El Real Zaragoza cierra el 2010 tal y como lo inició, en puestos de descenso. Sin embargo, el equipo de aquel momento, entrenado por José Aurelio Gay, alcanzó a final de temporada el objetivo de permanecer en Primera División que nuevamente desea para el próximo cierre. Parece que la historia se repite en unas filas que han sufrido todo tipo de situaciones en un año para aprender de los errores cometidos.
Fichar lo que no se fichó en verano y tomar ejemplo de lo sucedido a partir de enero a nivel deportivo son dos de las posibles y necesarias salidas ante el momento actual del conjunto aragonés. El equipo arrancó el año en la penúltima posición siendo en más goleado de la división de honor. No obstante, en el primer partido de 2010 ofreció síntomas de mejora que la afición espera ver de nuevo tras el parón navideño.
Aquel empate a cero frente al Deportivo de la Coruña en supuso un aumento en la calidad defensiva y la sensación del comienzo de un progreso en el ataque que serviría para catapultar al equipo a los puestos de salvación. Y así fue, tras pasar el mes de febrero y el de marzo en la cuerda floja el club logró consolidar su alejamiento del descenso hasta terminar la Liga en decimocuarta posición. Objetivo cumplido.
Tras las vacaciones, la vigente campaña comenzó de forma muy diferente. Otro empate a cero frente al Deportivo fuera de casa puso al equipo contra las cuerdas en la primera jornada. La imagen que los aragoneses ofrecieron evidenció claramente la falta de inversión en términos económicos y de criterio en los fichajes realizados en verano. Al club llegaron jugadores sin equipo y hombres de calidad poco alternativa a la ya existente en aquel momento.
Esta fallida renovación en aquel momento sigue pasando hoy factura. En las jornadas previas a la Navidad el equipo ha sido un continuo laboratorio. José Aurelio Gay probó todo tipo de estrategias con los jugadores con los que contaba. Cuatro defensores, cinco, dos delanteros... múltiples esquemas y jugadores desfilando por diferentes puestos del once sin lograr los resultados esperados.
La llegada posterior del actual técnico Javier Aguirre lejos de imprimir un nuevo carácter ha supuesto la continuidad de los errores que ya se vieron con Gay. El equipo no funciona y el parche que la directiva puso con el fichaje del nuevo entrenador no ha servido para tapar las carencias que se ven en el otro frente, el de los jugadores.
En estas vacaciones, cuando circula por el zaragocismo la irrupción de una fundación con un nuevo proyecto de club bajo el brazo, los fichajes son la esperanza. El club, y el propio entrenador, han puesto de manifiesto la falta de dinero para fichar. Sin embargo, los nuevos nombres serán los únicos capaces de arrojar nueva luz en el camino a la salvación que el equipo emprenderá en un mes de enero cargado de finales, y no de simples partidos.