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María Villalba

Carencias para cerrar el año

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Conforme avanza la vida de las personas van apareciendo nuevas metas que cada una de ellas desea hacer y conseguir. Uno de estos fines que se propuso el Real Valladolid a principio de temporada suponía mantenerse en puestos de ascenso hasta, finalmente, obtener el objetivo, o al menos intentarlo. Ha llegado la Navidad y las esperanzas –nada optimistas- de todo aquel que aprecia al Valladolid, han mermado considerablemente.

Si elaboráramos mentalmente un gráfico, a base de líneas, sobre la trayectoria en lo que va de temporada del conjunto blanquivioleta, no cabe duda, la esclarecedora caída en picado es apreciable a pies juntillas y el aumento de la decepción se sitúa en uno de sus puntos más álgidos.




El aluvión de dudas que cayó sobre el Real Valladolid en El Arcángel (nortecastilla.es)


Rememoremos. Descenso en Barcelona después de que Clemente estuviera a punto de obrar el milagro. Mal ambiente en el vestuario durante meses con jugadores que no hacían más que ver pasar entrenadores. Llegamos a una nueva categoría, donde una limpia de holgazanes sabedores de haber jugado con las ilusiones de unos aficionados sería la tónica perfecta para comenzar la temporada.

De hecho, a pesar de contar con un joven técnico –otra vez, nuevo- “falto” de experiencia, durante los primeros cinco partidos –dos coperos- la afición pudo sentir ese recóndito sabor dulce de la victoria. El campo del Betis fue el causante de aminorar la buena racha pucelana, y desde entonces, un sinfín de despropósitos a domicilio pasa cauteloso por las retinas de cada uno de nosotros.

La aparente buena suerte en casa es a la que los ahora, discípulos de Abel Resino, se aferraron durante tres meses y de donde consiguieron rescatar los puntos que les mantenían arriba de la tabla. Pero, esta situación no hacía más que marear al personal con continuas idas y venidas, en las que, una semana se disfrutaba y a la siguiente se forjaba la imagen de un inevitable pesimismo.

Y así, es como, en puestos de play off, a escasos puntos del ascenso directo y con la primera derrota en casa el remedio más cercano ante tal “absurdo” no fue otro que la vía fácil de la destitución, a la que parece que Suárez ha cogido el gusto. ¿Consecuencia directa a finales del 2010? Tres partidos sin Antonio Gómez –seguramente ahora mismo nada acongojado-, tres partidos sin saber lo que es ganar. Un empate entre medias obra de Torres Gómez es lo máximo que los pucelanos han sacado en algo más de un mes.

El trabajo de Abel Resino no es fácil. A la vista está que, pese a su compromiso por la pretensión del Club, no ha sido capaz de atisbar, hasta ahora, nada de lo que se le ha requerido. Si bien es cierto que el último partido se jugó en la piscina Municipal de El Arcángel donde el equipo sumergido tocó fondo, y la suerte, se dedicó a juguetear con el Valladolid para que en un desafortunado rechace de Peña marcara el gol de la victoria franjiverde. Sin embargo, a su vez, los albivioletas han mandado señales de prosperidad para tantear un ilusorio sosiego navideño.

Los contratiempos del sábado y el “no” del árbitro a suspender el partido causaron que el sabor agridulce se ampare en los pucelanos. El año termina al revés que comenzó la temporada. Cinco partidos sin ganar frente a cinco partidos bajo la efigie del triunfo.

Las vacaciones, ante esta situación, no podían ser más acertadas. Para Abel Resino servirán de hilo conductor en el intento por toparse con el engranaje correcto que el Valladolid tanto ansia. Para la directiva serán el punto y aparte que el Club necesita en la producción de una catarsis de jugadores oportunistas en el mercado invernal.

Suárez, es ya otro tema, necesita buenas dosis de reflexión y una buena lección de léxico español para aprender que “torear” se hace en una plaza de toros con dicho animal y no con una afición. Ya solo queda que ésta última siga sosteniendo al equipo, con tranquilidad y paciencia refugiada bajo el dicho “año nuevo, vida nueva”. De esta forma, nace una nueva meta para el Real Valladolid –el play off-, porque todavía y a pesar de los infortunios, queda tiempo.

