Siglo XXI. Diario digital independiente, plural y abierto. Noticias y opinión
Viajes y Lugares Tienda Siglo XXI Grupo Siglo XXI
21º ANIVERSARIO
Fundado en noviembre de 2003
Opinión
Etiquetas | La delgada línea roja
Antonio Pérez Omister

Marruecos arruina a los agricultores españoles

|

Hay que ir pensando en agarrar al toro por los cuernos: decirle claramente a Europa que o Marruecos, o España. Si el país africano va a seguir disfrutando de todas las ventajas de comerciar libremente con la UE, sin ninguna de las muchas desventajas que eso comporta, más vale que nos salgamos de la UE, cerremos las fronteras con Marruecos, y negociamos directamente con los agarenos de ahora en adelante.

Ni que decir tiene que todo eso pasa por un cambio de Gobierno a través de las urnas. Los que están ahora sólo sirven para lamerle el culo al sátrapa de Rabat, a costa de lesionar gravemente los intereses de España.

Estas pasadas navidades, el tomate marroquí ha dinamitado los precios del mercado español por la ausencia del control que prometió la ministra “tránsfuga” Rosa Aguilar. Ayer comunista, hoy socialista. Mañana… ¡quién sabe! En cualquier caso, lo haga bien o mal como ministra, seguirá adherida a la mamandurria pública.

Los agricultores almerienses no levantan cabeza desde que el pasado mes de diciembre la Unión Europea y Marruecos firmaron un convenio comercial, otro más, que permite la entrada indiscriminada y a tutiplén de productos del campo magrebí en el mercado español.

Cuando muchos esperábamos una contundente reprimenda por parte de Bruselas, ése fue el “premio” que recibió Rabat por su brutal represión en los campos de refugiados del Sáhara: un aumento de sus cupos de exportaciones agrícolas a la UE a costa de la siempre bobalicona España. Una componenda que se ya se había gestado durante la patética y ficticia presidencia de Zapatero de la UE. ¿Recuerdan la famosa minicumbre “europea” con Marruecos como único asistente? Pues eso. Las payasadas de Zp acaban costándonos dinero, y ahora, cuando ya es demasiado tarde, los agricultores almerienses reclaman a la inane Rosa Aguilar que ponga en marcha los controles que juró o prometió. Los mismos controles que jamás existieron, ni en el espíritu ni en la letra de los acuerdos suscritos por la UE con Marruecos. ¿Por qué? Pues porque a los europeos sólo les importa comprar los tomates más baratos, sin importarles de donde vengan. El resto es problema nuestro, no de ellos.

Ya es demasiado tarde para protestar. Los agricultores deberían haberse movilizado hace años, mostrándose tan intransigentes con Marruecos, como los agricultores franceses lo fueron con España después de nuestra entrada en el Mercado Común. Marruecos no forma parte de Europa, y la competencia de sus productos agrícolas es desleal y está completamente fuera de lugar. No hay que darle más vueltas al asunto. No hay que dejarse engatusar por la verborrea buenista y decir NO de una vez por todas. Los problemas de Marruecos son de los marroquíes, no nuestros.

Las principales organizaciones agrarias señalan que “la entrada de calabacín y tomate marroquí en España es el principal factor que está provocando la caída en picado de los precios de mercado”. ¿Vamos a acabar de arruinar el campo español para que Marruecos se beneficie con nuestra indigencia?, ¿vamos a ser tan cagones como para permitirlo sin hacer nada al respecto?

¡Al diablo con las buenas maneras! A base de sonrisas, palmaditas en el hombro, y palabras lisonjeras, un puñado de mariposones vendidos al mejor postor, nos están llevando a la ruina a todos los españoles. ¿Cómo se puede ser tan cobarde y medroso, y dejarse avasallar sin hacer nada para evitarlo?

Según el testimonio de muchos agricultores almerienses, Marruecos ha entrado con fuerza en el mercado europeo gracias a que “no se están respetando los cupos y precios de los países comunitarios” y el país africano está ofreciendo sus productos “por debajo del precio de entrada establecido”. ¿Y por qué no se echaron a la calle para protestar antes de que se firmase el primer acuerdo UE-Marruecos hace varios años? ¿Por qué no se concentran en los puertos donde se descargan esos productos para impedir su tránsito a la Península?

