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Antonio Pérez Omister

Una sociedad de delatores e intolerantes

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En lugar de fijarse en el excelente ejemplo de la Alemania actual liderada por la canciller Angela Merkel, Zapatero prefiere inspirarse en el caduco modelo de la antigua República Democrática alemana acaudillada por el también socialista Erich Honecker y su siniestra “Stasi”, la policía secreta que utilizaba la delación como elemento de represión.

El mismo sistema de delación entre vecinos que se ha venido utilizando en la Cuba socialista desde hace cinco décadas; o en la martirizada Camboya de los “jemeres rojos” de Pol Pot, un repugnante genocida de ideología también socialista. Por no hablar de la Alemania Nacional Socialista de Adolf Hitler; o de la gloriosa Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas (URSS). Ahora aquí, en España, de lo que se trata es de perseguir a los fumadores como en otras épocas se persiguió encarnizadamente a los judíos o a los disidentes políticos.

En la Rusia zarista, y en la Alemania nazi, también se persiguió a los judíos por razones higiénicas y de “salud pública”. Según la propaganda oficial de la época eran difusores de enfermedades y pandemias. Entonces también se maquillaron las auténticas razones de la persecución con argumentos tan loables como el de “proteger a los niños y a las mujeres embarazadas”.

Todos los regímenes totalitarios citados anteriormente, sin excepción, idílicos “paraísos” socialistas donde los chivatos, soplones, confidentes y delatores anónimos han sido profusamente utilizados para espiar, denunciar y someter a una sociedad alienada y esclavizada porque no supo reaccionar a tiempo, y ver el diabólico peligro que se cernía sobre ella envuelto en empalagosas peroratas buenistas.

España languidece mientras sigue ingiriendo, una tras otra, todas las eméticas mentiras del mismo incompetente charlatán que la ha llevado a la quiebra. La última falacia que ha largado este fantoche al que nadie presta la menor atención fuera de nuestras fronteras, es que “con él la actual situación de España es mejor que en 2004, que el paro ha descendido y que su gobierno es el que más medidas sociales ha aprobado para proteger a los más desfavorecidos”. ¡Hay que tener un rostro granítico para mofarse de la gente de forma tan desvergonzada!

Estas baladronadas después de retrasar la edad de jubilación hasta los 67 años, y de suprimir la prestación de 426 euros a los desempleados de larga duración. Es decir, a todos los parados de este país.

Sin ruborizarse, y sin el menor atisbo de vergüenza torera, este mentecato sigue deleitándose con sus propias mentiras y enfrentando a los españoles en innecesarios antagonismos para distraer nuestra atención de los auténticos problemas que nos acucian: una profunda crisis económica que nos llevará a la ruina y que, dentro de muy poco tiempo, generará terribles conflictos sociales. Si no los ha provocado ya. ¿Qué necesidad había de putear y cabrear, todavía más, a unos ciudadanos ya bastante puteados y cabreados?

En España ya hay gente que pasa hambre, y muchas familias son desahuciadas de sus casas por los mismos bancos que se embolsaron un buen dinero público en concepto de “rescate”. Un dinero que salió de los bolsillos de esos mismos desahuciados y otros contribuyentes. Ahora, para compensar ese “agujero” hay que retrasar la edad de jubilación, recortar las pensiones y suprimir los subsidios a los parados. ¿Es ésa la justicia social del PSOE?

Entretanto, se fomentará la proliferación “espontánea” de soplones, correveidiles, chivatos, confidentes y delatores para amedrentar a la ciudadanía. Primero a los hombres que discutan en voz alta con sus esposas o parejas. Después a los fumadores. Más tarde a las madres que propinen un cachete en las posaderas a sus retoños. Después seguiremos con los que osen comer hamburguesas de más de 400 gramos. La señora Salgado, o cualquier otra anoréxica mediocridad del Partido, nos dirán lo que podemos comer y lo que debemos pesar. La obesidad mórbida, o el más ligero sobrepeso, serán motivo de despido laboral.

Luego se animará a las mujeres a abortar y, después del primer parto, se las “invitará” a esterilizarse porque el Estado habrá decidido establecer un control demográfico para optimizar y racionalizar los recursos del país. También se fomentará la eutanasia: primero entre los enfermos terminales; después entre los ancianos más longevos. Finalmente, entre los que sean considerados “improductivos” y supongan una carga para el Estado: el mismo colectivo al que hoy nos referimos cariñosamente como la Tercera Edad.

Puede que Zapatero y su patulea de correligionarios y acólitos tengan mucho que agradecer a los “confidentes”. Gracias a unos zarrapastrosos confidentes agarenos hoy están donde están. Pero el resto no les debemos nada a aquellos pordioseros de Lavapiés.

