos han cerrado la primera vuelta sin haber ganado en casa un solo partido) para hacer después un buen papel la semana siguiente, o bien arañando algún meritorio punto fuera de casa (recordemos que el Almería es el líder absoluto en empates), o bien venciendo su partido de Copa del Rey (recordemos que el Almería es, junto al R.Madrid, el único equipo que ha ganado todos sus partidos coperos).
Y decimos que esta dinámica de Dr. Jeckyll y Mr. Hide ha llegado a su máxima expresión porque en esta semana el Almería ha alcanzado, por un lado, el “infierno” más absoluto al ocupar el farolillo rojo de la liga por primera vez desde que los rojiblancos regresaran a primera hace cuatro años. Mientras que por otra parte, el Almería alcanzó el “cielo” futbolístico con su brillante e increíble clasificación para semifinales de la Copa de Su Majestad El Rey por primera vez en su centenaria historia.
Pero algo que contribuye al buen ambiente en la ciudad almeriense, a pesar de la malísima clasificación liguera del equipo, son las buenas sensaciones que se desprenden del partido del domingo pasado contra el Madrid. El buen partido de los locales, que acabo en un meritorio empate, no contribuyó a mejorar el puesto del equipo en la tabla clasificatoria, pero sí que mostró una visión del Almería absolutamente esperanzadora, con una garra y una velocidad en el juego extraordinarios, y un hambre de balón y una ambición impropia para un equipo que tiene medio pie en segunda.
Así pues, es esta la desquiciante dicotomía en la que se ha movido esta semana el equipo de Oltra. El domingo los almerienses se juegan media liga al recibir al Osasuna, un rival directo que, de ganarles en casa, podría marcar el principio de la recuperación almeriensista. Que sea el comienzo de la recuperación o que se trate de la enésima decepción tras una buena semana, el domingo se verá.