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Etiquetas | El día de la marmota
José María Blázquez

Bienvenidos a Zombieland

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En estos días de invierno he visto más televisión de lo habitual. Y he de confesar una cosa, echo de menos CNN+. Los telediarios de otras cadenas me provocan un rechazo comparable con el que produce la lactosa a mis intestinos de buena mañana. Hay una manipulación tan grande de las noticias que puedo pasarme los tres cuartos de hora de los informativos más agitado que mi vecina de arriba cuando empieza a mover los muebles del piso. Al menos gracias a esto he recordado porqué apenas veo la televisión (algo que pese a sincero, no es bueno confesar cuando me dedico a escribir una sección de opinión sobre los menesteres audiovisuales). Pero es que la programación se parece cada vez más a una verdulería, todo el stock es muy parecido y la gente habla de otras personas (y de su vida privada) sin mucho criterio, alto y con descalificaciones mientras intenta vender un kilo de aquello que le interesa, por ejemplo los ‘tomates’ de temporada (o bien, como en los inicios de Telecinco, unos buenos melones). Y es que los programas denominados incorrectamente como ‘del corazón’, con sus riñas y trifulcas, son un fiel reflejo del ejemplo que nos dan nuestros políticos (y ellos, a su vez, de nosotros mismos). Tenemos un problema profundo de educación.

Últimamente las series de televisión me parecen todas iguales (con excepciones contadas con los dedos de la mano). Tanto es así, que estuve viendo dos de títulos distintos y correlativos en la programación pero que tenían los mismos actores secundarios, y encima, repitiendo papel (de malo, por supuesto). Y no es que la palabra más pronunciada por los españoles después de ciertas partes de la anatomía y algún que otro taco, sea el motivo de estos sucesos (entiéndase que me refiero a la ‘crisis’ artística). El próximo martes, ‘La Sexta’ estrenará ‘Walking Dead’, una serie realizada a partir de una historia ya conocida a través de largometrajes como ’28 semanas después’ o ‘Resident Evil’. Una historia de zombies que toman una ciudad y los pocos supervivientes intentan salir con vida de ella. Nada original. Por lo que si quieren ver algo diferente les recomiendo ‘Dead Set’, con ella verán los reality shows de otra manera. El canal que ocupaba antes CNN+ se ha convertido en ‘Gran Hermano 24 horas’. Les aseguro que si ese canal se transforma en lo que vimos en ‘Dead Set’ no echaría tanto de menos el único canal informativo decente de nuestro país (¡tiembla Mercedes, tiembla!).

Recuerdo una película canadiense que tuve la oportunidad de ver en el festival de Sitges de 2009, era de muy bajo presupuesto y desarrollaba toda su trama en un escenario de interior, una cadena de radio. ‘Pontypool’ era su nombre. Me sorprendió gratamente. Es un ejemplo de que ‘no tener un duro’ no significa ‘hacer un churro’. Ante los obstáculos, creatividad (no sé quién pronunció esa frase por primera vez –seguro que fue un productor-, pero deberían de darle una paliza; no sabe el daño que ha hecho a la industria audiovisual, donde el que cobra es un afortunado). Para aquellos que se lo temieran, avanzo que no voy a ponerme a hacer un listado de películas de muertos vivientes o humanos que han perdido el control de sus actos (aunque este sería más divertido ya que podría incluir diferentes salidas de tono gloriosas en la historia de la televisión que deberían permanecer siempre en nuestro imaginario), no terminaríamos nunca y además, sería demasiado aburrido.

Si en la política encontramos extraños compañeros de cama, algo parecido sucede también con la televisión privada. Fusionarse está de moda, y por encima de hacerlo por la coherencia dada por la similitud de contenidos siempre están los intereses económicos. Así, ‘Cuatro’ parece que se acabará convirtiendo en una prolongación de ‘Telecinco’, con sus programas sensacionalistas y reality shows, y ‘La sexta’ se consolidará como un ‘bastión futbolero’ del hombre de a pie si al final firma el acuerdo con ‘Antena 3’. Parece que va a ser cierto aquello que comentaba un directivo de la Fox. En una entrevista, hace ya unos años, confesaba que la tendencia temática en las series televisivas iba en función de las previsiones de lo que el país iba a necesitar a unos diez años vista. Las series de abogados consiguieron que poco después se puso de moda estudiar derecho (por lo que son responsables, en cierto modo, de que ahora salgan hasta de debajo de las piedras alentando a que te demanden por cualquier cosa), o las de médicos y cirujanos (el tío Sam necesita personal en sus hospitales, chicos) y después, policías (la seguridad es lo primero, queridos patriotas). A todos nos vienen a la cabeza ejemplos que, encima, estamos hartos de ver e intentar imitar (con penosos resultados, todo sea dicho). Pese a que la temática policiaca esté en auge en los últimos años (¿a qué no nos llegan series de carpinteros?), parece que las televisiones están consiguiendo lo que pretenden para las próximas décadas, la involución humana. Lo dicho, ‘Bienvenidos a Zombieland’.

