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Antonio Pérez Omister

España y la drogodependencia que viene

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Otro de los méritos que cabe atribuirle al nefando Gobierno que hemos venido sufriendo en los últimos seis años y medio, es el de haber convertido a España en el tercer país de la Unión Europea que más droga consume, después de Reino Unido y Chequia.

Entre los españoles, el porcentaje de personas “enganchadas” a las drogas casi duplica la media de la UE. Todo esto mientras el gobierno socialista se dedica a anatemizar a los fumadores poniéndolos al mismo nivel que los drogodependientes y, buscando con ello, la futura “prohibición de la venta de tabaco” que se le viene exigiendo desde la UE para “privatizar” este antiguo negocio estatal, convirtiéndolo en un lucrativo “mercado negro” similar al de las drogas.

Según el Observatorio Europeo de las Drogas y las Toxicomanías (OEDT), España es la “puerta de entrada” de mercancías estupefacientes, tanto para la cocaína –procedente de América- como del cannabis –llegado de Marruecos vía Gibraltar-, lo que aumenta su disponibilidad entre la población debido a lo relativamente “sencillo” que resulta proveerse de estas sustancias. Recordemos que la política de “puertas abiertas” a la inmigración procedente de estas regiones que ha impuesto Bruselas, ha contribuido enormemente a facilitar la “comercialización” de esos productos estupefacientes. A fin de cuentas, cuando se da una situación de “libre mercado” debemos colegir que también se refiere a la distribución de drogas a precios “competitivos” y asequibles.

Según esta institución dependiente de la UE, uno de los factores que explican este comportamiento “yonqui” de los españoles, especialmente de los más jóvenes, está estrechamente relacionado con la afición de éstos a la vida nocturna. Lo que aquí han definido los intelectuales fiesteros y los narcopensadores del botellón y la litrona como el sano deporte de “ir de marcha” y “colocarse” por obligación. La borrachera ya no es una consecuencia indirecta, que se produce de forma accidental, sino que se “sale de marcha” con el único objetivo de agarrar una curda de órdago. Los macrobotellones han sido fomentados por muchos ayuntamientos como una “expresión cultural” de no sabemos qué, del mismo modo que a los pandilleros amerindios, los “hijos de las chachas” que limpian en las casas de los nuevos ricos, y futuros capos del narcotráfico de innecesaria importación, han sido considerados “asociaciones culturales” por el mantecoso gobierno tripartito de Cataluña. El mismo contubernio de politicastros mediocres, obesos y calvorotas, todos ellos y sin excepción, que prohibió las corridas de toros por considerar que se maltrata a los animales, pero que alaba y tolera la Matanza de Cordero como “elemento integrador” de unos salvajes fanatizados a los que ya hubo que dar puerta hace cuatrocientos años porque no se integraban ni a la de tres.

La edad cada vez mayor de los consumidores y los recortes presupuestarios por la crisis económica inducida, son los dos mayores retos a los que se enfrentan las políticas de lucha antidroga en Europa. El Observatorio expone en un informe que el consumo de estupefacientes ha abandonado su carácter tradicionalmente “juvenil” y afecta también, cada vez en mayor medida, a personas de más de 40 años. Sobre todo a aquéllas que han perdido su empleo y que no ven posibilidades de obtener otro. Los divorcios y suicidios entre individuos de este desdichado colectivo, también van en aumento.

En el mismo informe se recuerda que “las comunidades deprimidas y marginadas son siempre las que tienen mayor riesgo de experimentar problemas con las drogas y de sufrir los daños colaterales generados por la delincuencia y el crimen organizado”. La situación de inseguridad ciudadana que hoy se da en México, podríamos padecerla en España, y otros países de Europa, antes de lo que pensamos. Y antes de preocuparnos por combatir la marginalidad en las ciudades marroquíes, trasladando allí nuestras empresas para abortar la proliferación del integrismo islámico de pacotilla, tendríamos que preocuparnos de no provocar ese mismo efecto de guetos marginales en nuestras ciudades, abarrotadas ya de inmigrantes sin oficio ni beneficio. ¿De qué vivirán todos éstos? Pues del narcotráfico y la delincuencia. No les quedará otra salida. Y a los españoles, tampoco.

