Como dice el exfutbolista y actual dirigente del R. Madrid, Jorge Valdano, agudísimo observador de el fenómeno futbolístico, el fútbol es un estado de ánimo. Qué verdad que es la frase del argentino. Es increíble como las cosas cambian de una temporada para otra. Cómo cambian los estados de los equipos de una jornada a otra. E incluso, dentro de un mismo partido, cómo puede cambiar la realidad de un conjunto si éste va por delante del marcador, si va por detrás, si sigue empatado pero quizás ha fallado/marcado un penalti...
Pues el Almería ha vivido, ha experimentado en los últimos días este frenesí moral, esta bendita bipolaridad del fútbol que no tiene explicación ni fuste, por mucho que los psicólogos deportivos pretendan que pueden hacerlo.
Hasta el sábado pasado, el Almería (y sus seguidores) caminaban arrastrando sus pies. Absolutamente desmotivados, en caída libre, en penúltima posición...no parecía que hubiera fondo para este grupo humano. El cambio de entranador parecía la única solución. Se hizo. Se perdió en valencia y apunto estuvo de hacerse lo propio en casa contra el colista, el Zaragoza.
Pero hoy, el Almería y su afición parecen estar dispuestos a todo. Se hallan fuera de los puestos de descenso. Están eufóricos, conscientes de lo complicado de su situación, pero absolutamente convencidos de que saldrán del pozo. ¿Cómo se ha obrado ese cambio anímico tan realmente espectacular?
Pues tan solo una victoria. Un gran partido en Sevilla que consagró a Piatti como una de las revelaciones de la liga y una actuación memorable de todo el equipo, que llevo a los rojiblancos aganar por 1-3, ha cambiado el ánimo del Almería de forma tan palpable que el ambiente que se respira de cara a la difícil visita de un Getafe en plena racha es absolutamente positivo y lleno de confianza. El domingo a partir de las 5, sin embargo, veremos hasta que punto se refleja en el marcador dicha euforia.