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Entramos de cabeza en los dramas por el seguimiento excesivo de las utopías; de quienes las gestionan con aviesas intenciones

Utopías dramáticas

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Casi todas las utopías arrastran consigo el grave peligro de acabar convirtiéndose en realidades. Desde ese instante, su gestión se convierte en asunto central del proceso; pasando unos a ser controladores y otros a estar controlados.

Esto suele ocurrir cuando se entra en funcionamientos considerados como superiores a los habituales. No importa la veracidad del argumento. Si hubo propuestas arrolladoras y credulidad o impotencia en el sector opuesto; el camino queda expedito para la utilización del MONTAJE utópico. En esto también influye la posición de los observadores y sus criterios; debido a esa circunstancia conocemos de abundantes valoraciones insospechadas, por su desequilibrio; discurren por vías tortuosas.

A los ULTRAJES de los años señalados por J.L. Borges, convendría añadir los generados por las intemperancias sociales; apuntaba al intento de transformarlos en realidades más tranquilizadoras, música, meros rumores, sueños,símbolos, para atemperar aquellas vivencias. La creatividad, las actitudes solidarias desde la comprensión, junto al carácter incluyente ofrecido al mayor número de personas, se constituyen en posibles apoyos en la sociedad. Por el contrario, la reiterada servidumbre orientada a las utopías introduce factores dramáticos de diverso signo, sufrimientos, dominaciones, abusos, y sobre todo exclusiones con graves secuelas sobre los amplios grupos de afectados.

El proclamado descenso de las utopías es presentado en cada caso con alardes rimbombantes. Ya son menos diáfanos los procedimientos empleados. Las cargas onerosas provocadas están orientadas en sentido opuesto a la dirección de las ventajas. Vistos de cerca estos avatares permanecen disimulados entre las movidas; hacen difícil su correcta valoración. Para calibrarla bien, conviene alejarse un poco de las operaciones en directo. Se aprecian mejor a VISTA de PÁJARO; aunque tampoco existen dos miradas iguales.

Al estilo del pájaro dorado presente en los versos de Yeats, llaman la atención los observadores creídos de su posición elevada. Desde allí todo lo abarcan. APOLTRONADOS en su atalaya, piensan en su control de todo el tiempo, sea pasado, sea futuro; convencidos de su comprensión completa de los conceptos a tener en cuenta. Su osadía les lanza a marcar los trazados. Actúan como auténticos gurús afincados en sectores elegidos. Citaríamos enseguida algunos ejemplares, ocupan los medios, la política, las tramoyas dinerarias, nombramientos y ceses de subalternos. De vuelos elevados, su distanciamiento con respecto a la gente corriente es notable. Activan las utopías a su gusto, con la provocación de amplias grietas sociales.

Un poco más místico es el pájaro que canta en los versos de Bitoriano Gandiaga, canta apegado al TERRUÑO, con las realidades locales a la vista. El idioma, las raíces familiares, las comarcas, la cercanía en suma, son el motivo de sus inquietudes; a ellas supeditan extensiones de calibres diferentes. Las ventajas de la proximidad polarizan sus utopías en esa dirección. A fuer de locales, atraen el riesgp de la enajenación por ensimismamiento, con dos consecuencias peligrosas. Con más frecuencia de la deseada etiquetan a los de fuera como enemigos. Sin los filtros adecuados, sus intemperancias rozan el desplante e incluso las tragedias innecesarias.

En un tercer apunte comento la mirada fascinante por excelencia, alejada de las estridencias. No vuelan ni muy elevado ni muy bajo. Son una fantástica rareza, no abundan estos especímenes; coinciden, eso sí, en la mágica composición de Mikel Laboa “Txoría, txori”. Una gozada poética, musical y del sentimiento expresado sin reparos acomodaticios. La preocupación es que cada pájaro, observador o actuante, lo siga siendo con todos sus ATRIBUTOS. Si le privan de sus alas, le ocultan los horizontes o coartan sus movimientos, deja de ser auténtico pájaro y queda sometido a las maquinaciones ajenas. Es un ¡Basta ya!, de tapujos, carantoñas preelectorales, amaños administrativos y la desfachatez de pasar por encima de los demás.

En el camino desde la infancia al final de la vida sucumben una enormidad de conceptos, engullidos por las pequeñeces de la existencia. De donde deducimos el irrisorio retrato de las grandes teorías cuando quedron con el culo al aire. Quién no tuvo su trineo de juguete al estilo del “Rosebud” en “Ciudadano Kane” o cualqier otro recuerdo talismán, que tanto da. Después de innumerables vueltas y revueltas a lo largo de la vida, es posible la añoranza en los momentos finales de aquel enternecedor talismán. Algo hay en esto de un posible error en la adopción de las ideas de progreso, como si los sentimientos de la infancia y las actitudes particulares sólo cupieran en la supeditación a los ambientes establecidos.