Ésta es una peligrosa situación que la crisis económica puede agravar, según el mismo documento de la UE que olvida mencionar, muy oportunamente, que dicha situación se ha dado por aplicar las nefastas políticas económicas de Bruselas. Si a la gente le quitan sus empleos, y después los subsidios, ¿de qué vivirán? Ahora acaban de decirnos que nos quedan cinco largos años de miseria por delante. ¿Qué haremos entretanto?

También se estima que el número de los consumidores de drogas mayores de 40 años en Europa se duplicará en el año 2020 respecto a 2000. Especialmente significativo es este proceso en países como España y Portugal, donde el 24 y el 28% de los drogadictos en tratamiento, respectivamente, son desempleados de mediana edad, y padres de familia en muchos casos. En el caso de las mujeres, la drogodependencia está afectando a mujeres divorciadas, también de mediana edad que, tras perder sus empleos, ven cómo si situación financiera se vuelve prácticamente insostenible.

Este grupo de consumidores de estupefacientes de edad avanzada aumentó en España en 15 puntos porcentuales respecto al año 2000, el mayor incremento de toda la Unión Europea. Éste es el bucólico panorama que nos aguarda a los españoles gracias a este engendro llamado Unión Europea y, sobre todo, a nuestra propia desidia. ¿Recuerdan a Los del Río explicando las bondades del Tratado de la Unión? Pues eso. De aquellos polvos, estos lodos.

España y la drogodependencia que viene

Antonio Pérez Omister
Antonio Pérez Omister
sábado, 25 de diciembre de 2010, 07:43 h (CET)
Otro de los méritos que cabe atribuirle al nefando Gobierno que hemos venido sufriendo en los últimos seis años y medio, es el de haber convertido a España en el tercer país de la Unión Europea que más droga consume, después de Reino Unido y Chequia.

Entre los españoles, el porcentaje de personas “enganchadas” a las drogas casi duplica la media de la UE. Todo esto mientras el gobierno socialista se dedica a anatemizar a los fumadores poniéndolos al mismo nivel que los drogodependientes y, buscando con ello, la futura “prohibición de la venta de tabaco” que se le viene exigiendo desde la UE para “privatizar” este antiguo negocio estatal, convirtiéndolo en un lucrativo “mercado negro” similar al de las drogas.

Según el Observatorio Europeo de las Drogas y las Toxicomanías (OEDT), España es la “puerta de entrada” de mercancías estupefacientes, tanto para la cocaína –procedente de América- como del cannabis –llegado de Marruecos vía Gibraltar-, lo que aumenta su disponibilidad entre la población debido a lo relativamente “sencillo” que resulta proveerse de estas sustancias. Recordemos que la política de “puertas abiertas” a la inmigración procedente de estas regiones que ha impuesto Bruselas, ha contribuido enormemente a facilitar la “comercialización” de esos productos estupefacientes. A fin de cuentas, cuando se da una situación de “libre mercado” debemos colegir que también se refiere a la distribución de drogas a precios “competitivos” y asequibles.

