Tras unos años en los que el Albacete Balompié ha incurrido en todos y cada uno de los vicios en los que puede caer un club de fútbol, la entidad manchega afronta el nuevo año lleno de nuevos propósitos.
El primer paso para ese cambio ya se ha dado: la ley concursal. Después de los últimos desmanes económicos, acogerse al antiguo concurso de acreedores era la única vía de escape a la cuantiosa deuda que entre unos y otros han ido creando. La presencia de administradores para dar luz verde a cualquier operación ha evitado incidir de nuevo en los delirios de grandeza que la temporada pasada, sin ir más lejos, hizo que un club altamente endeudado contara con los servicios de jugadores tan cotizados como Salva Ballesta o Antonio Hidalgo. Para esta campaña la apuesta fue totalmente distinta y los nombres dieron paso a los hombres.
El primer cambio llegó en el banquillo. Tras no llegar a un acuerdo económico con David Vidal, la apuesta fue por un entrenador acostumbrado a lidiar con presupuestos ajustados, Antonio Calderón. Sus dos últimos años en Huesca fueron suficiente aval para que el gaditano, un entrenador de perfil medio, fuese el elegido para llevar al Albacete hacia la salvación, objetivo real para este año. Para ello, se confeccionó una plantilla barata que enarbolara la ilusión por bandera en esta temporada que debiera ser de transición.
Los comienzos de esta nueva era de austeridad fueron esperanzadores. Tras superar un inicio dubitativo, Calderón logró imprimir su carácter conservador y su equipo, rocoso como él solo en aquel tramo de la temporada, respondió ganando a rivales superiores como Granada y Betis y obteniendo buenos resultados en campos tan difíciles como el Nuevo Zorrilla de Valladolid. Sin embargo, las alegrías duran poco en casa del pobre y pronto, la esperanza se convirtió en desesperación. Once jornadas sin conocer la victoria pusieron en la picota todas y cada uno de los estancias del club manchego.
Calderón ha estado y de hecho sigue estando, altamente cuestionado. Sus continuas variaciones de sistema, en busca de soluciones que nunca llegaban han puesto en entredicho su labor en el banquillo albaceteño. Si a esto añadimos su carácter, tal vez demasiado serio para haber nacido en Cádiz y alguna que otra declaración en la que culpaba a sus jugadores de la pobre imagen que ofrecía el equipo, es compresible que no goce de la simpatía de toda su afición.
Por otro lado, el consejo de administración que, en un principio gozaba del beneplácito de la mayoría de la parroquia albaceteña al contar con Rafael Candel, artífice del primer ascenso a primera división del equipo, como presidente, poco a poco, va perdiendo adeptos tras una temporada pasada desastrosa y otra actual que parece que no va por mejor camino. Además, algunos de sus miembros han decidido abandonar su cargo dejando claro la brecha existente dentro del mismo.
Si a todo esto unimos que los dos jugadores llamados a marcar diferencias, Cuevas y Kandol, las dos fichas más altas del equipo, han sido despedidos para dejar su plaza a nuevas incorporaciones invernales habiendo dejado muy mal sabor de boca el primero y sin ni siquiera haber debutado el segundo, nos encontramos con una situación insostenible que también pone en entredicho la labor de una secretaría técnica compuesta por hombres de la casa como Mariano Hernán y Javier Val, hasta el punto que, en los corrillos, se rumorea que ellos no han sido los encargados de contratar jugadores en el mercado invernal.
Mercado invernal que, por otro lado, va a ser determinante en el resultado final de esta campaña. Parece que a nadie escapan ya las limitaciones de esta plantilla que deben ser suplidas con los nuevos refuerzos. De momento, el equipo ya cuenta entre sus filas con Diego Camacho y Frank Songo’o como primeros fichajes. El primero, veterano centrocampista curtido en mil batallas, ya ha debutado con el cuadro manchego con la poca fortuna de lesionarse en su último encuentro. Songo’o, mientras tanto, tendrá que esperar a la reanudación liguera para vestirse de blanco. No obstante, estas no van a ser las únicas incorporaciones ya que se espera la llegada inminente de algún delantero que supla las alarmantes carencias ofensivas de un equipo que si bien sólo ha encajado diecinueve goles, siendo uno de los mejores en esta faceta, no ha logrado batir la portería contraria más que en quince ocasiones, ni siquiera un gol por partido. En las últimas horas, suenan de manera insistente los realistas Aguirretxe y Viguera, jugadores ambos que no gozan de la confianza de Martín Lasarte en la Real Sociedad.
Dentro de lo malo, sólo dos jugadores parecen haber despuntado por encima de sus compañeros. El primero de ellos, el meta costarricense Keylor Navas. El “tico” se ha convertido en el portero de moda de la liga Adelante y su labor en la portería albaceteña no ha pasado desapercibida para los grandes equipos de nuestra liga y por el Carlos Belmonte se han visto ojeadores de equipos tan diversos e importantes como Barcelona, Real Madrid, Sevilla, Valencia, Glasgow Rangers o Fulham, entre otros, convirtiendo así al guardameta, en el mejor activo de la entidad manchega.
Por otro lado, el centrocampista malí, Sumy, procedente de la cantera, está llamando poderosamente la atención en los últimos encuentros por su gran despliegue físico en la parcela ancha del Carlos Belmonte.
Así las cosas, el Albacete espera el nuevo año con ansiedad deseando que el 2.011 sea más propicio a sus intereses. Para ello, todos y cada uno de los estamentos del club manchego, desde su consejo de administración hasta la afición, pasando por la plantilla y equipo técnico deberán aportar su granito de arena para que los buenos propósitos se hagan realidad. El triunfo del pasado sábado ante el Numancia tras tres largos meses de sequía puede haber sido el punto de inflexión tan esperado por todos.