Por mucho pensar en la autonomía personal lo más ilimitada posible, o quizá debido al escaso pensamiento dedicado a las servidumbres con respecto al resto del mundo; fuímos separando progresivamente ambas direcciones. Esa divergencia nos condujo a la INCOHERENCIA notable en el momento presente. Los deseos ocupantes de las mentes, ni siquiera recuerdan esa relación ineludible con las circunstancias orteguianas, con el mundo. Si esa separación tuviera visos de realidad, aún habría necesidad de comprenderla; aunque las sucesivas aproximaciones, biológicas, cuánticas, neuropsicológicas, confluyen en la confirmación de la urdimbre común. La sociedad actual cruje por dichas incoherencias.

Es curiosa la aparición de cada individuo, nace enlazado con los diversos factores constituyentes de su grupo. Pronto surge el desapego, la sociedad piensa cada vez menos en aquel individuo en concreto, este tendrá que buscarse la vida con los recursos a su alcance. Comienza así a fraguarse la utopía de la INTEGRACIÓN de los humanos en esas asociaciones. En el caso de mantenerse pasivos serán absorbidos como entes innominados. Serán repelidos si pugnan por sus personalismos. El círculo dramático se cierra porque la evolución es incesante, exige una celeridad notable de la que no siempre seremos capaces. La amenaza de la exclusión subyace, se suceden las presiones sobre las personas, los retos agobiantes.

Si al menos supiéramos hacia donde ruedan los tiempos individuales. El fin trágico y próximo, otras formas de vida posterior, ensamblaje con el Cosmos, ligados al misterio; son algunas de las ideas latentes. Por encima del panorama evolutivo, cada sujeto experimenta momentos DECISIVOS, en los cuales elige opciones con repercusiones importantes para su vida y la de los demás. Las argumentaciones flaquean. Los recursos son poco claros. ¿Cómo calificaremos a las decisiones tomadas? Lanzados hacia el futuro incierto, vamos escasos de equipaje.

Disponemos de un recurso mágico, el hechizo de la ilusión, que sobrepasa la mera fantasía sin miramientos. Basa su realeza en la graciosa majestad de sus enviados. La SINCERIDAD expositiva para denominar a cada cosa por su nombre, con las falsedades desechadas. La INSPIRACIÓN, esa apertura radical en busca de las buenas verdades. El HUMOR rebajando las excesivas cumbres. Y la ARMONÍA para la puesta en realidad de la pluralidad tonificante frente a la uniformidad atrófica.

Utopías dramáticas

Entramos de cabeza en los dramas por el seguimiento excesivo de las utopías; de quienes las gestionan con aviesas intenciones
Rafael Pérez Ortolá
viernes, 3 de marzo de 2017, 00:09 h (CET)
Casi todas las utopías arrastran consigo el grave peligro de acabar convirtiéndose en realidades. Desde ese instante, su gestión se convierte en asunto central del proceso; pasando unos a ser controladores y otros a estar controlados.

Esto suele ocurrir cuando se entra en funcionamientos considerados como superiores a los habituales. No importa la veracidad del argumento. Si hubo propuestas arrolladoras y credulidad o impotencia en el sector opuesto; el camino queda expedito para la utilización del MONTAJE utópico. En esto también influye la posición de los observadores y sus criterios; debido a esa circunstancia conocemos de abundantes valoraciones insospechadas, por su desequilibrio; discurren por vías tortuosas.

A los ULTRAJES de los años señalados por J.L. Borges, convendría añadir los generados por las intemperancias sociales; apuntaba al intento de transformarlos en realidades más tranquilizadoras, música, meros rumores, sueños,símbolos, para atemperar aquellas vivencias. La creatividad, las actitudes solidarias desde la comprensión, junto al carácter incluyente ofrecido al mayor número de personas, se constituyen en posibles apoyos en la sociedad. Por el contrario, la reiterada servidumbre orientada a las utopías introduce factores dramáticos de diverso signo, sufrimientos, dominaciones, abusos, y sobre todo exclusiones con graves secuelas sobre los amplios grupos de afectados.

El proclamado descenso de las utopías es presentado en cada caso con alardes rimbombantes. Ya son menos diáfanos los procedimientos empleados. Las cargas onerosas provocadas están orientadas en sentido opuesto a la dirección de las ventajas. Vistos de cerca estos avatares permanecen disimulados entre las movidas; hacen difícil su correcta valoración. Para calibrarla bien, conviene alejarse un poco de las operaciones en directo. Se aprecian mejor a VISTA de PÁJARO; aunque tampoco existen dos miradas iguales.

Al estilo del pájaro dorado presente en los versos de Yeats, llaman la atención los observadores creídos de su posición elevada. Desde allí todo lo abarcan. APOLTRONADOS en su atalaya, piensan en su control de todo el tiempo, sea pasado, sea futuro; convencidos de su comprensión completa de los conceptos a tener en cuenta. Su osadía les lanza a marcar los trazados. Actúan como auténticos gurús afincados en sectores elegidos. Citaríamos enseguida algunos ejemplares, ocupan los medios, la política, las tramoyas dinerarias, nombramientos y ceses de subalternos. De vuelos elevados, su distanciamiento con respecto a la gente corriente es notable. Activan las utopías a su gusto, con la provocación de amplias grietas sociales.

