BOSTON - Newt Gingrich está aprendiendo español. Que Dios lo bendiga.
Esta es la misma persona que hace tres años llamaba al español "el idioma del que vive en un gueto". Rápidamente se disculpó y la semana pasada hizo de anfitrión de su propio foro de cuestiones latinas. Único perfil de cierto valor entre los aspirantes presidenciales Republicanos, Gingrich dice hasta lo que ningún otro Republicano está dispuesto a musitar.
"No vamos a deportar a 11 millones de personas", dijo durante el foro. "Tiene que haber alguna franja entre la deportación y la amnistía".
La hay. Se llama reforma integral de la inmigración. O al menos la totalmente americana ley DREAM, que esta semana bloqueaban los legisladores Republicanos. Pero sabíamos que esto iba a pasar.
Gingrich supone una especie de novedad en la cúpula de la formación, en especial cuando se compara con Mitt Romney y Mike Huckabee y similares. Como San Pedro al cantar el gallo, olvidan convenientemente su anterior apoyo a la regularización de los inmigrantes ilegales.
Jeb Bush también vuelve a salir de su cascarón. El sajón favorito entre muchos latinos, Bush tiene una mujer mexicana, es simpático y habla español realmente - con fluidez. Acusa a los dos partidos de tirarse los trastos a la cabeza con la inmigración pero no llega a impulsar realmente la reforma como hizo su hermano George. La estrategia latina de Jeb ha consistido en enseñar a su alumno estrella, el Senador electo de Florida Marco Rubio.
Sume a otros latinos Republicanos recién elegidos a las filas de Fox News Latino y libertad.org, de la Heritage Foundation, y de pronto agradar a los hispanos se ha convertido en el incipiente negocio familiar Republicano.
Esperemos que crezca lo bastante para dar portazo a la odiosa retórica y la demonización de los latinos practicada en los últimos años por demasiados Republicanos. ¿A quién le importa si el cambio se hace por intereses políticos? Los latinos se sitúan en el 16% de la población y crecen más rápido que el resto.
Así que para ayudar al Partido Republicano, déjeme explicar el motivo de que hasta sus líderes ilustrados fracasen si no comprenden que el destino de los inmigrantes irregulares es crucial para los latinos. La cultura y los valores familiares están en todo.
La clá del hay que echarlos puede decir que su inquietud es legal y económica -- inquietud exagerada, pero real -- pero muchos estudios demuestran que el miedo cultural es una fuerza importante y probablemente arrolladora. El miedo a ser inundado por hispanoparlantes y una cultura extranjera es natural, tanto si los inmigrantes están en situación regularizada como si no.
Los hispanos se están asimilando como hicieron otros grupos de inmigrantes antes, y gran parte del país ha terminado viendo la diversidad como un valor estadounidense fundamental. Gingrich lo sabe. Pero los defensores de la deportación han intimidado al Partido Republicano con un mensaje de rechazo y odio que la mayoría de los latinos se toman a pecho.
En una encuesta Pew difundida justo antes de las legislativas, el 61% de los latinos dicen que la discriminación de los hispanos es "un problema importante", por encima del 54% de hace sólo tres años. Casi el 80 por ciento es contrario a la ley de Arizona que exige la documentación.
El miedo a la propia deportación es tan palpable entre la comunidad que el 52% nada menos decía a Pew estar "muy" o "algo" preocupado porque ellos, un pariente o un amigo íntimo puedan ser deportados. Entre los inmigrantes, la proporción se dispara al 68%. Hasta un tercio de los latinos oriundos comparte este miedo atroz.
Mientras tanto, los inmigrantes en situación irregular no son los solteros de antaño. Las dos terceras partes de los adultos en situación irregular están casados o conviven con una pareja, y casi la mitad tiene hijos. Esto contrasta con el 21% de adultos estadounidenses oriundos que tiene hijos.
Expulse a un adulto en situación irregular, en otras palabras, y probablemente rompa una familia. Los niños del 37% de los adultos, además, son ciudadanos estadounidenses.
Esto y la noción cristiana del perdón se encuentran entre los motivos de que la Iglesia Católica culturalmente poderosa y hasta la organización nacional de líderes eclesiásticos evangélicos hispanos, Republicanos en su mayoría, apoyen la regularización.
Claro, algunos latinos son también partidarios de la deportación. Rubio, por ejemplo, mudaba de piel hace poco y se unía a ellos, pero él es estadounidense de origen cubano. Los cubanos no temen la deportación; tienen asilo político automático si entran de manera ilegal.
En el sondeo Pew, sólo el 13 por ciento de los latinos conviene con la deportación de los inmigrantes irregulares. No es un buen electorado desde el que promocionar al Partido Republicano.