Con ‘Entrelobos’ aún en cartelera, esta semana llega a los cines ‘Bruc, el desafío’, en la que el omnipresente Juan José Ballesta vuelve a calzarse el atuendo de “niño salvaje”. En esta ocasión, su personaje se inspira en la leyenda del Bruc, según la cual un joven pastor, Isidre Lluçà i Casanoves, puso en fuga a las tropas napoleónicas gracias a su tambor y con la colaboración del eco de las montañas de Montserrat.
Tomando como punto de partida dicha leyenda, Daniel Benmayor, siguiendo en cierto modo la línea de ‘Paintball’, convierte la película en la historia de una persecución: la que encarga el mismísimo Napoleón a un grupo de mercenarios al mando de un convincente Vincent Perez, que tratan de atrapar al responsable de la primera derrota del hasta entonces invencible ejército francés. Tras asistir impotente al asesinato de su familia a manos de los franceses, “Bruc” huye, desesperado, hacia el macizo de Montserrat, donde se va internando con los franceses pegados a los talones.
Una vez asumido que el trasfondo histórico no es sino el preámbulo que da pie a la verdadera película, nos toca acomodarnos en nuestros asientos para asistir incrédulos a la asombrosa transformación que sufre el personaje de Ballesta. El niño asustado que sale huyendo de su pueblo, acorralado cada vez más por unos sanguinarios mercenarios, da paso a un auténtico Schwarzenegger en sus mejores momentos, pintando su cuerpo con ceniza para confundirse con el terreno en una escena al más puro estilo ‘Depredador’. A partir de ahí, en un giro inverosímil de los acontecimientos, la presa se convierte en cazador y uno no puede evitar empezar a sentir simpatía por “esos pobres franceses” martirizados con saña por un pequeño carbonero que en ocasiones parece más bestia que humano.
El punto flaco de ‘Bruc, el desafío’ son sus pretensiones de verismo histórico, cuando en realidad se trata de una cinta de acción y aventuras. La Guerra de la Independencia, Napoleón y la batalla del Bruc sirven como acompañamiento para la archiconocida trama de amor, tragedia y venganza. En esto sí que acierta en algunos aspectos, consiguiendo un ritmo que sumerge al espectador en la persecución, y poniendo un especial cuidado en las escenas de acción, que son con diferencia lo más logrado de la película. El resultado final, aceptable, pero que no aporta nada nuevo a lo que podemos encontrar cada semana en la gran pantalla.