Si los marroquíes bloquean las fronteras de Ceuta y Melilla, con más razón podemos bloquear nosotros los puertos por donde entran sus mercancías con destino a Europa. ¿Por qué no lo hacemos? No se puede hacer una tortilla sin romper unos cuantos huevos. Cuando despertemos de este falso sueño de abundancia, ya será demasiado tarde para protestar porque no nos quedará nada por lo que hacerlo.

Almería fue una de las provincias más pobres de España durante décadas, por no hablar de siglos. Hace poco más de veinte años, gracias a los cultivos de invernadero en buena medida, Almería abandonó su ancestral subdesarrollo para convertirse en la segunda provincia andaluza en renta per cápita, sólo por detrás de Málaga. ¿Quieren los almerienses regresar a la miseria de épocas pasadas, peor todavía recientes? ¿No? Pues va siendo hora de que le echen bemoles al asunto. Ellos y el resto de españoles.

Desde el pasado 23 de diciembre, el precio de venta a intermediarios de estos productos agrícolas se encuentra en un imparable descenso continuado en la provincia. Por si fuera poco, el problema se agrava con las complicaciones que están sufriendo el sector logístico y el de transporte, típicos en invierno en Almería, pero que no afectan de modo tan dramático a los cultivos marroquíes.

Lo que solicitan tardíamente estos empresarios almerienses es que la delicuescente ministra de Agricultura, Rosa Aguilar, ponga en marcha cuanto antes los prometidos controles a los productos agrícolas procedentes de Marruecos, para evitar que entren en la Unión Europea con precios más bajos de los permitidos. ¡Demasiado tarde para esto! Cuando se retrocede continuamente sin luchar, se acaba acorralado entre la espada y la pared. Este sector, como tantos otros, ya está herido de muerte. El tiempo de “pedir” controles, pasó. Es tiempo de “exigirlos” con vehemencia.

Hagamos un breve resumen de la situación: La ministra de Medio Ambiente y Medio Rural y Marino, Rosa Aguilar, aseguró falazmente el pasado 13 de diciembre que se haría un seguimiento “exhaustivo” del impacto del acuerdo comercial de productos agrícolas y pesqueros que firmaron por entonces Marruecos y la Unión Europea, y que España debería haber vetado. Ni entonces ni ahora se ha hecho nada. Es más, llevamos años sin hacer nada. Salvo bautizar con una larguísima ristra de actividades a un ministerio tan fútil como insubstancial, y poner al frente del mismo a algunas mediocridades de probada irrelevancia e ineptitud.

Creo que antes este Ministerio era el de Agricultura, Pesca y Alimentación. Como ya no tiene competencias efectivas en ninguno de estos sectores fundamentales para la economía española, se ha reconvertido en una mamarrachada virtual, con sonoras reminiscencias ecologistas, en la que se pajarea fingiendo que se hace algo, pero sin hacer nada. Mucho “medio” para justificar el sueldo de muchas paniaguadas mediocridades.

Rosa Aguilar, la titular de este ministerio de pantomima, presentó un plan dotado con 200 millones de euros –con la inversión de las comunidades autónomas y el gobierno central- para mejorar tecnológicamente las condiciones de los invernaderos, para así reducir sus costes y hacer al sector del tomate español más competitivo. “Ni rastro de las ayudas” dicen los agricultores. Lo que sucede es que esas “ayudas” procedentes de los fondos de cohesión europeos, han sido derivadas a Marruecos. Ésas como tantas otras.
Con más de 4,5 millones de parados, se siguen trasladando a Marruecos buena parte de nuestras actividades agrícolas e industriales, al tiempo que aquí se recibe con los brazos abiertos a toda la chusma agarena de la que su bondadoso sultán decide deshacerse. Por eso no hay disturbios en Marruecos como los que se han producido en Argelia y Túnez: todos los indeseables marroquíes viven en España desde hace años. Y además viven bien. Mejor que muchos padres de familia españoles desempleados.

