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Con el famoso autobús que circula por Madrid, intentan presentar lo evidente como “atentado a la realidad” e “incitación al odio”

Desenfoque de la libertad de expresión

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Cada vez nos confunden más con un sinfín de estupideces que emanan de sectores asentados en el odio y en la tergiversación. Cuando las verdades lo son, no hace falta justificarlas, pero cuando se tiene dudas o se teme que algo se ha hecho mal, se alude a la tan manoseada “libertad de expresión”, como si fuera un flotador.

No está de más recordar lo que se sabe y lo que se recuerda, por eso es conveniente no olvidar las palabras del escritor y poeta británico Rudyard Kiplius: “Seis honrados servidores me enseñaron cuanto sé; sus nombres son: cómo, cuándo, dónde, qué, quién y por qué”.

Ese es el caso de la ‘asaltacapillas‘, Rita Maestre; la tal Irene Montero, ‘machirula’ e indigente intelectual en economía y en portavocía, que demuestra a diario lo bajo que ha caído el parlamentarismo español. Incluso, el tal Zapata, que confundía el humor negro con el odio hacia personas e instituciones. Todo quisieron ampararlo bajo la socorrida bandera de la “libertad de expresión”. Y lograron sacar adelante sus insensateces gracias a abogados/as que jugaron con el lenguaje y que consiguieron acorralar a jueces sin convencimientos éticos, sin asentada moral y sin recursos legales que contraponer por falta de preparación jurídica. Frente a ese “culo veo, culo quiero” se ha impuesto la malformación de pensamiento cuya máxima expresión es eso de “odio cuanto no sea lo que yo pienso”.

Ahora, con el famoso autobús que circula por Madrid, intentan presentar lo evidente como “atentado a la realidad”, “incitación al odio” y no sé cuántas cosas más. El caso es que lo normal y/o habitual, real o natural pretenden presentarlo como excepcional y odioso. ¿Y quiénes hacen eso? Los mismos que se envolvieron en la manta de la “libertad de expresión” cuando asaltaron la capilla de la Complutense, hicieron chistes burdos y torpes o defendieron a energúmenos y ladrones como los Espinar, los Pujol o los Urdangarines.

El rezo del autobús no precisa aludir a esa “libertad de expresión” tan socorrida, manida y desprestigiada, incluso. La verdad tiene un camino. Eso no quiere decir que el mundo de los especiales no tenga el suyo; lo importante es el respeto y me temo que en esta ocasión no existe ese, ni por parte del comunismo levantisco ni del descontrolado mundo podemita ni de la propia presidenta de la comunidad de Madrid ni del desnortado mundo cavernícola de un importante sector de la izquierda.

¡No dejes que te manipulen ni que te manoseen! “Solo los artistas, los niños y las personas con valores ven la vida tal y como es”, en palabras del dramaturgo, narrador y ensayista, Hugo Von Hofmannsthal.

Desenfoque de la libertad de expresión

Con el famoso autobús que circula por Madrid, intentan presentar lo evidente como “atentado a la realidad” e “incitación al odio”
Jesús  Salamanca
viernes, 3 de marzo de 2017, 00:09 h (CET)
Cada vez nos confunden más con un sinfín de estupideces que emanan de sectores asentados en el odio y en la tergiversación. Cuando las verdades lo son, no hace falta justificarlas, pero cuando se tiene dudas o se teme que algo se ha hecho mal, se alude a la tan manoseada “libertad de expresión”, como si fuera un flotador.

No está de más recordar lo que se sabe y lo que se recuerda, por eso es conveniente no olvidar las palabras del escritor y poeta británico Rudyard Kiplius: “Seis honrados servidores me enseñaron cuanto sé; sus nombres son: cómo, cuándo, dónde, qué, quién y por qué”.

Ese es el caso de la ‘asaltacapillas‘, Rita Maestre; la tal Irene Montero, ‘machirula’ e indigente intelectual en economía y en portavocía, que demuestra a diario lo bajo que ha caído el parlamentarismo español. Incluso, el tal Zapata, que confundía el humor negro con el odio hacia personas e instituciones. Todo quisieron ampararlo bajo la socorrida bandera de la “libertad de expresión”. Y lograron sacar adelante sus insensateces gracias a abogados/as que jugaron con el lenguaje y que consiguieron acorralar a jueces sin convencimientos éticos, sin asentada moral y sin recursos legales que contraponer por falta de preparación jurídica. Frente a ese “culo veo, culo quiero” se ha impuesto la malformación de pensamiento cuya máxima expresión es eso de “odio cuanto no sea lo que yo pienso”.

Ahora, con el famoso autobús que circula por Madrid, intentan presentar lo evidente como “atentado a la realidad”, “incitación al odio” y no sé cuántas cosas más. El caso es que lo normal y/o habitual, real o natural pretenden presentarlo como excepcional y odioso. ¿Y quiénes hacen eso? Los mismos que se envolvieron en la manta de la “libertad de expresión” cuando asaltaron la capilla de la Complutense, hicieron chistes burdos y torpes o defendieron a energúmenos y ladrones como los Espinar, los Pujol o los Urdangarines.

El rezo del autobús no precisa aludir a esa “libertad de expresión” tan socorrida, manida y desprestigiada, incluso. La verdad tiene un camino. Eso no quiere decir que el mundo de los especiales no tenga el suyo; lo importante es el respeto y me temo que en esta ocasión no existe ese, ni por parte del comunismo levantisco ni del descontrolado mundo podemita ni de la propia presidenta de la comunidad de Madrid ni del desnortado mundo cavernícola de un importante sector de la izquierda.

¡No dejes que te manipulen ni que te manoseen! “Solo los artistas, los niños y las personas con valores ven la vida tal y como es”, en palabras del dramaturgo, narrador y ensayista, Hugo Von Hofmannsthal.

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Cuando era pequeño, muy pequeño, y no me portaba bien o no quería dormirme, mi madre para que la obedeciera empleaba la frase que encabeza este escrito. Mano de santo. Inmediatamente la obedecía, y, o le hacía caso, o me disponía a dormir. Quiero referirme al bute, al fantasma con el que se pretende asustar a la humanidad desde hace varias décadas: el cambio climático, causado por los seres humanos.

La miga de la Semana Santa, culmen del camino cuaresmal, tiene que hacernos repensar sobre nuestro propio pulso interior. Esto se consigue, sustentándose en silencio y sosteniéndose en soledad, bajo la contemplación mística y sobre la esperanza de quien es verdad y vida. Nuestra tarea es la de embellecer y no embobarse, la de conciliar lo irreconciliable y no poner armas sino alma.

 
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