El año que se nos va de las manos ha significado mucho para la entidad blanquiazul. En junio, Alicante salió a la calle para festejar un ascenso que se resistía desde hacía catorce años. Ahora, en diciembre, el nuevo proyecto transmite ilusión al aficionado y la posición en la tabla deja respirar al club.
Está claro que todavía queda mucho por hacer, y la permanencia se antoja mucho más complicada según va a ir avanzando el campeonato, pero ya hay detalles que dan lugar a la esperanza. En primer lugar, los fichajes han sido acertados. Arriba, el paraguayo Valdez y el francés Trezeguet están haciendo una campaña extraordinaria. Entre los dos suman el 90 por ciento de los goles del equipo.
El “tapado” con el que nadie contaba es Drenthe, que llegó cedido por el Real Madrid y que se ha convertido en el pulmón del equipo. Muchas victorias se han conseguido gracias a su carácter. Y luego está Cortés, que también está realizando una gran temporada y que ha colaborado de forma muy importante a que la defensa blanquiazul sea un auténtico muro.
Quizá el aspecto que preocupaba más al inicio de la Liga y que se ha ido recuperando ha sido el rendimiento de los hombres no habituales. Cierto es que algunos ya pasan ampliamente de la treintena –Sendoa, Farinós, Tote-, pero los últimos partidos que están haciendo Kiko y Tote son como para dejarse llevar por la ilusión de que hay equipo más allá de los once que juegan siempre.
La ciudad subió a las nubes cuando se ganó al Barça en el Camp Nou, pero poco a poco se ha ido retomando la mirada a la realidad. El objetivo se ha centrado: no es otro que la permanencia. Hay un gran defecto que sigue sin pulirse, y son los desplazamientos. Fuera del Rico Pérez, el Hércules es un equipo vulgar que no se sabe a qué juega.
Porque también hay que hablar de defectos. El sistema de Vigo es estable y fuerte, pero también previsible: los cambios casi siempre son los mismos y los realiza en en el mismo tramo del partido. El mediocampo está sufriendo más de la cuenta. Abel Aguilar no está haciendo su mejor campaña y Fritzler, que debería destruir, tiene muchas veces que crear el juego que el colombiano no es capaz de sacar de su chistera.
La defensa, con los rápidos y combativos Cortés y Peña en las bandas, y Pamarot y Paz en el centro, firmes y seguros, está funcionando muy bien. Pero hay que saber equilibrar el equipo. No puede ser que se tenga una defensa y una delantera de primer nivel y un mediocampo de Segunda. Las navidades les tienen que servir a Vigo para dar con la tecla de la estabilidad que también dé puntos fuera de casa.