Porque llevar la camiseta de este club no siempre estuvo de moda.
Lillo los llama "aposteriorísticos". Camacho, "ventajistas". Cualquier adjetivo vale para nombrar a aquellos del ya te lo dije yo, tenía que haber o los yo siempre fui. En Barcelona los hay a patadas, hasta debajo de los piedras.
Hoy, que la vida deportiva inunda las calles y tapa el boquete de la vida económica, mienten. Se aprovechan, usurpan y engañan. Oportunistas ávidos de éxitos para colgarse medallas. Están por todas partes. En los medios de comunicación afines al club, incluso en los no afines. En las niñas que se pintan la cara con las letras de Piqué pero que no saben quien es Van Gaal. Ellas llevan la bufanda y la camiseta del Barça, pero no conocen o no quieren conocer, mucho mejor dicho, el pasado de este glorioso club que ha sufrido más de lo que ha disfrutado. Pero no es su culpa; sus padres, sus familiares, valientes culés de oficinas y tránsito, brillantes trabajadores que se vanaglorian de tener el corazón azul y grana, hablan de la cantera olvidándose de que a Xavi lo querían, pero en Manchester y previo pago de una gran cantidad. Como nadie creyó en Pedro, ni en Busquets. Pero ahora que funcionan, ahora sí que valen. Ya lo dije yo, que Guardiola es un genio. Dicen. Vale, por eso criticaron que no viniese Mourinho.
Así que nada, a esperar que de aquí a unos años, cuando vengan mal dadas, no sufran memoria de pez y sean capaces de ver más allá de un título. No podrán.