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Domingo Delgado

Las 'liebres' de Bono

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José Bono es uno de esos políticos que tienen ganado su hueco como personaje público, por su larga trayectoria política y por su idiosincrasia. Es uno de los políticos en activo que más “cintura política” ha demostrado tener, pero que no deja impasible al auditorio, generando sus consecuentes filias y fobias.

Desde su crónica mayoría política en su feudo manchego a su actual puesto de Presidente del Congreso de los Diputados, pasando por la cartera de Defensa, este singular socialista ha demostrado un gran manejo de la acción de gobierno unida a un relevante dominio de los espacios públicos.

Su evolución personal posicionamiento político dentro de un PSOE, que ha pasado de la hegemonía que rigió la época de Felipe González con Alfonso Guerra, al actual declive de Rodríguez Zapatero, pasando por los malos momentos de González en su final de ciclo, siempre han cogido a Bono en “posición de combate”. Aunque los suyos le jugaran una mala pasada –especialmente los “guerristas” en el Congreso de la sucesión de Felipe González-, pues le ocurrió como en los cónclaves vaticanos que “el que entra papable, sale cardenal”. Y de ser una alternativa real en la sucesión de Felipe pasó a perder un Congreso que preveía ganado, frente a un ignoto Rodríguez Zapatero. Algo que actualmente, posiblemente lamenten hasta los mismos “guerristas”. Pues la labor de ZP no ha sido del todo válida para los intereses de la nación, ni siquiera de su propia formación política, como se está viendo actualmente en que agravada por la crisis, su situación al frente de los socialistas españoles y del propio gobierno, se está mostrando poco sostenible. De ahí que hayan recurrido a personajes de peso como el propio Rubalcaba, que viene a reordenar la política de este gobierno, en momentos especialmente difíciles para el ejecutivo y para el propio país.

Tal es así que ya se da como un hecho cierto la “amortización política” de Rodríguez Zapatero, dando paso en los cenáculos socialistas a la apertura del periodo sucesorio, en el que se daba como hecho que iba a ser Rubalcaba, por su propia valía y su posición actual, mal que el interesado lo desmienta por razones obvias. Pero en esta situación, “entra en escena” el “bueno de Bono” que con su gracejo populista hizo una distensión prenavideña para especular sobre la sucesión de ZP, en la que recurriendo a su gran imaginación cogió la metáfora de las liebres, comparando a Rubalcaba con la liebre eléctrica que engaña a los sabuesos, dando a entender la existencia de otra verdadera liebre escapada en una carrera tapada a la toma del poder sucesorio socialista. ¿Acaso se refería a su propia persona?. Esa es la pregunta clave.

Tan irónica metáfora parece que servía a Bono para dar a entender que hay “otras liebres”, dado que la “eléctrica” es el señuelo, y sobre todo, que entre las mismas podría estar él. Quizá fuera un mensaje intencionado para consumo interno del PSOE, en el que en las procelosas aguas de toda transición, tratan de “ganar pescadores”, que como en el caso de Bono aprendió la lección pasada, y aprovecha la ocasión para hacer una críptica autopostulación como sucesor.

En cualquier caso, talante y talento político –guste más o menos- a Bono no le falta, pues experiencia política y de gobierno no le faltan. Tampoco es un dogmático de los planteamientos socialistas, ni del progresismo –como ha sido el caso de ZP-, ha mantenido buenas relaciones con sectores de la derecha tanto liberal como conservadora, con la Iglesia y con el Ejército, y podría ser un hombre dialogante de consenso que tanta falta hace al país para aunar a todas las fuerzas políticas, económicas y sociales en una disciplinada y estratégica batalla contra la crisis, de la que también se debe de derivar una inteligente y pragmática reforma constitucional, de la ley electoral, del poder judicial y de cuanto suponga actualizar el marco legal a una mayor eficacia de nuestras instituciones públicas en consonancia con la convergencia europea, que requerirá un necesario y conveniente pacto de Estado, al menos entre los dos grandes partidos nacionales, que lleven la modernización que España requiere en este siglo XXI, tanto si gobierna como si fuera oposición tras las elecciones generales.

Todo ello sin negar, otros valores existentes en las filas del socialismo español, que bien podrían asumir un gesto generoso, en estos momentos difíciles para su partido y para el país, y pensar más en el servicio que nos podrían prestar, pese a su costo personal, pues es el momento de los auténticos líderes políticos frente al arribismo, el oportunismo, y el “cartón piedra” de la superficialidad.

Así que si Bono está entre ese elenco de “liebres”, esperemos que actúen con el dinamismo y destreza de este tipo de animal, y que no les suceda como en la conocida fábula, que al final les gane la “tortuga”. Algo en que, por lo demás, Bono ya tiene propia experiencia.