Asimismo, gracias a la mantecosa candidez de unos españoles timoratos y bobalicones, y a la mezquina actitud de un puñado de especuladores e intermediarios que se hacen llamar “empresarios”, Marruecos se está llevando muchas de las inversiones europeas que deberían hacerse en España, al tiempo que empresas como RENAULT, de la que el Estado francés es accionista preferente, se plantean trasladar allí sus plantas de Sevilla y Valladolid.

¡No importa! Sigamos suicidándonos fingiendo que somos ricos y jugando al peligroso juego de la solidaridad y el ecumenismo mundial. Cuando estemos sumidos en la indigencia, y el hambre campe por sus respetos, nos alimentaremos rememorando nuestra gloriosa estupidez.

Puedo entender que un sujeto, o sujeta, con una suculenta pensión garantizada por haber calentado un asiento en el Congreso o en el Senado, con un chalecito en Marruecos, y con la maravillosa perspectiva de ser “recolocado” en cualquier empresa “amiga” del Partido, pueda vivir despreocupadamente y dejarse embargar por el espíritu solidario. Pero los que vivimos bajo la constante amenaza de ser “embargados” por el banco, no podemos permitirnos semejantes veleidades. Se trata de “tú, o yo”. Y yo prefiero, sin ambages, que sean los marroquíes los que vivan en la indigencia, antes que tener que experimentarlo en mis propias carnes. Yo no tengo ningún pensionazo asegurado, todo lo contrario. Como tantos españoles, es muy posible que tenga que ejercer de mendigo muy pronto.

Para completar este vergonzoso cuadro, a los “menores” marroquíes se les sigue subvencionando con casi 1.000 euros mensuales para que sigan robando, violando y haraganeando en nuestro país. A ésos, que no les falte de nada. Pero, de momento, a los parados de larga duración ni un euro más. Y si no pueden pagar sus casas porque están en situación de desempleo: ¡a la puta calle! Desahuciados por la vía judicial y sin posibilidad de amparo. ¡Con dos cojones!

Poco importa que el municipio sevillano de Écija acabe engullido por las aguas: ni una mísera ayuda de nadie; ni de su propio ayuntamiento. Allí no se ha visto a la UME, ni a Protección Civil, ni a las ONGs solidarias, ni a Perico el de los Palotes. ¡Nadie!, ¡nada!
Eso sí, cuando tuvo lugar el terremoto de Alhucemas, el 24 de febrero de 2004, el Gobierno de entonces (todavía del Partido Popular) y las ONGs turístico-solidarias, se volcaron mandando ayuda. Inmediatamente se organizaron colectas y cuestaciones en las principales radios y televisiones para mandar dinero a los damnificados. Apenas dos semanas después, el 11 de marzo, los “agradecidos” marroquíes nos demostraron su gratitud minando de explosivos los trenes de Atocha.

Del “¡Queremos saber!” hemos pasado al “¡Me importa un bledo!”. Ya tenemos bastante felicidad despreocupándonos de todo, dejándonos mangonear por “los que saben de esto”, como preconizaban “macarenamente” Los del Río, e intercambiando “ositos amorosos” y otras soplagaiteces en las páginas del sectario Fakebook. Pd: no es una errata.

Marruecos arruina a los agricultores españoles

Antonio Pérez Omister
Antonio Pérez Omister
sábado, 8 de enero de 2011, 09:22 h (CET)
Hay que ir pensando en agarrar al toro por los cuernos: decirle claramente a Europa que o Marruecos, o España. Si el país africano va a seguir disfrutando de todas las ventajas de comerciar libremente con la UE, sin ninguna de las muchas desventajas que eso comporta, más vale que nos salgamos de la UE, cerremos las fronteras con Marruecos, y negociamos directamente con los agarenos de ahora en adelante.

Ni que decir tiene que todo eso pasa por un cambio de Gobierno a través de las urnas. Los que están ahora sólo sirven para lamerle el culo al sátrapa de Rabat, a costa de lesionar gravemente los intereses de España.

