En plena recta final para la ceremonia de los Premios Goya, un dato significativo ha saltado a los medios de comunicación: a falta de las cifras del último trimestre, el año 2010 fue el peor año de la década para el cine español, con sólo 30 millones de euros recaudados hasta septiembre.
Este dato queda muy lejos de los 107 millones recaudados en 2009, un año que consiguió romper la tendencia negativa gracias al tirón de títulos como Ágora, Celda 211 y Planet 51. Pero la tendencia continúa: el cine español cada vez se ve menos. Y a juzgar por los datos, no serán películas como Balada triste de trompeta, También la lluvia, Tres metros sobre el cielo y Los ojos de Julia las que cambien esta tendencia.
Urge un cambio radical. No sirve de nada tirar balones fuera, culpando a la crisis y a la piratería, porque la recaudación global apenas ha bajado un 3%. El problema está en el cine de nuestro país, mientras que el foráneo, especialmente el estadounidense, sigue manteniendo sus cifras.
Es hora de afrontarlo y poner las soluciones que hagan falta para que vuelva a interesar el producto nacional. Cambiar la manera de hacer cine, buscar nuevos temas, innovar, dar la oportunidad a jóvenes valores, son sólo algunas ideas que se podrían poner en marcha. Basta de otorgar subvenciones a productos obsoletos, incapaces de convencer al espectador para gastarse los 7 euros que cuesta una entrada de cine.
Desde algunas voces se empiezan a comparar las subvenciones al cine español con las becas ADO para el atletismo. ¿Cómo vamos a ganar medallas si desde hace 20 reciben las ayudas siempre los mismos? De esta forma, sólo se consigue que el que ya tiene el sustento asegurado se limite a repetir siempre lo mismo, sin esforzarse, sin innovar. Además, se cierra la puerta a jóvenes talentos, que tienen que dedicarse a otra actividad que pueda darles de comer.
Hay muchos intereses en que la cosa siga igual. Mientras exista la piratería y perdure la crisis, podrán seguir culpando a estos factores externos de lo que, en realidad, es una crisis totalmente interna. ¿Qué harán cuando ya no queden excusas, cuando se vean forzados a cambiar un modelo obsoleto, que lleva mucho tiempo haciendo agua por todas partes? Seguirán entregando sus Goya cada año en una ceremonia fantasma, donde premiarán películas que nadie se habrá molestado en ver.