Se va terminando el año 2010, y es hora de hacer balance de cómo ha sido el año “futbolístico” para Las Palmas.
Si echamos la vista atrás, el final de la pasada liga resultó no apto para cardiacos. El equipo en una horrible recta final de temporada, cae a puestos de descenso en la penúltima jornada y se la tiene que jugar en casa para tratar de salvarse. Finalmente, un gol de Rondón (ahora en el Málaga) certifica la permanencia en una temporada que los aficionados amarillos quieren olvidar lo antes posible.
Con el verano llega una limpieza del vestuario y de proyectos. Se cierra el grifo económico (ya de por sí algo justito). Y por las “circunstancias” económicas se da paso a un nuevo proyecto basado en la cantera amarilla. En un principio pocos apuestan por dicho proyecto, y las críticas a la directiva llegan de todos lados, en una apuesta que se hace por necesidad y no por convicción.
Pero con el comienzo de la pretemporada y de los partidos, el equipo se va ganando poco a poco un voto de confianza. Las sensaciones parecen prometedoras, y a falta de medirse con rivales de más entidad, parece que los aficionados se empiezan a ilusionar tímidamente. Y entonces llega el comienzo de liga, y con ello un arranque ciertamente brillante y lleno de ilusión por parte de Las Palmas.
Las tres claves para entender el bajón
Las primeras cuatro jornadas de liga el equipo no solo gana, sino que convence. Los canteranos vuelven a recordar porqué la fábrica amarilla es tan “especial” y genera tantos futbolistas buenos. La afición sorprende de que el equipo arranque con un fútbol tan atractivo y ofensivo. Todos los miedos y las dudas parecen quedar atrás, y muchos se frotan las manos pensando que esta temporada se puede aspirar a cotas mayores.
Pero a medida que las siguientes jornadas fueron llegando, los amarillos han ido perdiendo gas y fuelle de un modo lento, pero constante. Primero llegaron las polémicas arbitrales, que durante varias jornadas fueron el centro de atención mediática, y el núcleo de muchas tertulias de aficionados por bares, trabajos y hogares. Unos cuantos puntos volaron del casillero amarillo por esta circunstancia. Y en parte inicia una serie de causas que han llevado a los de Paco Jémez a involucionar en la tabla clasificatoria.
Luego comenzaría el “baile” de lesionados. La enfermería canaria no daba abasto. Y el equipo paga las consecuencias viendo cortada su progresión, y su continuidad en el once que empezó la temporada de forma brillante.
Y como tercer factor clave en esta caída, encontramos un sistema defensivo que cada jornada que pasa hace más agua y no logra mejorar en los puntos flacos que tiene. Los rivales cada vez conocen mejor a los amarillos, todos los entrenadores repiten lo mismo al preguntarles sobre Las Palmas. “Ellos juegan adelantados y tenemos que cojerles la espalda”.
La incapacidad de Paco Jémez en solucionar la sangría defensiva, ha provocado que los amarillos sean el equipo más goleado de la categoría. O bien, su empeño en tratar de mantener las cosas igual, han provocado un evidente bajón en el equipo que se percibe en todos los aspectos del mismo. Si a eso unimos todo lo anterior, el resultado es el que tenemos actualmente cuando el año torna a finalizar.
No cabe duda que el parón navideño le va a venir bien a los de Paco Jémez para tratar de coger aire, reflexionar y buscar nuevamente que el equipo vuelva a ser alegre, descarado y que ganaba e ilusionaba a principios de liga.
Más vale que el nuevo año traiga nuevos aires a Las Palmas, y se ponga fin a esta racha de tres derrotas seguidas. Y por encima de todo, solución urgente al apartado defensivo, de un equipo que regala goles con una facilidad que asusta para mantener la categoría.
Si el nuevo año sigue siendo una continuidad del anterior, me atrevería a decir que Paco Jémez podría pasar de querer ser renovado, a ver peligrar su puesto de entrenador en Las Palmas.
Felices fiestas y Año Nuevo.