Estas pasadas navidades, el tomate marroquí ha dinamitado los precios del mercado español por la ausencia del control que prometió la ministra “tránsfuga” Rosa Aguilar. Ayer comunista, hoy socialista. Mañana… ¡quién sabe! En cualquier caso, lo haga bien o mal como ministra, seguirá adherida a la mamandurria pública.

Los agricultores almerienses no levantan cabeza desde que el pasado mes de diciembre la Unión Europea y Marruecos firmaron un convenio comercial, otro más, que permite la entrada indiscriminada y a tutiplén de productos del campo magrebí en el mercado español.

Cuando muchos esperábamos una contundente reprimenda por parte de Bruselas, ése fue el “premio” que recibió Rabat por su brutal represión en los campos de refugiados del Sáhara: un aumento de sus cupos de exportaciones agrícolas a la UE a costa de la siempre bobalicona España. Una componenda que se ya se había gestado durante la patética y ficticia presidencia de Zapatero de la UE. ¿Recuerdan la famosa minicumbre “europea” con Marruecos como único asistente? Pues eso. Las payasadas de Zp acaban costándonos dinero, y ahora, cuando ya es demasiado tarde, los agricultores almerienses reclaman a la inane Rosa Aguilar que ponga en marcha los controles que juró o prometió. Los mismos controles que jamás existieron, ni en el espíritu ni en la letra de los acuerdos suscritos por la UE con Marruecos. ¿Por qué? Pues porque a los europeos sólo les importa comprar los tomates más baratos, sin importarles de donde vengan. El resto es problema nuestro, no de ellos.

Ya es demasiado tarde para protestar. Los agricultores deberían haberse movilizado hace años, mostrándose tan intransigentes con Marruecos, como los agricultores franceses lo fueron con España después de nuestra entrada en el Mercado Común. Marruecos no forma parte de Europa, y la competencia de sus productos agrícolas es desleal y está completamente fuera de lugar. No hay que darle más vueltas al asunto. No hay que dejarse engatusar por la verborrea buenista y decir NO de una vez por todas. Los problemas de Marruecos son de los marroquíes, no nuestros.

Las principales organizaciones agrarias señalan que “la entrada de calabacín y tomate marroquí en España es el principal factor que está provocando la caída en picado de los precios de mercado”. ¿Vamos a acabar de arruinar el campo español para que Marruecos se beneficie con nuestra indigencia?, ¿vamos a ser tan cagones como para permitirlo sin hacer nada al respecto?

¡Al diablo con las buenas maneras! A base de sonrisas, palmaditas en el hombro, y palabras lisonjeras, un puñado de mariposones vendidos al mejor postor, nos están llevando a la ruina a todos los españoles. ¿Cómo se puede ser tan cobarde y medroso, y dejarse avasallar sin hacer nada para evitarlo?

Según el testimonio de muchos agricultores almerienses, Marruecos ha entrado con fuerza en el mercado europeo gracias a que “no se están respetando los cupos y precios de los países comunitarios” y el país africano está ofreciendo sus productos “por debajo del precio de entrada establecido”. ¿Y por qué no se echaron a la calle para protestar antes de que se firmase el primer acuerdo UE-Marruecos hace varios años? ¿Por qué no se concentran en los puertos donde se descargan esos productos para impedir su tránsito a la Península?

Si los marroquíes bloquean las fronteras de Ceuta y Melilla, con más razón podemos bloquear nosotros los puertos por donde entran sus mercancías con destino a Europa. ¿Por qué no lo hacemos? No se puede hacer una tortilla sin romper unos cuantos huevos. Cuando despertemos de este falso sueño de abundancia, ya será demasiado tarde para protestar porque no nos quedará nada por lo que hacerlo.

Almería fue una de las provincias más pobres de España durante décadas, por no hablar de siglos. Hace poco más de veinte años, gracias a los cultivos de invernadero en buena medida, Almería abandonó su ancestral subdesarrollo para convertirse en la segunda provincia andaluza en renta per cápita, sólo por detrás de Málaga. ¿Quieren los almerienses regresar a la miseria de épocas pasadas, peor todavía recientes? ¿No? Pues va siendo hora de que le echen bemoles al asunto. Ellos y el resto de españoles.

