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Francisco Javier Sánchez

Las dos caras de un equipo en doce meses

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El 2010 comenzaba de la peor forma posible para el Rayo Vallecano. Despidos, malos resultados y coqueteos con el descenso que acabarían con el histórico ascenso del filial, el punto de inflexión que el equipo necesitaba.

Tras empezar la temporada 09/10 con el objetivo y la ilusión de pelear por el ascenso, el nuevo año comenzaba cambiando de planes a todo el rayismo. Jornada tras jornada y derrota tras derrota, el Rayo Vallecano se veía obligado a dar un giro de 360º a su planteamiento inicial. La nave que por aquel entonces comandaba el ahora entrenador del Betis, Pepe Mel, se hundía domingo tras domingo.

En febrero se fue Mel, después de tres años en Vallecas, y llegó Miñambres - cambiando su hábitat natural de los despachos al área técnica -. El nuevo entrenador no daba con la tecla para dar fin a los continuos malos resultados que acumulaban los franjirrojos. Se salvaron puntos decisivos ante el Huesca, Castellón, Las Palmas o los conseguidos en la última jornada ante el Recreativo, tres puntos que certificaban matemáticamente la permanencia en la Liga Adelante. El Rayo se salvaba así de la quema y podía respirar tranquilo, aunque en las oficinas del club se intensificaba el trabajo de cara a preparar la próxima temporada.

Momento clave.
A pesar del mal resultado obtenido en la clasificación, en junio de 2010 sucede algo histórico en la entidad vallecana. Varios escalones por debajo, en la Tercera División, el filial rayista consigue el ascenso a la Segunda B. El entrenador de este equipo es José Ramón Sandoval, un hombre de cantera, de fútbol base, de los que conocen y saben explotar como nadie las virtudes de los chavales de la casa. Sandoval firma por el primer equipo a mediados de junio. La maquinaria franjirroja comienza a funcionar con un nuevo proyecto que llevará la filosofía de cantera y del buen juego por bandera.




J.R.Sandoval ha tomado las riendas del equipo consiguiendo devolver a la afición rayista la ilusión del ascenso. (rayovallecano.es)



Llegó el periodo de fichajes.
Los meses de verano fueron de trabajo agotador en las oficinas del Teresa Rivero. Varios jugadores se hicieron con el billete de salida: Ruben Castro, Pelegrín, Tena, Edu Albácar o Pachón se despedían de Vallecas para vivir nuevas experiencias lejos de la Avenida de la Albufera. Para contrarrestar todas estas bajas, Sandoval fiel a su promesa, comenzó a subir jugadores de la cantera al primer equipo. Jugadores que hoy son piezas importantes en la pirámide rayista: Arribas, Borja García, Lucas o Provencio, sumados al retorno de Amaya tras su periplo por Inglaterra, Casado, Javi Fuego, Borja Gómez, Juli o Delibasic, y las cesiones de Trejo, Angulo o Armenteros – pichichi del equipo hasta la fecha con diez tantos - se unieron a los Coke, Michel, Aganzo y compañía para formar un bloque bien armado y con claras opciones de pelear por algo grande en la nueva temporada 10/11.

Comienzo inmejorable
En agosto daba comienzo una nueva edición de la Liga Adelante. Una liga que estrenaba formato. El nuevo sistema dotaría de más oportunidades de ascenso para los equipos de la zona alta mediante un play off a doble partido, y con el premio del ascenso directo para los dos mejores clasificados al término de la liga regular.

El inicio de campeonato no pudo ser mejor para el conjunto vallecano. Cinco jornadas disputadas, cinco triunfos, quince puntos. Con este bagaje, el Rayo conseguía la primera posición del campeonato, algo impensable tan solo unos meses atrás. La ilusión, la alegría, la euforia y el optimismo comenzaron a suplantar los fantasmas del pasado. Se volvía a saborear el olor de las grandes tardes en Vallecas y lo más importante, se volvía soñar con el ascenso.




La rápida adaptación de los nuevos jugadores al equipo justifica el buen final de año. (rayovallecano.es)



Tras un año para olvidar, las cosas iban mejorando. En el campo se empezaba a ver otro ambiente, una atmósfera de tranquilidad y de confianza, porque se palpaba que era muy difícil que el rival se llevase los tres puntos en casa, porque la seguridad del equipo jugando en Vallecas era tal, que el contrario se hacía más pequeño con el paso de los minutos en la medida que el aliento de la grada engrandecía cada vez más a los franjirrojos; porque como en cada partido Sandoval se encarga de recordar “en Vallecas, el Rayo siempre juega con doce”.

Llegaron las derrotas, si, solo tres, todas ellas jugando como visitante; el Recreativo fue el único equipo que consiguió arañar un punto del Teresa Rivero. Datos que le han permitido a este nuevo Rayo terminar el 2010 ocupando puesto de ascenso directo. Un año que ha traído de todo: cal y arena, luces y sombras, ilusión y sufrimiento, que se termina mejor que empezó, y que deja la puerta abierta a la esperanza de que el nuevo año continúe de la misma manera que acabó.

2011 debe ser un gran año para el rayismo. Todo dependerá de las experiencias vividas, de los sueños rotos, en definitiva, de aprender de los errores del pasado que han permitido crear una base de trabajo ideal para saber que desde el momento que suenen las campanadas que anuncien la llegada del nuevo año, habrá que ponerse manos a la obra para acabar de la mejor manera posible - allá por el mes de junio - la entusiasta ilusión que comenzó a fraguarse en agosto.

