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Antonio Pérez Gómez

Las miserias del deporte español

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Llevamos más de un lustro sacando pecho por medio mundo debido al extraordinario despegue del deporte profesional de España. La lista es extraordinariamente prolija: tenis, motociclismo, automovilismo, baloncesto, ciclismo, fútbol...es extraordinario el rendimiento que estamos alcanzando en todos los deportes mayoritarios a nivel mundial.

Pero de un tiempo a esta parte, los escándalos por el doping están salpicando terriblemente a nuestro deporte y a nuestra imagen internacional. Desde hace una década aproximadamente, Europa se ha remangado y se ha puesto manos a la obra en la lucha contra el doping. Los franceses fueron pioneros en el sucio mundo del ciclismo. El deporte de las dos ruedas había llegado a unas cotas inimaginables. (Hay algunas anécdotas terribles sobre el mundo de la bicicleta, como cuando el equipo Festina fue purgado en 1998 y en la primera carrera en que se presentaron, los propios corredores del resto del pelotón hicieron un “fondo” de diversas circunstancias para que Virenque no hiciera el ridículo en esa carrera). Esa fiebre investigadora gala apunto estuvo de llevarse por delante a nuestro Indurain, cuando se le quiso crucificar por usar Ventolín, pero en general ese celo fiscalizante fue enormemente positivo para el ciclismo en particular y el deporte en general. El no quedarse atrás en este afán por la limpieza, es clave para nuestra credibilidad en el resto del mundo. Pero los últimos acontecimientos nos hacen dudar de que en España se estén tomando las medidas oportunas. Los once imputados pro doping en el ciclismo español este año es un blasón vergonzoso (Italia ha declarado 10 casos, tampoco los transalpinos pueden erigirse en fiscales en este asunto, como pretenden)

No nos engañemos, aquí y en todas partes la suplementación en el deporte de alta competición es un hecho cotidiano, y quien lo quiera negar es un necio. Pero también es un hecho que en muchas ocasiones esos suplementos bordean la legalidad, y que en no pocas ocasiones se instalan en la más flagrante ilegalidad.

En España, una país en el que el atletismo nunca ha triunfado, sólo hemos tenido dos grandes figuras en la última década: Paquillo Fernández y Marta Domínguez. El primero fue cazado hace más de un año. La segunda, que por cierto era un altísimo cargo del atletismo español, acaba de serlo. ¿Es posible que por fin en España se esté persiguiendo el doping realmente? Ojalá este terrible y muy decepcionante caso de Marta sea el último.

Las miserias del deporte español

Antonio Pérez Gómez
Antonio Pérez Gómez
viernes, 10 de diciembre de 2010, 08:41 h (CET)
Llevamos más de un lustro sacando pecho por medio mundo debido al extraordinario despegue del deporte profesional de España. La lista es extraordinariamente prolija: tenis, motociclismo, automovilismo, baloncesto, ciclismo, fútbol...es extraordinario el rendimiento que estamos alcanzando en todos los deportes mayoritarios a nivel mundial.

Pero de un tiempo a esta parte, los escándalos por el doping están salpicando terriblemente a nuestro deporte y a nuestra imagen internacional. Desde hace una década aproximadamente, Europa se ha remangado y se ha puesto manos a la obra en la lucha contra el doping. Los franceses fueron pioneros en el sucio mundo del ciclismo. El deporte de las dos ruedas había llegado a unas cotas inimaginables. (Hay algunas anécdotas terribles sobre el mundo de la bicicleta, como cuando el equipo Festina fue purgado en 1998 y en la primera carrera en que se presentaron, los propios corredores del resto del pelotón hicieron un “fondo” de diversas circunstancias para que Virenque no hiciera el ridículo en esa carrera). Esa fiebre investigadora gala apunto estuvo de llevarse por delante a nuestro Indurain, cuando se le quiso crucificar por usar Ventolín, pero en general ese celo fiscalizante fue enormemente positivo para el ciclismo en particular y el deporte en general. El no quedarse atrás en este afán por la limpieza, es clave para nuestra credibilidad en el resto del mundo. Pero los últimos acontecimientos nos hacen dudar de que en España se estén tomando las medidas oportunas. Los once imputados pro doping en el ciclismo español este año es un blasón vergonzoso (Italia ha declarado 10 casos, tampoco los transalpinos pueden erigirse en fiscales en este asunto, como pretenden)

No nos engañemos, aquí y en todas partes la suplementación en el deporte de alta competición es un hecho cotidiano, y quien lo quiera negar es un necio. Pero también es un hecho que en muchas ocasiones esos suplementos bordean la legalidad, y que en no pocas ocasiones se instalan en la más flagrante ilegalidad.

En España, una país en el que el atletismo nunca ha triunfado, sólo hemos tenido dos grandes figuras en la última década: Paquillo Fernández y Marta Domínguez. El primero fue cazado hace más de un año. La segunda, que por cierto era un altísimo cargo del atletismo español, acaba de serlo. ¿Es posible que por fin en España se esté persiguiendo el doping realmente? Ojalá este terrible y muy decepcionante caso de Marta sea el último.

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