Según esta institución dependiente de la UE, uno de los factores que explican este comportamiento “yonqui” de los españoles, especialmente de los más jóvenes, está estrechamente relacionado con la afición de éstos a la vida nocturna. Lo que aquí han definido los intelectuales fiesteros y los narcopensadores del botellón y la litrona como el sano deporte de “ir de marcha” y “colocarse” por obligación. La borrachera ya no es una consecuencia indirecta, que se produce de forma accidental, sino que se “sale de marcha” con el único objetivo de agarrar una curda de órdago. Los macrobotellones han sido fomentados por muchos ayuntamientos como una “expresión cultural” de no sabemos qué, del mismo modo que a los pandilleros amerindios, los “hijos de las chachas” que limpian en las casas de los nuevos ricos, y futuros capos del narcotráfico de innecesaria importación, han sido considerados “asociaciones culturales” por el mantecoso gobierno tripartito de Cataluña. El mismo contubernio de politicastros mediocres, obesos y calvorotas, todos ellos y sin excepción, que prohibió las corridas de toros por considerar que se maltrata a los animales, pero que alaba y tolera la Matanza de Cordero como “elemento integrador” de unos salvajes fanatizados a los que ya hubo que dar puerta hace cuatrocientos años porque no se integraban ni a la de tres.

La edad cada vez mayor de los consumidores y los recortes presupuestarios por la crisis económica inducida, son los dos mayores retos a los que se enfrentan las políticas de lucha antidroga en Europa. El Observatorio expone en un informe que el consumo de estupefacientes ha abandonado su carácter tradicionalmente “juvenil” y afecta también, cada vez en mayor medida, a personas de más de 40 años. Sobre todo a aquéllas que han perdido su empleo y que no ven posibilidades de obtener otro. Los divorcios y suicidios entre individuos de este desdichado colectivo, también van en aumento.

En el mismo informe se recuerda que “las comunidades deprimidas y marginadas son siempre las que tienen mayor riesgo de experimentar problemas con las drogas y de sufrir los daños colaterales generados por la delincuencia y el crimen organizado”. La situación de inseguridad ciudadana que hoy se da en México, podríamos padecerla en España, y otros países de Europa, antes de lo que pensamos. Y antes de preocuparnos por combatir la marginalidad en las ciudades marroquíes, trasladando allí nuestras empresas para abortar la proliferación del integrismo islámico de pacotilla, tendríamos que preocuparnos de no provocar ese mismo efecto de guetos marginales en nuestras ciudades, abarrotadas ya de inmigrantes sin oficio ni beneficio. ¿De qué vivirán todos éstos? Pues del narcotráfico y la delincuencia. No les quedará otra salida. Y a los españoles, tampoco.

Ésta es una peligrosa situación que la crisis económica puede agravar, según el mismo documento de la UE que olvida mencionar, muy oportunamente, que dicha situación se ha dado por aplicar las nefastas políticas económicas de Bruselas. Si a la gente le quitan sus empleos, y después los subsidios, ¿de qué vivirán? Ahora acaban de decirnos que nos quedan cinco largos años de miseria por delante. ¿Qué haremos entretanto?

También se estima que el número de los consumidores de drogas mayores de 40 años en Europa se duplicará en el año 2020 respecto a 2000. Especialmente significativo es este proceso en países como España y Portugal, donde el 24 y el 28% de los drogadictos en tratamiento, respectivamente, son desempleados de mediana edad, y padres de familia en muchos casos. En el caso de las mujeres, la drogodependencia está afectando a mujeres divorciadas, también de mediana edad que, tras perder sus empleos, ven cómo si situación financiera se vuelve prácticamente insostenible.

Este grupo de consumidores de estupefacientes de edad avanzada aumentó en España en 15 puntos porcentuales respecto al año 2000, el mayor incremento de toda la Unión Europea. Éste es el bucólico panorama que nos aguarda a los españoles gracias a este engendro llamado Unión Europea y, sobre todo, a nuestra propia desidia. ¿Recuerdan a Los del Río explicando las bondades del Tratado de la Unión? Pues eso. De aquellos polvos, estos lodos.

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El diccionario es permisivo, incluye la rigidez en la delimitación de las entradas y salidas; al tiempo que acoge la pérdida de los formatos cerebrales a la hora de regular las ideas entrantes o las emitidas tras elucubraciones varias. A veces no está tan claro si apreciamos más los desajustes o seguimos fieles a ciertos límites establecidos.

 
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