Bienvenidos a Zombieland

José María Blázquez
José María Blázquez
sábado, 8 de enero de 2011, 09:43 h (CET)
En estos días de invierno he visto más televisión de lo habitual. Y he de confesar una cosa, echo de menos CNN+. Los telediarios de otras cadenas me provocan un rechazo comparable con el que produce la lactosa a mis intestinos de buena mañana. Hay una manipulación tan grande de las noticias que puedo pasarme los tres cuartos de hora de los informativos más agitado que mi vecina de arriba cuando empieza a mover los muebles del piso. Al menos gracias a esto he recordado porqué apenas veo la televisión (algo que pese a sincero, no es bueno confesar cuando me dedico a escribir una sección de opinión sobre los menesteres audiovisuales). Pero es que la programación se parece cada vez más a una verdulería, todo el stock es muy parecido y la gente habla de otras personas (y de su vida privada) sin mucho criterio, alto y con descalificaciones mientras intenta vender un kilo de aquello que le interesa, por ejemplo los ‘tomates’ de temporada (o bien, como en los inicios de Telecinco, unos buenos melones). Y es que los programas denominados incorrectamente como ‘del corazón’, con sus riñas y trifulcas, son un fiel reflejo del ejemplo que nos dan nuestros políticos (y ellos, a su vez, de nosotros mismos). Tenemos un problema profundo de educación.

Últimamente las series de televisión me parecen todas iguales (con excepciones contadas con los dedos de la mano). Tanto es así, que estuve viendo dos de títulos distintos y correlativos en la programación pero que tenían los mismos actores secundarios, y encima, repitiendo papel (de malo, por supuesto). Y no es que la palabra más pronunciada por los españoles después de ciertas partes de la anatomía y algún que otro taco, sea el motivo de estos sucesos (entiéndase que me refiero a la ‘crisis’ artística). El próximo martes, ‘La Sexta’ estrenará ‘Walking Dead’, una serie realizada a partir de una historia ya conocida a través de largometrajes como ’28 semanas después’ o ‘Resident Evil’. Una historia de zombies que toman una ciudad y los pocos supervivientes intentan salir con vida de ella. Nada original. Por lo que si quieren ver algo diferente les recomiendo ‘Dead Set’, con ella verán los reality shows de otra manera. El canal que ocupaba antes CNN+ se ha convertido en ‘Gran Hermano 24 horas’. Les aseguro que si ese canal se transforma en lo que vimos en ‘Dead Set’ no echaría tanto de menos el único canal informativo decente de nuestro país (¡tiembla Mercedes, tiembla!).

Recuerdo una película canadiense que tuve la oportunidad de ver en el festival de Sitges de 2009, era de muy bajo presupuesto y desarrollaba toda su trama en un escenario de interior, una cadena de radio. ‘Pontypool’ era su nombre. Me sorprendió gratamente. Es un ejemplo de que ‘no tener un duro’ no significa ‘hacer un churro’. Ante los obstáculos, creatividad (no sé quién pronunció esa frase por primera vez –seguro que fue un productor-, pero deberían de darle una paliza; no sabe el daño que ha hecho a la industria audiovisual, donde el que cobra es un afortunado). Para aquellos que se lo temieran, avanzo que no voy a ponerme a hacer un listado de películas de muertos vivientes o humanos que han perdido el control de sus actos (aunque este sería más divertido ya que podría incluir diferentes salidas de tono gloriosas en la historia de la televisión que deberían permanecer siempre en nuestro imaginario), no terminaríamos nunca y además, sería demasiado aburrido.

Si en la política encontramos extraños compañeros de cama, algo parecido sucede también con la televisión privada. Fusionarse está de moda, y por encima de hacerlo por la coherencia dada por la similitud de contenidos siempre están los intereses económicos. Así, ‘Cuatro’ parece que se acabará convirtiendo en una prolongación de ‘Telecinco’, con sus programas sensacionalistas y reality shows, y ‘La sexta’ se consolidará como un ‘bastión futbolero’ del hombre de a pie si al final firma el acuerdo con ‘Antena 3’. Parece que va a ser cierto aquello que comentaba un directivo de la Fox. En una entrevista, hace ya unos años, confesaba que la tendencia temática en las series televisivas iba en función de las previsiones de lo que el país iba a necesitar a unos diez años vista. Las series de abogados consiguieron que poco después se puso de moda estudiar derecho (por lo que son responsables, en cierto modo, de que ahora salgan hasta de debajo de las piedras alentando a que te demanden por cualquier cosa), o las de médicos y cirujanos (el tío Sam necesita personal en sus hospitales, chicos) y después, policías (la seguridad es lo primero, queridos patriotas). A todos nos vienen a la cabeza ejemplos que, encima, estamos hartos de ver e intentar imitar (con penosos resultados, todo sea dicho). Pese a que la temática policiaca esté en auge en los últimos años (¿a qué no nos llegan series de carpinteros?), parece que las televisiones están consiguiendo lo que pretenden para las próximas décadas, la involución humana. Lo dicho, ‘Bienvenidos a Zombieland’.

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