Un poco más místico es el pájaro que canta en los versos de Bitoriano Gandiaga, canta apegado al TERRUÑO, con las realidades locales a la vista. El idioma, las raíces familiares, las comarcas, la cercanía en suma, son el motivo de sus inquietudes; a ellas supeditan extensiones de calibres diferentes. Las ventajas de la proximidad polarizan sus utopías en esa dirección. A fuer de locales, atraen el riesgp de la enajenación por ensimismamiento, con dos consecuencias peligrosas. Con más frecuencia de la deseada etiquetan a los de fuera como enemigos. Sin los filtros adecuados, sus intemperancias rozan el desplante e incluso las tragedias innecesarias.

En un tercer apunte comento la mirada fascinante por excelencia, alejada de las estridencias. No vuelan ni muy elevado ni muy bajo. Son una fantástica rareza, no abundan estos especímenes; coinciden, eso sí, en la mágica composición de Mikel Laboa “Txoría, txori”. Una gozada poética, musical y del sentimiento expresado sin reparos acomodaticios. La preocupación es que cada pájaro, observador o actuante, lo siga siendo con todos sus ATRIBUTOS. Si le privan de sus alas, le ocultan los horizontes o coartan sus movimientos, deja de ser auténtico pájaro y queda sometido a las maquinaciones ajenas. Es un ¡Basta ya!, de tapujos, carantoñas preelectorales, amaños administrativos y la desfachatez de pasar por encima de los demás.

En el camino desde la infancia al final de la vida sucumben una enormidad de conceptos, engullidos por las pequeñeces de la existencia. De donde deducimos el irrisorio retrato de las grandes teorías cuando quedron con el culo al aire. Quién no tuvo su trineo de juguete al estilo del “Rosebud” en “Ciudadano Kane” o cualqier otro recuerdo talismán, que tanto da. Después de innumerables vueltas y revueltas a lo largo de la vida, es posible la añoranza en los momentos finales de aquel enternecedor talismán. Algo hay en esto de un posible error en la adopción de las ideas de progreso, como si los sentimientos de la infancia y las actitudes particulares sólo cupieran en la supeditación a los ambientes establecidos.

Por mucho pensar en la autonomía personal lo más ilimitada posible, o quizá debido al escaso pensamiento dedicado a las servidumbres con respecto al resto del mundo; fuímos separando progresivamente ambas direcciones. Esa divergencia nos condujo a la INCOHERENCIA notable en el momento presente. Los deseos ocupantes de las mentes, ni siquiera recuerdan esa relación ineludible con las circunstancias orteguianas, con el mundo. Si esa separación tuviera visos de realidad, aún habría necesidad de comprenderla; aunque las sucesivas aproximaciones, biológicas, cuánticas, neuropsicológicas, confluyen en la confirmación de la urdimbre común. La sociedad actual cruje por dichas incoherencias.

Es curiosa la aparición de cada individuo, nace enlazado con los diversos factores constituyentes de su grupo. Pronto surge el desapego, la sociedad piensa cada vez menos en aquel individuo en concreto, este tendrá que buscarse la vida con los recursos a su alcance. Comienza así a fraguarse la utopía de la INTEGRACIÓN de los humanos en esas asociaciones. En el caso de mantenerse pasivos serán absorbidos como entes innominados. Serán repelidos si pugnan por sus personalismos. El círculo dramático se cierra porque la evolución es incesante, exige una celeridad notable de la que no siempre seremos capaces. La amenaza de la exclusión subyace, se suceden las presiones sobre las personas, los retos agobiantes.

Si al menos supiéramos hacia donde ruedan los tiempos individuales. El fin trágico y próximo, otras formas de vida posterior, ensamblaje con el Cosmos, ligados al misterio; son algunas de las ideas latentes. Por encima del panorama evolutivo, cada sujeto experimenta momentos DECISIVOS, en los cuales elige opciones con repercusiones importantes para su vida y la de los demás. Las argumentaciones flaquean. Los recursos son poco claros. ¿Cómo calificaremos a las decisiones tomadas? Lanzados hacia el futuro incierto, vamos escasos de equipaje.

Disponemos de un recurso mágico, el hechizo de la ilusión, que sobrepasa la mera fantasía sin miramientos. Basa su realeza en la graciosa majestad de sus enviados. La SINCERIDAD expositiva para denominar a cada cosa por su nombre, con las falsedades desechadas. La INSPIRACIÓN, esa apertura radical en busca de las buenas verdades. El HUMOR rebajando las excesivas cumbres. Y la ARMONÍA para la puesta en realidad de la pluralidad tonificante frente a la uniformidad atrófica.

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