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Alberto Mendo

El nuevo arquitecto de oro (2ª parte)

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Saldo con esta columna la deuda que adquirí con ustedes, los lectores, hace una semana. Haciendo caso a todos los pronósticos, di como vencedor del FIFA Balón de Oro a Andrés Iniesta, pero ya saben el resto de la historia. Ganó el que menos se esperaba y, mantengo mi opinión, el que menos se lo merecía de los tres. Es una evidencia que Leo Messi es el mejor jugador del mundo desde hace tiempo. Sin embargo, no es eso lo que premia el trofeo. De ser así, Cristiano Ronaldo tendría que haber sido Balón de Plata, sin discusión, ya que es el único capaz de estar al nivel de su rival argentino.

Si todas las quinielas apuntaban hacia los dos candidatos españoles es porque reflejaban, más que una tendencia, una justicia. Tanto Iniesta como Xavi Hernández, cada uno por unos méritos distintos (como expuse la semana pasada), merecían haberse convertido en sucesores de “El Arquitecto” Luis Suárez. Sin embargo, ha quedado demostrado que los españoles tenemos que ganar los títulos por nosotros mismos, sin esperar el reconocimiento de los demás, por incomprensible que parezca que hasta un Mundial se quede sin recompensa. Insistiré también en que el Balón de Bronce tenía muchos y muy buenos candidatos que han quedado ninguneados: desde Iker Casillas a Wesley Sneijder, pasando por Diego Forlán o Arjen Robben.

Sólo hay una explicación, visto como se han desarrollado las votaciones, para que haya ganado Messi: recibió el apoyo de los países más modestos, que es como decir los países de menos tradición futbolística. Ahí es donde encaja también el marketing, ya que el argentino tiene una proyección internacional mucho más grande que sus dos compañeros azulgranas. Por cierto, fue un detalle curioso que Messi no se acordara de sus colegas culés en el discurso de agradecimiento del Balón de Oro. Alguien del Barcelona se lo haría notar, e intentó corregir su error con un brindis en el avión de regreso. No nos engañemos: el ambiente de los pupilos de Pep Guardiola no es tan maravilloso como siempre se ha vendido, y estoy seguro de que el galardón ha dejado ciertas secuelas. Se pudo ver en las caras de Xavi e Iniesta, cuyas posibilidades de conseguir el trofeo en futuras ediciones siempre son remotas sin el “plus” que parecía suponer la selección.

De momento, eso sí, esas posibles rencillas no se dejan notar sobre el césped. El Barcelona se ha llevado el honorífico título de “campeón de invierno”, tras su goleada de ayer al Málaga y el inesperado pinchazo del Real Madrid en su visita al Almería. Mucho más importantes son los cuatro puntos que los azulgranas sacan a los blancos y la sensación de que unos van sobrados mientras que otros sudan cada victoria. Veo difícil que los de Mourinho remonten aunque no imposible, siempre que ganen el clásico contra el Barcelona en el Bernabéu. En cualquier caso, les veo más favoritos para la Copa del Rey o para la Champions.

Gran parte de la culpa del tropiezo madridista de ayer la tiene su escasez de delanteros, por no insistir en el bajo nivel de los árbitros esta temporada. Con Benzemá sentenciado por su propia afición, Cristiano Ronaldo soluciona partidos pero él solo no puede dar una Liga entera. Una vez más, Mourinho acaba teniendo razón. Lo dijo en la pretemporada: “El ataque se queda corto”, y desde que Higuaín es baja lo ha reiterado: “Necesitamos fichar”. Acuciado por la necesidad, el club blanco acabará sucumbiendo al mercado de fichajes. Vaya por delante mi reconocimiento al que se le haya ocurrido la excelente idea de repescar a Van Nistelrooy. Ya puestos, yo vuelvo a sugerir a Raúl, aunque me conformaría con el holandés. Se identifica con el escudo madridista y reúne las características de “9” que Mou demanda. Pese a la negativa inicial del Hamburgo, “Van Gol” volverá a vestir de blanco si el Real Madrid de verdad así lo quiere. Es la mejor opción para cubrir un puesto débil hasta el final de esta temporada. Para la próxima, el hueco ya está ocupado por Fernando Llorente.

