La adolescencia tiene su hueco en la temática cinematográfica de muchos directores de cine tanto comercial como independiente, y así ha querido también ser partícipe Peter Mullan, más conocido por sus trabajos como actor que como cineasta. No obstante, él mismo reconoce su interés por los temas sociales y sobre todo, aquellos en los que los problemas son atemporales, como en NEDS, ambientada en el Glasgow de los setenta pero cuya problemática se puede trasladar a hoy día. De hecho, ha sido un film muy valorado en la pasada edición del festival de cine de San Sebastián, siendo premiado con la Concha de Oro a la mejor película.
Esta historia cuenta la evolución de un chaval, John McGill, que es brillante en sus estudios y que, llegado a la adolescencia, comienza a buscar la admiración de los demás por un camino lleno de violencia, venganza y delincuencia (de ahí el título NEDS: Non-Educated Delinquent.) Mullan no ha querido meterse en psicoanalizar personajes y sí a generalizar los comportamientos que, a mi juicio, son simplistas. Tal y como comenta Carlos Boyero, crítico de cine, “es un retrato increíble de comportamientos difíciles de entender”. A mi parecer, efectivamente, que el espectador no llegue a comprender al personaje del todo hace que la película carezca de redondez, de ser completa.
Películas como This is England o Thirteen también abordan problemas similares: niños rodeados de una atmósfera de fracaso y en un entorno violento, víctimas de lo que les rodea y en busca de su propia identidad. Y sin embargo, marcan una explicación para el espectador de la que NEDS no termina de cerrar. El proceso mental que el protagonista tiene es poco creíble por su cambio radical. Un niño no pasa en cuestión de un año de “empolloncillo sosete” a la más extremada violencia, aunque sí que es verdad que el personaje no es plano del todo y tiene momentos de sufrimiento. El actor que lo interpreta, Conor McCarron, se estrenó en esta película con una actuación muy natural para la poca experiencia que tenía y que le llevó a la Concha de Plata como mejor actor en el festival de este año de San Sebastián. Peter Mullan también tiene un pequeño papel en este drama, interpretando al padre alcohólico del protagonista.
Una parte que el director ha querido criticar de forma interesante es el sistema educativo británico. Su modus operandi pone en duda la efectividad del sistema premio-castigo, algo que hunde en el pozo a aquellos que no tienen ninguna motivación. Drama social, con un toque de surrealismo que no viene al caso, y algunos momentos de humor, hacen de esta película una historia entretenida, pero no calificada como excelente, con algunos errores técnicos y cerca de impactar al espectador por su exageración y no tanto por el acercamiento a la realidad.