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Estefanía Jiménez

Crítica a los críticos

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José María Sanz, Loquillo, reflejó su experiencia una vez más en un artículo publicado por El Periódico el pasado viernes. Bajo el título "Criticar es un placer", el Loco recuerda cómo era el oficio de crítico de rock en los años 80: "De ellos dependía tal o cual lanzamiento, con solo una opinión podían hacer variar el destino de una banda o solista, eran el oráculo y los artistas intentaban poner buena cara o convencerles a base de prebendas." Añade anécdotas que, personalmente, desconocía, pero resultan muy ilustrativas: "Los promotores de conciertos internacionales se las veían para contentar al tipo que les exigía trato preferencial y amenazaba con contar que la sala vip estaba demasiado llena o que la cola para la bebida y comida gratuita era excesiva para él."

Termina el Loco su artículo demasiado optimista: "Ahora el artista y su público no necesitan intermediarios, la autogestión es un hecho, la red se encarga de ello." Aún es pronto para olvidar el modelo todavía establecido, aunque estamos en camino de redefinirlo. Sin embargo, se agradece que esos tiempos de los que habla hayan cambiado, porque nadie debe ostentar tal poder en cuestiones que dependen de los gustos personales.

Un profesor de mi Universidad nos dijo una vez que las críticas ya sólo se leen por placer y para reafirmar nuestra propia opinión. Escuchar en boca de otros a los que consideramos "mejores" lo mismo que pensamos nosotros, nos hace sentir bien. "Claro, si ya lo decía yo", comentamos. En realidad, los denominamos mejores porque simplemente se han tomado la molestia de informarse y comparar.

No consigo entender a los críticos que se creen "superiores" porque trabajan para tal medio. De hecho, son precisamente ellos los que deben sucumbir a las presiones publicitarias y de mercado en multitud de ocasiones. "No te pases con este grupo porque han pagado por anunciarse" o "destaca a tal personaje primero porque está más de actualidad" son frases que he escuchado de forma similar. Quizás por eso la canción "Loca" de Shakira, que tan ridícula suena y que a pocos les gusta realmente, está de moda. Esa es otra cuestión, la maldita manía de ensalzar siempre a los artistas y actores que suelen "ser buenos". No es habitual reconocer que su último trabajo no es aceptable. Pasados varios años, sí que ya se abre la veda para la franqueza.

Sin embargo, aquellos críticos que elaboran sus textos de forma libre, creyendo en lo que hacen y cuidando sus palabras, son los que deberían tener seguidores. Ya no por lo que dicen, sino por cómo lo dicen. Ahí entra la labor de Internet. Con el número de visitas, comentarios y trackbacks, uno puede darse cuenta de los analistas de cualquier tipo que de verdad generan opinión o que, más bien, plasman lo que muchos pensamos, pero que no tenemos tiempo de reflexionar.

Crítica a los críticos

Estefanía Jiménez
Estefanía Jiménez Solís
domingo, 9 de enero de 2011, 05:32 h (CET)
José María Sanz, Loquillo, reflejó su experiencia una vez más en un artículo publicado por El Periódico el pasado viernes. Bajo el título "Criticar es un placer", el Loco recuerda cómo era el oficio de crítico de rock en los años 80: "De ellos dependía tal o cual lanzamiento, con solo una opinión podían hacer variar el destino de una banda o solista, eran el oráculo y los artistas intentaban poner buena cara o convencerles a base de prebendas." Añade anécdotas que, personalmente, desconocía, pero resultan muy ilustrativas: "Los promotores de conciertos internacionales se las veían para contentar al tipo que les exigía trato preferencial y amenazaba con contar que la sala vip estaba demasiado llena o que la cola para la bebida y comida gratuita era excesiva para él."

Termina el Loco su artículo demasiado optimista: "Ahora el artista y su público no necesitan intermediarios, la autogestión es un hecho, la red se encarga de ello." Aún es pronto para olvidar el modelo todavía establecido, aunque estamos en camino de redefinirlo. Sin embargo, se agradece que esos tiempos de los que habla hayan cambiado, porque nadie debe ostentar tal poder en cuestiones que dependen de los gustos personales.

Un profesor de mi Universidad nos dijo una vez que las críticas ya sólo se leen por placer y para reafirmar nuestra propia opinión. Escuchar en boca de otros a los que consideramos "mejores" lo mismo que pensamos nosotros, nos hace sentir bien. "Claro, si ya lo decía yo", comentamos. En realidad, los denominamos mejores porque simplemente se han tomado la molestia de informarse y comparar.

No consigo entender a los críticos que se creen "superiores" porque trabajan para tal medio. De hecho, son precisamente ellos los que deben sucumbir a las presiones publicitarias y de mercado en multitud de ocasiones. "No te pases con este grupo porque han pagado por anunciarse" o "destaca a tal personaje primero porque está más de actualidad" son frases que he escuchado de forma similar. Quizás por eso la canción "Loca" de Shakira, que tan ridícula suena y que a pocos les gusta realmente, está de moda. Esa es otra cuestión, la maldita manía de ensalzar siempre a los artistas y actores que suelen "ser buenos". No es habitual reconocer que su último trabajo no es aceptable. Pasados varios años, sí que ya se abre la veda para la franqueza.

Sin embargo, aquellos críticos que elaboran sus textos de forma libre, creyendo en lo que hacen y cuidando sus palabras, son los que deberían tener seguidores. Ya no por lo que dicen, sino por cómo lo dicen. Ahí entra la labor de Internet. Con el número de visitas, comentarios y trackbacks, uno puede darse cuenta de los analistas de cualquier tipo que de verdad generan opinión o que, más bien, plasman lo que muchos pensamos, pero que no tenemos tiempo de reflexionar.

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