Desde el pasado 23 de diciembre, el precio de venta a intermediarios de estos productos agrícolas se encuentra en un imparable descenso continuado en la provincia. Por si fuera poco, el problema se agrava con las complicaciones que están sufriendo el sector logístico y el de transporte, típicos en invierno en Almería, pero que no afectan de modo tan dramático a los cultivos marroquíes.

Lo que solicitan tardíamente estos empresarios almerienses es que la delicuescente ministra de Agricultura, Rosa Aguilar, ponga en marcha cuanto antes los prometidos controles a los productos agrícolas procedentes de Marruecos, para evitar que entren en la Unión Europea con precios más bajos de los permitidos. ¡Demasiado tarde para esto! Cuando se retrocede continuamente sin luchar, se acaba acorralado entre la espada y la pared. Este sector, como tantos otros, ya está herido de muerte. El tiempo de “pedir” controles, pasó. Es tiempo de “exigirlos” con vehemencia.

Hagamos un breve resumen de la situación: La ministra de Medio Ambiente y Medio Rural y Marino, Rosa Aguilar, aseguró falazmente el pasado 13 de diciembre que se haría un seguimiento “exhaustivo” del impacto del acuerdo comercial de productos agrícolas y pesqueros que firmaron por entonces Marruecos y la Unión Europea, y que España debería haber vetado. Ni entonces ni ahora se ha hecho nada. Es más, llevamos años sin hacer nada. Salvo bautizar con una larguísima ristra de actividades a un ministerio tan fútil como insubstancial, y poner al frente del mismo a algunas mediocridades de probada irrelevancia e ineptitud.

Creo que antes este Ministerio era el de Agricultura, Pesca y Alimentación. Como ya no tiene competencias efectivas en ninguno de estos sectores fundamentales para la economía española, se ha reconvertido en una mamarrachada virtual, con sonoras reminiscencias ecologistas, en la que se pajarea fingiendo que se hace algo, pero sin hacer nada. Mucho “medio” para justificar el sueldo de muchas paniaguadas mediocridades.

Rosa Aguilar, la titular de este ministerio de pantomima, presentó un plan dotado con 200 millones de euros –con la inversión de las comunidades autónomas y el gobierno central- para mejorar tecnológicamente las condiciones de los invernaderos, para así reducir sus costes y hacer al sector del tomate español más competitivo. “Ni rastro de las ayudas” dicen los agricultores. Lo que sucede es que esas “ayudas” procedentes de los fondos de cohesión europeos, han sido derivadas a Marruecos. Ésas como tantas otras.
Con más de 4,5 millones de parados, se siguen trasladando a Marruecos buena parte de nuestras actividades agrícolas e industriales, al tiempo que aquí se recibe con los brazos abiertos a toda la chusma agarena de la que su bondadoso sultán decide deshacerse. Por eso no hay disturbios en Marruecos como los que se han producido en Argelia y Túnez: todos los indeseables marroquíes viven en España desde hace años. Y además viven bien. Mejor que muchos padres de familia españoles desempleados.

Asimismo, gracias a la mantecosa candidez de unos españoles timoratos y bobalicones, y a la mezquina actitud de un puñado de especuladores e intermediarios que se hacen llamar “empresarios”, Marruecos se está llevando muchas de las inversiones europeas que deberían hacerse en España, al tiempo que empresas como RENAULT, de la que el Estado francés es accionista preferente, se plantean trasladar allí sus plantas de Sevilla y Valladolid.

¡No importa! Sigamos suicidándonos fingiendo que somos ricos y jugando al peligroso juego de la solidaridad y el ecumenismo mundial. Cuando estemos sumidos en la indigencia, y el hambre campe por sus respetos, nos alimentaremos rememorando nuestra gloriosa estupidez.

