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José María Blázquez

2011, una nueva odisea

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Dirigirse a una reunión familiar en estas fechas es lo más cercano que conozco a esos personajes de una película que sabes que están a punto de palmarla. No se trata sólo de sobrevivir a la propia familia (que unos tienen más suerte que otros), sino también al reencuentro con aquellos viejos amigos que solamente ves de año en año (y gracias) en nochevieja. La cara de póker no se aleja ni un momento de tu rostro, porque sabes que alguien, en algún momento, va a lanzar una bomba. Me recuerda a la reunión en ‘Un funeral de muerte’ de Frank Oz (no confundir con aquel innecesario remake americano que convirtió la obra maestra original en un pastiche que pretenden justificar mediante el cambio racial), en la que hay mucha tensión entre los asistentes al entierro, familia y amigos, hasta que pequeñas C4 van estallando hasta los fuegos artificiales finales. No tiene por qué darse casos tan exagerados, pero desde luego siempre hay bombas que están tejiéndose en secreto hasta que explotan. Es el momento de informar a los presentes de un divorcio, un embarazo, un tipo de orientación sexual que nada de gracia va a hacer a tus progenitores (caso de la película italiana que comentábamos el otro día), una enfermedad (‘Los amigos de Peter’) o una próxima boda. Esto es justo lo que me pasó a mi estas navidades. Tres de los cinco amigos que quedamos todavía activos en el grupo nos encontrábamos hablando sobre el futuro, el pasado reciente y sobre situaciones sentimentales actuales. Tras hora y media poniéndonos al día unos con otros, uno de ellos aprovechó un silencio para decir resoplando: “si es que ya tenemos una ‘tupa’ de años”. Le miramos rápidamente frunciendo el ceño. Miró hacia abajo y de pronto se confirmaron nuestros temores: “bueno chicos, que me caso”. Silencio general. Yo sólo estaba atando cabos dándome cuenta de cómo había ido preparando el terreno. Lo demás, pueden imaginárselo ustedes.

La vida no es como una caja de bombones, es como la guerra de Vietnam (véase ‘La chaqueta metálica’). Estás en un escuadrón en el que siempre aflora un líder, y es lógico pensar que de esos compañeros sientas una mayor afinidad con unos que con otros. Después, según avanza la misión muchos van cayendo por el camino y al final… al final, no quedan los más fuertes, sino ¿los más cautos y afortunados? Nuestro número de miembros activos en el escuadrón ha bajado a cuatro. No entiendan esto como una apología en contra del matrimonio. La vida debería ser una constante evolución. Unos lo hacen de una manera, otros de otra y muchos simplemente no llegan nunca a planteárselo. Como decía Óscar Wilde: “"Para la mayoría de nosotros, la vida verdadera es la vida que no llevamos".

Si las películas suelen estrenarse los viernes, ¿qué ocurre cuando coincide ese día con la nochevieja? Pues muy sencillo, que lo cambian de día. Si alguno pensaba que la industria cinematográfica ignoraba que nadie iba a ir a una sala a ver un largometraje esa noche a no ser que haya un montón de comida, uvas y mucho alcohol acompañando a las palomitas, está equivocado. Solución: esta semana los estrenos se produjeron el miércoles. Hay tradiciones que todavía tienen mucho peso en nuestra sociedad. Que tengan un próspero 2011 (pese a los pronósticos generalistas nada halagüeños) y espero verles de vuelta en esta sección durante el nuevo año (si sobreviven a sus reuniones familiares, claro está).

2011, una nueva odisea

José María Blázquez
José María Blázquez
sábado, 1 de enero de 2011, 09:41 h (CET)
Dirigirse a una reunión familiar en estas fechas es lo más cercano que conozco a esos personajes de una película que sabes que están a punto de palmarla. No se trata sólo de sobrevivir a la propia familia (que unos tienen más suerte que otros), sino también al reencuentro con aquellos viejos amigos que solamente ves de año en año (y gracias) en nochevieja. La cara de póker no se aleja ni un momento de tu rostro, porque sabes que alguien, en algún momento, va a lanzar una bomba. Me recuerda a la reunión en ‘Un funeral de muerte’ de Frank Oz (no confundir con aquel innecesario remake americano que convirtió la obra maestra original en un pastiche que pretenden justificar mediante el cambio racial), en la que hay mucha tensión entre los asistentes al entierro, familia y amigos, hasta que pequeñas C4 van estallando hasta los fuegos artificiales finales. No tiene por qué darse casos tan exagerados, pero desde luego siempre hay bombas que están tejiéndose en secreto hasta que explotan. Es el momento de informar a los presentes de un divorcio, un embarazo, un tipo de orientación sexual que nada de gracia va a hacer a tus progenitores (caso de la película italiana que comentábamos el otro día), una enfermedad (‘Los amigos de Peter’) o una próxima boda. Esto es justo lo que me pasó a mi estas navidades. Tres de los cinco amigos que quedamos todavía activos en el grupo nos encontrábamos hablando sobre el futuro, el pasado reciente y sobre situaciones sentimentales actuales. Tras hora y media poniéndonos al día unos con otros, uno de ellos aprovechó un silencio para decir resoplando: “si es que ya tenemos una ‘tupa’ de años”. Le miramos rápidamente frunciendo el ceño. Miró hacia abajo y de pronto se confirmaron nuestros temores: “bueno chicos, que me caso”. Silencio general. Yo sólo estaba atando cabos dándome cuenta de cómo había ido preparando el terreno. Lo demás, pueden imaginárselo ustedes.

La vida no es como una caja de bombones, es como la guerra de Vietnam (véase ‘La chaqueta metálica’). Estás en un escuadrón en el que siempre aflora un líder, y es lógico pensar que de esos compañeros sientas una mayor afinidad con unos que con otros. Después, según avanza la misión muchos van cayendo por el camino y al final… al final, no quedan los más fuertes, sino ¿los más cautos y afortunados? Nuestro número de miembros activos en el escuadrón ha bajado a cuatro. No entiendan esto como una apología en contra del matrimonio. La vida debería ser una constante evolución. Unos lo hacen de una manera, otros de otra y muchos simplemente no llegan nunca a planteárselo. Como decía Óscar Wilde: “"Para la mayoría de nosotros, la vida verdadera es la vida que no llevamos".

Si las películas suelen estrenarse los viernes, ¿qué ocurre cuando coincide ese día con la nochevieja? Pues muy sencillo, que lo cambian de día. Si alguno pensaba que la industria cinematográfica ignoraba que nadie iba a ir a una sala a ver un largometraje esa noche a no ser que haya un montón de comida, uvas y mucho alcohol acompañando a las palomitas, está equivocado. Solución: esta semana los estrenos se produjeron el miércoles. Hay tradiciones que todavía tienen mucho peso en nuestra sociedad. Que tengan un próspero 2011 (pese a los pronósticos generalistas nada halagüeños) y espero verles de vuelta en esta sección durante el nuevo año (si sobreviven a sus reuniones familiares, claro está).

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