Alineaciones planetarias, combinaciones numéricas, fetiches supersticiosos o, menos galantemente, potra decisiva. Sea lo que sea, lo cierto es que al Celta el 2011 le ha recibido con los brazos abiertos, con dos victorias fundamentales en sendas visitas a rivales directos.
El partido en Elche vino rodado. Como lo hizo el de Vallecas. Y como lo harán muchos más mientras el equipo mantenga este nivel de confianza. Para muestra, dos botones (ya saben, en rebajas se doblan las existencias).
David Rodríguez sufría de cara al gol. Se había quedado estancado en los ocho tantos, y aunque el de Talavera no quería darle importancia, lo cierto es que el haber errado unas cuantas ocasiones a bocajarro estaba minando la moral del punta celeste. En Vallecas marcó el primero a trompicones, y hoy repitió estreno con un golazo de espinillera que ratificaba que diciembre no es ya más que un pequeño rumor. Diez para la saca y amenaza con mejorar incluso el fulgurante comienzo de temporada.
Otro que arrastraba un mal fario constante era Michu. El medio celtiña sigue fallón, impreciso y más voluntarioso que eficaz. Pero estamos en el 2011, y sí, ahora todos tienen premio. El balón regatea por su cuenta a los dos centrales ilicitanos, para que el asturiano la cruce perfectamente ante la salida de Caballero. ¿Suerte? Toda la que se pueda, por favor.
Seis goles a dos de las mejores defensas del campeonato. En Vallecas sólo habían visto tres en contra en lo que va de año. En Elche compartían con el Betis el número más bajo de tantos recibidos. Ni la baja del fenómeno Álex López evitó el atropello doble. No existe mejor manera de regresar a Balaídos.
Evidentemente sería estúpido explicar los 39 puntazos del equipo en algo tan poco consistente como la fortuna. Pero está claro que una vez construido el equipo con cabeza y la táctica asimilada por los jugadores, las situaciones favorables se encuentran más cómodas en casa Celta. No hay mayor suerte que trabajar bien, y en Vigo se están comprando muchos boletos para el gran sorteo de junio.