Carencias para cerrar el año

María Villalba
María Villalba
lunes, 20 de diciembre de 2010, 22:55 h (CET)
Conforme avanza la vida de las personas van apareciendo nuevas metas que cada una de ellas desea hacer y conseguir. Uno de estos fines que se propuso el Real Valladolid a principio de temporada suponía mantenerse en puestos de ascenso hasta, finalmente, obtener el objetivo, o al menos intentarlo. Ha llegado la Navidad y las esperanzas –nada optimistas- de todo aquel que aprecia al Valladolid, han mermado considerablemente.

Si elaboráramos mentalmente un gráfico, a base de líneas, sobre la trayectoria en lo que va de temporada del conjunto blanquivioleta, no cabe duda, la esclarecedora caída en picado es apreciable a pies juntillas y el aumento de la decepción se sitúa en uno de sus puntos más álgidos.




El aluvión de dudas que cayó sobre el Real Valladolid en El Arcángel (nortecastilla.es)


Rememoremos. Descenso en Barcelona después de que Clemente estuviera a punto de obrar el milagro. Mal ambiente en el vestuario durante meses con jugadores que no hacían más que ver pasar entrenadores. Llegamos a una nueva categoría, donde una limpia de holgazanes sabedores de haber jugado con las ilusiones de unos aficionados sería la tónica perfecta para comenzar la temporada.

De hecho, a pesar de contar con un joven técnico –otra vez, nuevo- “falto” de experiencia, durante los primeros cinco partidos –dos coperos- la afición pudo sentir ese recóndito sabor dulce de la victoria. El campo del Betis fue el causante de aminorar la buena racha pucelana, y desde entonces, un sinfín de despropósitos a domicilio pasa cauteloso por las retinas de cada uno de nosotros.

La aparente buena suerte en casa es a la que los ahora, discípulos de Abel Resino, se aferraron durante tres meses y de donde consiguieron rescatar los puntos que les mantenían arriba de la tabla. Pero, esta situación no hacía más que marear al personal con continuas idas y venidas, en las que, una semana se disfrutaba y a la siguiente se forjaba la imagen de un inevitable pesimismo.

Y así, es como, en puestos de play off, a escasos puntos del ascenso directo y con la primera derrota en casa el remedio más cercano ante tal “absurdo” no fue otro que la vía fácil de la destitución, a la que parece que Suárez ha cogido el gusto. ¿Consecuencia directa a finales del 2010? Tres partidos sin Antonio Gómez –seguramente ahora mismo nada acongojado-, tres partidos sin saber lo que es ganar. Un empate entre medias obra de Torres Gómez es lo máximo que los pucelanos han sacado en algo más de un mes.

El trabajo de Abel Resino no es fácil. A la vista está que, pese a su compromiso por la pretensión del Club, no ha sido capaz de atisbar, hasta ahora, nada de lo que se le ha requerido. Si bien es cierto que el último partido se jugó en la piscina Municipal de El Arcángel donde el equipo sumergido tocó fondo, y la suerte, se dedicó a juguetear con el Valladolid para que en un desafortunado rechace de Peña marcara el gol de la victoria franjiverde. Sin embargo, a su vez, los albivioletas han mandado señales de prosperidad para tantear un ilusorio sosiego navideño.

Los contratiempos del sábado y el “no” del árbitro a suspender el partido causaron que el sabor agridulce se ampare en los pucelanos. El año termina al revés que comenzó la temporada. Cinco partidos sin ganar frente a cinco partidos bajo la efigie del triunfo.

Las vacaciones, ante esta situación, no podían ser más acertadas. Para Abel Resino servirán de hilo conductor en el intento por toparse con el engranaje correcto que el Valladolid tanto ansia. Para la directiva serán el punto y aparte que el Club necesita en la producción de una catarsis de jugadores oportunistas en el mercado invernal.

Suárez, es ya otro tema, necesita buenas dosis de reflexión y una buena lección de léxico español para aprender que “torear” se hace en una plaza de toros con dicho animal y no con una afición. Ya solo queda que ésta última siga sosteniendo al equipo, con tranquilidad y paciencia refugiada bajo el dicho “año nuevo, vida nueva”. De esta forma, nace una nueva meta para el Real Valladolid –el play off-, porque todavía y a pesar de los infortunios, queda tiempo.

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