El Hércules empieza el año con 22 puntos, a nueve del descenso, una posición cómoda y holgada que ya hubieran firmado muchos dirigentes y aficionados al principio de temporada. El buen hacer del club y plantilla, pues, está dando los frutos deseados.

Los alicantinos no se encontraban tan lejos de los puestos peligrosos desde la temporada 75-76, hace 25 años. Por entonces, iba cuarto en la tabla y llegó a estar segundo durante una semana, su mejor clasificación histórica.

Lógicamente, este año no va a alcanzar cimas tan altas. El objetivo de la permanencia es claro, y como ha dicho Paz, “pensar en Europa nos puede distraer”. De hecho, a comienzos de temporada, cuando se ganó al Barça y se trenzó con varios buenos partidos, fue un error pensar que podían llegar más alto porque precisamente allí llegaron los pinchazos.

El Hércules tiene muchos aspectos positivos, como la efectividad de su delantera o la fortaleza de su defensa, pero también negativos, como las dificultades para jugar –y ganar- fuera de casa. Así que, otra vez, hay que decir que los pies hay que tenerlos en el suelo. A pesar de que el partido contra el Atlético haya sido uno de los más completos de año.