En cualquier empresa privada, cuando el empleado no desempeña las funciones para las que fue contratado a gusto del empleador, es despedido fulminantemente de forma procedente, y sin derecho a percibir ninguna indemnización. Pues bien, es evidente que este maletilla, y los monosabios y subalternas que le secundan, no realizan su faena de modo satisfactorio ni eficiente. ¿Por qué, entonces, no podemos despedirles con abucheos?

¿Por qué no tenemos más remedio que aguantarles otro año y pico más?, ¿acaso no escuchan los avisos y los pitidos del respetable? No se merecen que les saquemos en hombros de la plaza, sino a patadas. Eso sí, siempre a través de las urnas.

El proyecto político de este individuo, suponiendo que haya tenido alguno más allá de la “alianza de civilizaciones” y otras mamarrachadas, está agotado. Totalmente consumido, descarnado y roído por los gusanos necrófagos del fracaso. Como los restos putrefactos de un cadáver insepulto. ¿Por qué no se va dignamente, antes de que le echen las urnas bochornosamente?

Los enfrentamientos a cuenta de la ley antitabaco, o de la ley Sinde contra la libertad en internet, funcionarán como eficaces cortinas de humo durante algún tiempo. Pero sólo servirán para alargar la agonía de un gobierno que nació muerto. A los ciudadanos de este país no nos sobra el tiempo para despilfarrarlo. No nos espera ningún chalecito en Marruecos, ni un pensionazo millonario, o un inmerecido sueldazo por calentar una silla “eléctrica” de vez en cuando “enchufados” en Fenosa.

El bagaje de este gobierno de pantomima es mefítico. Aun más nauseabundo que el pútrido legado de los anteriores gobiernos socialistas presididos por González y caracterizados, entre otras cosas, por haber practicado el terrorismo de Estado.

La fetidez que dejaron aquéllos en las cloacas del Estado, éstos no sólo no la han eliminado, sino que la han incrementado arrojando más podredumbre por los desagües y atufándonos con su hediondez.

Promover el enfrentamiento y la delación entre los ciudadanos sólo es propio de gobernantes tiránicos y deleznables. Exactamente, los que nos hemos dado.

Si usted, lector, es fumador y católico; ya tiene dos motivos para no votar a este individuo, o al que se presente en su lugar como candidato del PSOE a la presidencia del Gobierno en 2012. Si además está en situación de desempleo, ya tiene 3 motivos. Podría seguir enumerando razones, pero prefiero que cada quien las descubra por sí mismo. Un poco de reflexión e introspección no nos harán ningún daño.

Una sociedad de delatores e intolerantes

Antonio Pérez Omister
Antonio Pérez Omister
jueves, 6 de enero de 2011, 09:56 h (CET)
En lugar de fijarse en el excelente ejemplo de la Alemania actual liderada por la canciller Angela Merkel, Zapatero prefiere inspirarse en el caduco modelo de la antigua República Democrática alemana acaudillada por el también socialista Erich Honecker y su siniestra “Stasi”, la policía secreta que utilizaba la delación como elemento de represión.

El mismo sistema de delación entre vecinos que se ha venido utilizando en la Cuba socialista desde hace cinco décadas; o en la martirizada Camboya de los “jemeres rojos” de Pol Pot, un repugnante genocida de ideología también socialista. Por no hablar de la Alemania Nacional Socialista de Adolf Hitler; o de la gloriosa Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas (URSS). Ahora aquí, en España, de lo que se trata es de perseguir a los fumadores como en otras épocas se persiguió encarnizadamente a los judíos o a los disidentes políticos.

En la Rusia zarista, y en la Alemania nazi, también se persiguió a los judíos por razones higiénicas y de “salud pública”. Según la propaganda oficial de la época eran difusores de enfermedades y pandemias. Entonces también se maquillaron las auténticas razones de la persecución con argumentos tan loables como el de “proteger a los niños y a las mujeres embarazadas”.

Todos los regímenes totalitarios citados anteriormente, sin excepción, idílicos “paraísos” socialistas donde los chivatos, soplones, confidentes y delatores anónimos han sido profusamente utilizados para espiar, denunciar y someter a una sociedad alienada y esclavizada porque no supo reaccionar a tiempo, y ver el diabólico peligro que se cernía sobre ella envuelto en empalagosas peroratas buenistas.

España languidece mientras sigue ingiriendo, una tras otra, todas las eméticas mentiras del mismo incompetente charlatán que la ha llevado a la quiebra. La última falacia que ha largado este fantoche al que nadie presta la menor atención fuera de nuestras fronteras, es que “con él la actual situación de España es mejor que en 2004, que el paro ha descendido y que su gobierno es el que más medidas sociales ha aprobado para proteger a los más desfavorecidos”. ¡Hay que tener un rostro granítico para mofarse de la gente de forma tan desvergonzada!

Estas baladronadas después de retrasar la edad de jubilación hasta los 67 años, y de suprimir la prestación de 426 euros a los desempleados de larga duración. Es decir, a todos los parados de este país.