Las 'liebres' de Bono

Domingo Delgado
Domingo Delgado
lunes, 20 de diciembre de 2010, 08:29 h (CET)
José Bono es uno de esos políticos que tienen ganado su hueco como personaje público, por su larga trayectoria política y por su idiosincrasia. Es uno de los políticos en activo que más “cintura política” ha demostrado tener, pero que no deja impasible al auditorio, generando sus consecuentes filias y fobias.

Desde su crónica mayoría política en su feudo manchego a su actual puesto de Presidente del Congreso de los Diputados, pasando por la cartera de Defensa, este singular socialista ha demostrado un gran manejo de la acción de gobierno unida a un relevante dominio de los espacios públicos.

Su evolución personal posicionamiento político dentro de un PSOE, que ha pasado de la hegemonía que rigió la época de Felipe González con Alfonso Guerra, al actual declive de Rodríguez Zapatero, pasando por los malos momentos de González en su final de ciclo, siempre han cogido a Bono en “posición de combate”. Aunque los suyos le jugaran una mala pasada –especialmente los “guerristas” en el Congreso de la sucesión de Felipe González-, pues le ocurrió como en los cónclaves vaticanos que “el que entra papable, sale cardenal”. Y de ser una alternativa real en la sucesión de Felipe pasó a perder un Congreso que preveía ganado, frente a un ignoto Rodríguez Zapatero. Algo que actualmente, posiblemente lamenten hasta los mismos “guerristas”. Pues la labor de ZP no ha sido del todo válida para los intereses de la nación, ni siquiera de su propia formación política, como se está viendo actualmente en que agravada por la crisis, su situación al frente de los socialistas españoles y del propio gobierno, se está mostrando poco sostenible. De ahí que hayan recurrido a personajes de peso como el propio Rubalcaba, que viene a reordenar la política de este gobierno, en momentos especialmente difíciles para el ejecutivo y para el propio país.

Tal es así que ya se da como un hecho cierto la “amortización política” de Rodríguez Zapatero, dando paso en los cenáculos socialistas a la apertura del periodo sucesorio, en el que se daba como hecho que iba a ser Rubalcaba, por su propia valía y su posición actual, mal que el interesado lo desmienta por razones obvias. Pero en esta situación, “entra en escena” el “bueno de Bono” que con su gracejo populista hizo una distensión prenavideña para especular sobre la sucesión de ZP, en la que recurriendo a su gran imaginación cogió la metáfora de las liebres, comparando a Rubalcaba con la liebre eléctrica que engaña a los sabuesos, dando a entender la existencia de otra verdadera liebre escapada en una carrera tapada a la toma del poder sucesorio socialista. ¿Acaso se refería a su propia persona?. Esa es la pregunta clave.

Tan irónica metáfora parece que servía a Bono para dar a entender que hay “otras liebres”, dado que la “eléctrica” es el señuelo, y sobre todo, que entre las mismas podría estar él. Quizá fuera un mensaje intencionado para consumo interno del PSOE, en el que en las procelosas aguas de toda transición, tratan de “ganar pescadores”, que como en el caso de Bono aprendió la lección pasada, y aprovecha la ocasión para hacer una críptica autopostulación como sucesor.

En cualquier caso, talante y talento político –guste más o menos- a Bono no le falta, pues experiencia política y de gobierno no le faltan. Tampoco es un dogmático de los planteamientos socialistas, ni del progresismo –como ha sido el caso de ZP-, ha mantenido buenas relaciones con sectores de la derecha tanto liberal como conservadora, con la Iglesia y con el Ejército, y podría ser un hombre dialogante de consenso que tanta falta hace al país para aunar a todas las fuerzas políticas, económicas y sociales en una disciplinada y estratégica batalla contra la crisis, de la que también se debe de derivar una inteligente y pragmática reforma constitucional, de la ley electoral, del poder judicial y de cuanto suponga actualizar el marco legal a una mayor eficacia de nuestras instituciones públicas en consonancia con la convergencia europea, que requerirá un necesario y conveniente pacto de Estado, al menos entre los dos grandes partidos nacionales, que lleven la modernización que España requiere en este siglo XXI, tanto si gobierna como si fuera oposición tras las elecciones generales.

Todo ello sin negar, otros valores existentes en las filas del socialismo español, que bien podrían asumir un gesto generoso, en estos momentos difíciles para su partido y para el país, y pensar más en el servicio que nos podrían prestar, pese a su costo personal, pues es el momento de los auténticos líderes políticos frente al arribismo, el oportunismo, y el “cartón piedra” de la superficialidad.

Así que si Bono está entre ese elenco de “liebres”, esperemos que actúen con el dinamismo y destreza de este tipo de animal, y que no les suceda como en la conocida fábula, que al final les gane la “tortuga”. Algo en que, por lo demás, Bono ya tiene propia experiencia.

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