La vida en la gran ciudad puede resultar impredecible. Hay ocasiones en las que uno no sabe dónde va a acabar en el momento en que decide poner un pie en la calle. Este jueves por la tarde me dirigí al centro de Madrid para hacer unos recados que no podía realizar en el barrio donde vivo. Concretamente fui a comprar unas cuerdas de guitarra. Al llegar a la Puerta del Sol, y a través de toda la calle Preciados, me encontré con la típica parafernalia navideña: arbolitos, luces de colores por todas partes y villancicos sonando de fondo. En la plaza de Callao la cosa iba a más: coro de voces, mini-pista de patinaje y casa de Papá Noel incluida. Pero había otra cosa. A causa de este largo puente, ya había olvidado que estábamos a jueves. Y los jueves hay preestrenos. Frente a los Cines Callao se extendía la alfombra roja de la première de “Burlesque”, la nueva película protagonizada por las divas Cher y Christina Aguilera, cuya presencia estaba confirmada, además de la del director Steve Antin y otros miembros del reparto. Alrededor se agolpaba una creciente marabunta de viandantes curiosos blandiendo sus móviles y cámaras digitales a la espera de cazar una furtiva imagen de las “celebrities”. Como me sobraba algo de tiempo, me dejé imbuir por el sentimiento fan y decidí esperar unos minutos para ver pasar las estrellas. Al cabo de media hora de infructuosa espera, recordé el verdadero motivo por el que estaba allí y fui a cumplir con mi misión. Cuando llegué a las dos tiendas de música que conocía por la zona, descubrí que ambas estaban cerradas. Las dos cerraban a las 20:00 horas, cosa que desconocía, así que no pude comprar las cuerdas por mi ignorancia. Bueno, y por culpa de Cher. Viendo que mi propósito inicial se había frustrado definitivamente, volví a Callao justo a tiempo para ver pasar como un rayo el cogote rubio de la Aguilera y a Cher, cuyo aspecto es tan juvenil para su edad que resulta hasta inquietante.

Lo cierto es que “Burlesque” no despierta en absoluto mi atención. Cada vez que veo una película protagonizada por una joven estrella del pop, me echo a temblar y me espero lo peor. Sin embargo, en Estados Unidos ha cosechado críticas para todos los gustos, de manera que hay margen para pensar que podría estar mejor de lo que parece. Además, el filme se presenta como el glorioso retorno a la gran pantalla de Cher, aunque no sé muy bien qué tiene de glorioso, ya que el único papel que la cantante ha sido capaz de interpretar con convicción es el de ella misma y a estas alturas, con tanta operación como lleva encima, debe tener la expresividad de un huevo duro. Sin duda, se trata de un producto que entusiasmará a los seguidores de sus dos protagonistas y producirá cierta indiferencia al resto.

Bastante más interesante y recomendable es “Camino a la libertad”, que se estrena el 5 de enero. A tan sólo unos pasos de Callao, en el Cine Capitol, se preparaba la première de este filme dirigido por el genial e incombustible Peter Weir, probablemente uno de los mejores contadores de historias que hay en activo. A dicha presentación estaba previsto que acudieran el propio director, así como sus principales protagonistas: Colin Farrell, Ed Harris, Jim Sturgess y Saoirse Ronan. La cinta es un drama épico basado en hechos reales y se centra en un grupo de soldados que escapó de un gulag siberiano en 1940. Seguramente será una de las mejores películas de la temporada, ya que las críticas recibidas han sido inmejorables y suena muy fuerte para los próximos Óscar.

A esas alturas de la tarde/noche, y aunque para un mitómano como yo la posibilidad de conocer de cerca a Weir y a semejante reparto sonaba tentadora, me decidí por un plan distinto. Para aprovechar el viaje, y ya que estaba por la zona (y por otro inesperado giro de guión que no viene al caso), opté por ir a uno de los pocos cines que todavía proyectaban “La red social”, un filme que me moría de ganas de ver y que casi dejo pasar. Una vez vista, puedo decir, sin dudarlo, que es la mejor película que he visto este año. Me parece brillante en todos y cada uno de los aspectos: la elegante y estilosa dirección de David Fincher, el impecable guión de Aaron Sorkin, la banda sonora de Trent Reznor y Atticus Ross, el trabajo actoral de Jesse Eisenberg, Andrew Garfield y Justin Timberlake… Si por mí fuera, todos los Óscar de la próxima edición ya estaban dados.

En fin, y así es como un recadito que debería haberme llevado unos minutos se convirtió en una velada cinematográfica en toda regla. Visto lo visto, ojalá todas las veces que bajo al supermercado a hacer la compra acabaran así, aunque, de ese modo, no habría forma de llenar la nevera.