Sin ruborizarse, y sin el menor atisbo de vergüenza torera, este mentecato sigue deleitándose con sus propias mentiras y enfrentando a los españoles en innecesarios antagonismos para distraer nuestra atención de los auténticos problemas que nos acucian: una profunda crisis económica que nos llevará a la ruina y que, dentro de muy poco tiempo, generará terribles conflictos sociales. Si no los ha provocado ya. ¿Qué necesidad había de putear y cabrear, todavía más, a unos ciudadanos ya bastante puteados y cabreados?

En España ya hay gente que pasa hambre, y muchas familias son desahuciadas de sus casas por los mismos bancos que se embolsaron un buen dinero público en concepto de “rescate”. Un dinero que salió de los bolsillos de esos mismos desahuciados y otros contribuyentes. Ahora, para compensar ese “agujero” hay que retrasar la edad de jubilación, recortar las pensiones y suprimir los subsidios a los parados. ¿Es ésa la justicia social del PSOE?

Entretanto, se fomentará la proliferación “espontánea” de soplones, correveidiles, chivatos, confidentes y delatores para amedrentar a la ciudadanía. Primero a los hombres que discutan en voz alta con sus esposas o parejas. Después a los fumadores. Más tarde a las madres que propinen un cachete en las posaderas a sus retoños. Después seguiremos con los que osen comer hamburguesas de más de 400 gramos. La señora Salgado, o cualquier otra anoréxica mediocridad del Partido, nos dirán lo que podemos comer y lo que debemos pesar. La obesidad mórbida, o el más ligero sobrepeso, serán motivo de despido laboral.

Luego se animará a las mujeres a abortar y, después del primer parto, se las “invitará” a esterilizarse porque el Estado habrá decidido establecer un control demográfico para optimizar y racionalizar los recursos del país. También se fomentará la eutanasia: primero entre los enfermos terminales; después entre los ancianos más longevos. Finalmente, entre los que sean considerados “improductivos” y supongan una carga para el Estado: el mismo colectivo al que hoy nos referimos cariñosamente como la Tercera Edad.

Puede que Zapatero y su patulea de correligionarios y acólitos tengan mucho que agradecer a los “confidentes”. Gracias a unos zarrapastrosos confidentes agarenos hoy están donde están. Pero el resto no les debemos nada a aquellos pordioseros de Lavapiés.

En cualquier empresa privada, cuando el empleado no desempeña las funciones para las que fue contratado a gusto del empleador, es despedido fulminantemente de forma procedente, y sin derecho a percibir ninguna indemnización. Pues bien, es evidente que este maletilla, y los monosabios y subalternas que le secundan, no realizan su faena de modo satisfactorio ni eficiente. ¿Por qué, entonces, no podemos despedirles con abucheos?

¿Por qué no tenemos más remedio que aguantarles otro año y pico más?, ¿acaso no escuchan los avisos y los pitidos del respetable? No se merecen que les saquemos en hombros de la plaza, sino a patadas. Eso sí, siempre a través de las urnas.

El proyecto político de este individuo, suponiendo que haya tenido alguno más allá de la “alianza de civilizaciones” y otras mamarrachadas, está agotado. Totalmente consumido, descarnado y roído por los gusanos necrófagos del fracaso. Como los restos putrefactos de un cadáver insepulto. ¿Por qué no se va dignamente, antes de que le echen las urnas bochornosamente?

Los enfrentamientos a cuenta de la ley antitabaco, o de la ley Sinde contra la libertad en internet, funcionarán como eficaces cortinas de humo durante algún tiempo. Pero sólo servirán para alargar la agonía de un gobierno que nació muerto. A los ciudadanos de este país no nos sobra el tiempo para despilfarrarlo. No nos espera ningún chalecito en Marruecos, ni un pensionazo millonario, o un inmerecido sueldazo por calentar una silla “eléctrica” de vez en cuando “enchufados” en Fenosa.

El bagaje de este gobierno de pantomima es mefítico. Aun más nauseabundo que el pútrido legado de los anteriores gobiernos socialistas presididos por González y caracterizados, entre otras cosas, por haber practicado el terrorismo de Estado.

La fetidez que dejaron aquéllos en las cloacas del Estado, éstos no sólo no la han eliminado, sino que la han incrementado arrojando más podredumbre por los desagües y atufándonos con su hediondez.

Promover el enfrentamiento y la delación entre los ciudadanos sólo es propio de gobernantes tiránicos y deleznables. Exactamente, los que nos hemos dado.

Si usted, lector, es fumador y católico; ya tiene dos motivos para no votar a este individuo, o al que se presente en su lugar como candidato del PSOE a la presidencia del Gobierno en 2012. Si además está en situación de desempleo, ya tiene 3 motivos. Podría seguir enumerando razones, pero prefiero que cada quien las descubra por sí mismo. Un poco de reflexión e introspección no nos harán ningún daño.

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