El nuevo arquitecto de oro (2ª parte)

Alberto Mendo
Alberto Mendo
lunes, 17 de enero de 2011, 08:37 h (CET)
Saldo con esta columna la deuda que adquirí con ustedes, los lectores, hace una semana. Haciendo caso a todos los pronósticos, di como vencedor del FIFA Balón de Oro a Andrés Iniesta, pero ya saben el resto de la historia. Ganó el que menos se esperaba y, mantengo mi opinión, el que menos se lo merecía de los tres. Es una evidencia que Leo Messi es el mejor jugador del mundo desde hace tiempo. Sin embargo, no es eso lo que premia el trofeo. De ser así, Cristiano Ronaldo tendría que haber sido Balón de Plata, sin discusión, ya que es el único capaz de estar al nivel de su rival argentino.

Si todas las quinielas apuntaban hacia los dos candidatos españoles es porque reflejaban, más que una tendencia, una justicia. Tanto Iniesta como Xavi Hernández, cada uno por unos méritos distintos (como expuse la semana pasada), merecían haberse convertido en sucesores de “El Arquitecto” Luis Suárez. Sin embargo, ha quedado demostrado que los españoles tenemos que ganar los títulos por nosotros mismos, sin esperar el reconocimiento de los demás, por incomprensible que parezca que hasta un Mundial se quede sin recompensa. Insistiré también en que el Balón de Bronce tenía muchos y muy buenos candidatos que han quedado ninguneados: desde Iker Casillas a Wesley Sneijder, pasando por Diego Forlán o Arjen Robben.

Sólo hay una explicación, visto como se han desarrollado las votaciones, para que haya ganado Messi: recibió el apoyo de los países más modestos, que es como decir los países de menos tradición futbolística. Ahí es donde encaja también el marketing, ya que el argentino tiene una proyección internacional mucho más grande que sus dos compañeros azulgranas. Por cierto, fue un detalle curioso que Messi no se acordara de sus colegas culés en el discurso de agradecimiento del Balón de Oro. Alguien del Barcelona se lo haría notar, e intentó corregir su error con un brindis en el avión de regreso. No nos engañemos: el ambiente de los pupilos de Pep Guardiola no es tan maravilloso como siempre se ha vendido, y estoy seguro de que el galardón ha dejado ciertas secuelas. Se pudo ver en las caras de Xavi e Iniesta, cuyas posibilidades de conseguir el trofeo en futuras ediciones siempre son remotas sin el “plus” que parecía suponer la selección.

De momento, eso sí, esas posibles rencillas no se dejan notar sobre el césped. El Barcelona se ha llevado el honorífico título de “campeón de invierno”, tras su goleada de ayer al Málaga y el inesperado pinchazo del Real Madrid en su visita al Almería. Mucho más importantes son los cuatro puntos que los azulgranas sacan a los blancos y la sensación de que unos van sobrados mientras que otros sudan cada victoria. Veo difícil que los de Mourinho remonten aunque no imposible, siempre que ganen el clásico contra el Barcelona en el Bernabéu. En cualquier caso, les veo más favoritos para la Copa del Rey o para la Champions.

Gran parte de la culpa del tropiezo madridista de ayer la tiene su escasez de delanteros, por no insistir en el bajo nivel de los árbitros esta temporada. Con Benzemá sentenciado por su propia afición, Cristiano Ronaldo soluciona partidos pero él solo no puede dar una Liga entera. Una vez más, Mourinho acaba teniendo razón. Lo dijo en la pretemporada: “El ataque se queda corto”, y desde que Higuaín es baja lo ha reiterado: “Necesitamos fichar”. Acuciado por la necesidad, el club blanco acabará sucumbiendo al mercado de fichajes. Vaya por delante mi reconocimiento al que se le haya ocurrido la excelente idea de repescar a Van Nistelrooy. Ya puestos, yo vuelvo a sugerir a Raúl, aunque me conformaría con el holandés. Se identifica con el escudo madridista y reúne las características de “9” que Mou demanda. Pese a la negativa inicial del Hamburgo, “Van Gol” volverá a vestir de blanco si el Real Madrid de verdad así lo quiere. Es la mejor opción para cubrir un puesto débil hasta el final de esta temporada. Para la próxima, el hueco ya está ocupado por Fernando Llorente.

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