Las dos caras de un equipo en doce meses

Francisco Javier Sánchez
Francisco Javier Sánchez
martes, 28 de diciembre de 2010, 23:00 h (CET)
El 2010 comenzaba de la peor forma posible para el Rayo Vallecano. Despidos, malos resultados y coqueteos con el descenso que acabarían con el histórico ascenso del filial, el punto de inflexión que el equipo necesitaba.

Tras empezar la temporada 09/10 con el objetivo y la ilusión de pelear por el ascenso, el nuevo año comenzaba cambiando de planes a todo el rayismo. Jornada tras jornada y derrota tras derrota, el Rayo Vallecano se veía obligado a dar un giro de 360º a su planteamiento inicial. La nave que por aquel entonces comandaba el ahora entrenador del Betis, Pepe Mel, se hundía domingo tras domingo.

En febrero se fue Mel, después de tres años en Vallecas, y llegó Miñambres - cambiando su hábitat natural de los despachos al área técnica -. El nuevo entrenador no daba con la tecla para dar fin a los continuos malos resultados que acumulaban los franjirrojos. Se salvaron puntos decisivos ante el Huesca, Castellón, Las Palmas o los conseguidos en la última jornada ante el Recreativo, tres puntos que certificaban matemáticamente la permanencia en la Liga Adelante. El Rayo se salvaba así de la quema y podía respirar tranquilo, aunque en las oficinas del club se intensificaba el trabajo de cara a preparar la próxima temporada.

Momento clave.
A pesar del mal resultado obtenido en la clasificación, en junio de 2010 sucede algo histórico en la entidad vallecana. Varios escalones por debajo, en la Tercera División, el filial rayista consigue el ascenso a la Segunda B. El entrenador de este equipo es José Ramón Sandoval, un hombre de cantera, de fútbol base, de los que conocen y saben explotar como nadie las virtudes de los chavales de la casa. Sandoval firma por el primer equipo a mediados de junio. La maquinaria franjirroja comienza a funcionar con un nuevo proyecto que llevará la filosofía de cantera y del buen juego por bandera.




J.R.Sandoval ha tomado las riendas del equipo consiguiendo devolver a la afición rayista la ilusión del ascenso. (rayovallecano.es)



Llegó el periodo de fichajes.
Los meses de verano fueron de trabajo agotador en las oficinas del Teresa Rivero. Varios jugadores se hicieron con el billete de salida: Ruben Castro, Pelegrín, Tena, Edu Albácar o Pachón se despedían de Vallecas para vivir nuevas experiencias lejos de la Avenida de la Albufera. Para contrarrestar todas estas bajas, Sandoval fiel a su promesa, comenzó a subir jugadores de la cantera al primer equipo. Jugadores que hoy son piezas importantes en la pirámide rayista: Arribas, Borja García, Lucas o Provencio, sumados al retorno de Amaya tras su periplo por Inglaterra, Casado, Javi Fuego, Borja Gómez, Juli o Delibasic, y las cesiones de Trejo, Angulo o Armenteros – pichichi del equipo hasta la fecha con diez tantos - se unieron a los Coke, Michel, Aganzo y compañía para formar un bloque bien armado y con claras opciones de pelear por algo grande en la nueva temporada 10/11.

Comienzo inmejorable
En agosto daba comienzo una nueva edición de la Liga Adelante. Una liga que estrenaba formato. El nuevo sistema dotaría de más oportunidades de ascenso para los equipos de la zona alta mediante un play off a doble partido, y con el premio del ascenso directo para los dos mejores clasificados al término de la liga regular.

El inicio de campeonato no pudo ser mejor para el conjunto vallecano. Cinco jornadas disputadas, cinco triunfos, quince puntos. Con este bagaje, el Rayo conseguía la primera posición del campeonato, algo impensable tan solo unos meses atrás. La ilusión, la alegría, la euforia y el optimismo comenzaron a suplantar los fantasmas del pasado. Se volvía a saborear el olor de las grandes tardes en Vallecas y lo más importante, se volvía soñar con el ascenso.




La rápida adaptación de los nuevos jugadores al equipo justifica el buen final de año. (rayovallecano.es)



Tras un año para olvidar, las cosas iban mejorando. En el campo se empezaba a ver otro ambiente, una atmósfera de tranquilidad y de confianza, porque se palpaba que era muy difícil que el rival se llevase los tres puntos en casa, porque la seguridad del equipo jugando en Vallecas era tal, que el contrario se hacía más pequeño con el paso de los minutos en la medida que el aliento de la grada engrandecía cada vez más a los franjirrojos; porque como en cada partido Sandoval se encarga de recordar “en Vallecas, el Rayo siempre juega con doce”.

Llegaron las derrotas, si, solo tres, todas ellas jugando como visitante; el Recreativo fue el único equipo que consiguió arañar un punto del Teresa Rivero. Datos que le han permitido a este nuevo Rayo terminar el 2010 ocupando puesto de ascenso directo. Un año que ha traído de todo: cal y arena, luces y sombras, ilusión y sufrimiento, que se termina mejor que empezó, y que deja la puerta abierta a la esperanza de que el nuevo año continúe de la misma manera que acabó.

2011 debe ser un gran año para el rayismo. Todo dependerá de las experiencias vividas, de los sueños rotos, en definitiva, de aprender de los errores del pasado que han permitido crear una base de trabajo ideal para saber que desde el momento que suenen las campanadas que anuncien la llegada del nuevo año, habrá que ponerse manos a la obra para acabar de la mejor manera posible - allá por el mes de junio - la entusiasta ilusión que comenzó a fraguarse en agosto.

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