Decepción, vergüenza, indignación…hay una retahíla de términos a los que podríamos hacer alusión para explicar los sentimientos y sensaciones que se han palpado en el feudo blanquivioleta. El Real Valladolid está de capa caída y no levanta cabeza. Cada intento de cambio no permite solución alguna. Y, cada vez más, se acentúa la crisis en el Club.
Dos derrotas consecutivas en casa ante dos de los peores equipos que han pasado por Zorrilla esta temporada. Todavía no existe explicación a cómo se pudo perder el partido ante el Numancia. Todo a favor y al final resultado en contra. Un encuentro donde el marcador quiso actuar cual veleta movida por el viento a lo largo del mismo.
El mal cometido de la defensa propugnó que el día inspirador con el que Javi Guerra se había levantado se convirtiera en una decepción para unos aficionados ilusionados. Esta situación no hace más que acrecentar las dudas que parecían disipadas a principio de temporada.
De esta forma, no pudo corroborarse el aforismo de “entrenador nuevo, victoria segura”. Y el debut de Abel Resino al frente de los albivioleta fue cuanto menos desilusionante. Parecía que el largo camino que los jugadores debían recorrer para poder recuperar el sueño del ascenso, había amainado cuando el equipo estuvo bajo las órdenes de Torres Gómez, y el trabajo que le quedaba por hacer al ex atlético se había facilitado.
La epopeya que tiene que elaborar el nuevo entrenador va a ser muy complicada. Si antes no se cae en los errores del año pasado, claro, pues el ambiente que se está fraguando recuerda a mucho a lo que se vivió por estas fechas y al final, todo conlleva a una espiral sin retorno. Mucho queda por pulir y muchos errores quedan por paliar.
Sino que se lo pregunten a la cabeza visible del Club. Los gritos que se oyeron al escuchar el pitido final de “Suárez vete ya” han hecho que éste active la voz de alarma. Ante el caos deportivo, el mercado invernal va a ser movidito, con las puertas abiertas de par en par. Habrá una doble vía, una para entrar y otra para salir.
El primero que, parece, va a terminar la travesía en la que se han sumido los pucelanos va a ser Keita, después de anunciar a bombo y platillo su descontento. Pero, por suerte o por desgracia, no será el único, según han anunciado los dirigentes la marcha de ciertos jugadores –así, en plural- es fundamental. Por tanto, si alguno va a sacar su billete de salida no queda más remedio que comprar otro de llegada para nuevos fichajes navideños.
A ver si de una vez por todas los innumerables cambios que se están llevando a cabo desde el año pasado dejan de ser en balde y la directiva permite que la montaña rusa a la que han montado a todos los seguidores blanquivioletas cese. Porque de tanta vuelta terminaremos mareados.