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Roberto Carrera

Sin laterales no hay paraíso

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Deberían estar prohibidos los goles más allá del minuto ochenta de partido. Además de provocar ardores de estómago, y a pesar del cambio climático, también rebajan súbitamente cinco grados la temperatura corporal. Y todo con la Gripe A revoloteando. No es lícito.

Pero Mario Bermejo cambio el MIR por el balón, e ignorando los daños colaterales, dejó sin voz a Balaídos con un único disparo a puerta. Fue una jugada francamente tonta. Un balón largo, de esos que se envían sin remite porque uno sabe que se perderán por el camino. La cabeza de Jose Mari pasaba por allí para hacerle un peinado de domingo, y cuando se decidió a besar el suelo, se encontró de frente con Bermejo y Sergio Ortega.



Roberto Lago es el único lateral derecho puro de los celtiñas (fotolog.es)

En un enfrentamiento normal, sería un Eastwood contra el malo de turno. A veces, sin embargo, gana el malo. Una pelota no puede hacerse la remolona en área propia, y el central tiene la obligación de funcionar como muro impenetrable que bloquee su camino hacia la portería. Sergio falló, y el empate llegó al marcador de la manera menos esperada.

El lío en defensa ha sido mayúsculo. "Hemos tenido que usar parches", se quejaba en sala de prensa Paco Herrera. Sirva de excusa el problema para recalcar lo importante de tener una zaga completa. Aquí ya le dedicamos una columna con todo merecimiento, y es que no todo son De Lucas y Trashorras en casa Celta.

La baja de Jonathan Vila la cubrió el propio Ortega. En realidad, el cántabro cuajó un partido decente, pero hay fallos que pesan sobremanera. ¿Quién nos iba a decir el año pasado que echaríamos de menos a Vila como central? Cosas del fútbol.

Más grave fueron las limitaciones en los laterales. El club celeste necesita todoterrenos que puedan cabalgar por la banda sin pausa alguna. Dos correcaminos infatigables que pasen de defender a centrar al área en unos segundos. Roberto Lago llegó tocado, y a pesar de que su clase aparece hasta lesionado, tuvo que abandonar prematuramente el encuentro. Dani Abalo es un extremo desbordante, pero como lateral, simplemente, no llega.

Por el otro lado nos encontramos a Víctor Vázquez. La baja de Hugo Mallo y Murillo devolvió al canterano al once titular, y se le notó la ansiedad por agradar a la gente. Desgraciadamente, su capacidad para subir al ataque todavía es limitada, y necesita más fondo físico y menos nervios para poder mantenerse en el grupo de los mayores.

Al final los vigueses acabaron jugando con tres centrales para liberar de trabajo a las bandas, pero ni Abalo ni Vázquez consiguieron imprimir esa velocidad que el partido estaba solicitando. Si Bermejo supiera de Medicina, y no maltratara al resultado en el último suspiro, quizá estos análisis serían menos contundentes. Pero la realidad no engaña. El Celta tiene los laterales con pinzas, y necesita a sus dos referentes en excelente forma para poder continuar en la despiadada lucha por el ascenso.

Sin laterales no hay paraíso

Roberto Carrera
Roberto Carrera Hernández
lunes, 17 de enero de 2011, 00:20 h (CET)
Deberían estar prohibidos los goles más allá del minuto ochenta de partido. Además de provocar ardores de estómago, y a pesar del cambio climático, también rebajan súbitamente cinco grados la temperatura corporal. Y todo con la Gripe A revoloteando. No es lícito.

Pero Mario Bermejo cambio el MIR por el balón, e ignorando los daños colaterales, dejó sin voz a Balaídos con un único disparo a puerta. Fue una jugada francamente tonta. Un balón largo, de esos que se envían sin remite porque uno sabe que se perderán por el camino. La cabeza de Jose Mari pasaba por allí para hacerle un peinado de domingo, y cuando se decidió a besar el suelo, se encontró de frente con Bermejo y Sergio Ortega.



Roberto Lago es el único lateral derecho puro de los celtiñas (fotolog.es)

En un enfrentamiento normal, sería un Eastwood contra el malo de turno. A veces, sin embargo, gana el malo. Una pelota no puede hacerse la remolona en área propia, y el central tiene la obligación de funcionar como muro impenetrable que bloquee su camino hacia la portería. Sergio falló, y el empate llegó al marcador de la manera menos esperada.

El lío en defensa ha sido mayúsculo. "Hemos tenido que usar parches", se quejaba en sala de prensa Paco Herrera. Sirva de excusa el problema para recalcar lo importante de tener una zaga completa. Aquí ya le dedicamos una columna con todo merecimiento, y es que no todo son De Lucas y Trashorras en casa Celta.

La baja de Jonathan Vila la cubrió el propio Ortega. En realidad, el cántabro cuajó un partido decente, pero hay fallos que pesan sobremanera. ¿Quién nos iba a decir el año pasado que echaríamos de menos a Vila como central? Cosas del fútbol.

Más grave fueron las limitaciones en los laterales. El club celeste necesita todoterrenos que puedan cabalgar por la banda sin pausa alguna. Dos correcaminos infatigables que pasen de defender a centrar al área en unos segundos. Roberto Lago llegó tocado, y a pesar de que su clase aparece hasta lesionado, tuvo que abandonar prematuramente el encuentro. Dani Abalo es un extremo desbordante, pero como lateral, simplemente, no llega.

Por el otro lado nos encontramos a Víctor Vázquez. La baja de Hugo Mallo y Murillo devolvió al canterano al once titular, y se le notó la ansiedad por agradar a la gente. Desgraciadamente, su capacidad para subir al ataque todavía es limitada, y necesita más fondo físico y menos nervios para poder mantenerse en el grupo de los mayores.

Al final los vigueses acabaron jugando con tres centrales para liberar de trabajo a las bandas, pero ni Abalo ni Vázquez consiguieron imprimir esa velocidad que el partido estaba solicitando. Si Bermejo supiera de Medicina, y no maltratara al resultado en el último suspiro, quizá estos análisis serían menos contundentes. Pero la realidad no engaña. El Celta tiene los laterales con pinzas, y necesita a sus dos referentes en excelente forma para poder continuar en la despiadada lucha por el ascenso.

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