Puedo entender que un sujeto, o sujeta, con una suculenta pensión garantizada por haber calentado un asiento en el Congreso o en el Senado, con un chalecito en Marruecos, y con la maravillosa perspectiva de ser “recolocado” en cualquier empresa “amiga” del Partido, pueda vivir despreocupadamente y dejarse embargar por el espíritu solidario. Pero los que vivimos bajo la constante amenaza de ser “embargados” por el banco, no podemos permitirnos semejantes veleidades. Se trata de “tú, o yo”. Y yo prefiero, sin ambages, que sean los marroquíes los que vivan en la indigencia, antes que tener que experimentarlo en mis propias carnes. Yo no tengo ningún pensionazo asegurado, todo lo contrario. Como tantos españoles, es muy posible que tenga que ejercer de mendigo muy pronto.

Para completar este vergonzoso cuadro, a los “menores” marroquíes se les sigue subvencionando con casi 1.000 euros mensuales para que sigan robando, violando y haraganeando en nuestro país. A ésos, que no les falte de nada. Pero, de momento, a los parados de larga duración ni un euro más. Y si no pueden pagar sus casas porque están en situación de desempleo: ¡a la puta calle! Desahuciados por la vía judicial y sin posibilidad de amparo. ¡Con dos cojones!

Poco importa que el municipio sevillano de Écija acabe engullido por las aguas: ni una mísera ayuda de nadie; ni de su propio ayuntamiento. Allí no se ha visto a la UME, ni a Protección Civil, ni a las ONGs solidarias, ni a Perico el de los Palotes. ¡Nadie!, ¡nada!
Eso sí, cuando tuvo lugar el terremoto de Alhucemas, el 24 de febrero de 2004, el Gobierno de entonces (todavía del Partido Popular) y las ONGs turístico-solidarias, se volcaron mandando ayuda. Inmediatamente se organizaron colectas y cuestaciones en las principales radios y televisiones para mandar dinero a los damnificados. Apenas dos semanas después, el 11 de marzo, los “agradecidos” marroquíes nos demostraron su gratitud minando de explosivos los trenes de Atocha.

Del “¡Queremos saber!” hemos pasado al “¡Me importa un bledo!”. Ya tenemos bastante felicidad despreocupándonos de todo, dejándonos mangonear por “los que saben de esto”, como preconizaban “macarenamente” Los del Río, e intercambiando “ositos amorosos” y otras soplagaiteces en las páginas del sectario Fakebook. Pd: no es una errata.

Noticias relacionadas

Hoy quisiera invitarlos a reflexionar sobre un aspecto de la vida actual que parece extremadamente novedoso por sus avances agigantados en el mundo de la tecnología, pero cuyo planteo persiste desde Platón hasta nuestros días, a saber, la realidad virtual inmiscuida hasta el tuétano en nuestra cotidianidad y la posibilidad de que llegue el día en que no podamos distinguir entre "lo real" y "lo virtual".

Algo ocurre con la salud de las democracias en el mundo. Hasta hace pocas décadas, el prestigio de las democracias establecía límites políticos y éticos y articulaba las formas de convivencia entre estados y entre los propios sujetos. Reglas comunes que adquirían vigencia por imperio de lo consuetudinario y de los grandes edificios jurídicos y filosófico político y que se valoraban positivamente en todo el mundo, al que denominábamos presuntuosamente “libre”.

Pienso que habrá cada vez más Cat Cafés y no solamente cafeterías, cualquier ciudadano que tenga un negocio podría colaborar. Sólo le hace falta una habitación dedicada a los gatos. Es horrible en muchos países del planeta, el caso de los abandonos de animales, el trato hacia los toros, galgos… las que pasan algunos de ellos… Y sin embargo encuentro gente que se vuelca en ayudarles y llegan a tener un número grande de perros y gatos.

 
Quiénes somos  |   Sobre nosotros  |   Contacto  |   Aviso legal  |   Suscríbete a nuestra RSS Síguenos en Linkedin Síguenos en Facebook Síguenos en Twitter   |  
© Diario Siglo XXI. Periódico digital independiente, plural y abierto | Director: Guillermo Peris Peris
© Diario Siglo XXI. Periódico digital independiente, plural y abierto