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Omar Salinas

COP16: el ultimátum

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El pasado 29 de noviembre dio inicio la 16ª Conferencia sobre Cambio Climático de Naciones Unidas en la ciudad de Cancún, México; y a pesar de que ya han transcurrido varios días, las soluciones y acuerdos parecen estar muy lejanos.

De nueva cuenta encontramos una reunión de mandatarios mundiales estancada en la retórica y en las ambiciones unilaterales de los países, cada quien buscando su provecho o su menor perjuicio, olvidando que lo que los ocupa en este momento es llegar a acuerdo sólidos y eficaces que contribuyan a disminuir los efectos contaminantes que están propiciando el cambio climático y que está destruyendo no sólo a especies animales o vegetales, sino que al paso de los años terminará con la propia raza humana.

Una de las herramientas que se ha considerado fundamental para el desarrollo de las cumbres sobre el cambio climático, desde que se adoptó, es el Protocolo de Kyoto, ya que lo toman como un instrumento que facilita el compromiso de los países hacia la reducción de los contaminantes. Sin embargo este acuerdo internacional ha tenido muy pocos efectos positivos, en especial por el juego político existente entre los principales países industrializados en el planeta, que son los que más contribuyen al cambio climático. A pesar de que fue un acuerdo adoptado en diciembre de 1997, no entró en vigor sino hasta ocho años después, en febrero de 2005 después de la ratificación de Rusia un año antes. Cabe señalar que los gobiernos signatarios acordaron reducir en al menos un 5% en promedio las emisiones de los contaminantes entre 2008 y 2010, pero organismos como la Organización Mundial de Meteorología (OMM) han argumentado que la “década de 2001 a 2010 ha marcado un nuevo récord como las más caliente en la historia del mundo; en la actual década la temperatura ha sido 0.46 grados centígrados superior a la del promedio de 1961 a 1990, y 0.3 grados mayor a la de la década 2000-2009”. Todo esto nos indica que sigue existiendo un preocupante desinterés por los países que producen la mayor cantidad de contaminantes y que no quieren tomar responsabilidad del problema, como lo es el caso de Estados Unidos, quien se comprometió a reducir sus emisiones en un 6%, y actualmente sus emisiones de dióxido de carbono han aumentado en un 15% con respecto a los niveles de 1990, además de que ha trece años de la creación del Protocolo de Kyoto, la Casa Blanca no lo ha ratificado.

Otro problema que se está tratando en la Conferencia sobre el Cambio Climático en Cancún es la forma de incluir a los países en vías de desarrollo en las soluciones al cambio climático, ya que muchos de estos países emiten grandes cantidades de contaminantes, en especial por la deforestación, la agricultura y ganadería. Según lo discutido en la Conferencia, se pretende financiar la “adaptación de los países en desarrollo al calentamiento global a través del Fondo Verde, en el cual los países industrializados aportarían 100 mil millones de dólares anuales al fondo, pero a partir de 2020”. Este punto es clave no sólo para tratar asuntos como el cambio climático, sino también asuntos que tienen que ver con desarrollo social, sustentabilidad, educación y cultura, y protección de derechos humanos. La cuestión: ¿cómo hacer o que estrategias implementar para llevar al desarrollo, según las nociones occidentales, a países que están en la búsqueda de recursos para alimentar a su población o para llevar a sus ciudadanos una mejor calidad de vida, y que a la vez trabajen en proyectos para la disminución de los contaminantes que están provocando el deterior ambiental? ¿Cómo hacer, por ejemplo, para que un país como India, que es un país que está emergiendo como potencia y que por lo mismo está basando su crecimiento en el desarrollo industrial, con niveles de contaminación de más de 1, 340, 000 toneladas de gases contaminantes, fije sus objetivos en estrategias para el cuidado ambiental, cuando tiene a cuestas más de 300 millones de personas que viven bajo el umbral de la pobreza? Indiscutiblemente, este es uno de los mayores retos a los cuales se enfrenta el mundo hoy en día, es decir, hacer converger el desarrollo de los países con el cuidado de los recursos naturales así como del medio ambiente del cual somos parte.

Es necesario que las reuniones de la Conferencia Marco de Naciones Unidos sobre el Cambio Climático se conviertan en centros generadores de proyectos concretos y de soluciones que ataquen el problema de la emisión de contaminantes, y no sólo sean reuniones de “acuerdos escritos”, “apoyos invisibles” o “buenas intenciones” que sólo le den vueltas al problema, en conjunto con la falta de interés de los gobiernos y de sus rígidas posturas políticas que no permiten llevar a cabo una consistente cooperación internacional en diferentes ámbitos, en este caso el medio ambiental. Se requieren de normas regulatorias que se apliquen a nivel mundial para los enormes corporativos industriales que día a día generan grandes cantidades de contaminantes, además que existan mecanismos eficaces para establecer las sanciones cuando se violen las políticas establecidas; por desgracia, tanto los acuerdos y resoluciones a las que llegan los países solamente tienen carácter de condenatorio o de señalamiento, pero no obligan a asumir el costo ni a reparar los daños.

En la conferencia climática que se desarrolla en estos días en Cancún, la preocupación por la falta de acuerdos entre las partes ha llegado a tal grado que el propio Secretario General de la ONU, Ban Ki-moon, ha expresado “que los esfuerzos para llegar a acuerdos para frenar el cambio climático han sido insuficientes”, y que además, se debe actuar “como las naciones unidas, que muestran valor y sentido común, a pesar de las limitaciones políticas y económicas que enfrenta cada país; a pesar de la evidencia y muchos años de negociación todavía no se está a la altura del desafío que se tiene".

La 16ª Conferencia sobre Cambio Climático es el ultimátum para que los países acuerden soluciones inmediatas y a corto plazo ya que, por ejemplo, la experiencia del Protocolo de Kyoto ha demostrado que no es suficiente ser parte del acuerdo o ratificarlo, sino actuar en beneficios para todo el mundo. El sentido de urgencia de lograr avances concretos en materia del cambio climático radica en que cada día aumenta la temperatura del globo terrestre, estamos presenciando el gradual derretimiento de los glaciares así como las inconstantes temperaturas que están afectando a especies animales; sin olvidar que el aumento del nivel del mar está ocasionando inundaciones inesperadas y daños a las poblaciones establecidas cerca de las costas. Esperemos pues los resultados de esta maratónica Cumbre Climática, que termina sus trabajos el próximo 10 de diciembre, el día mundial de los Derechos Humanos. Y a propósito de que el día que termina la Conferencia, se conmemora el aniversario de la Declaración Universal de los Derechos Humanos, recordemos el artículo 3° de la misma que dice “todo individuo tiene derecho a la vida, a la libertad y a la seguridad de su persona”. Me pregunto, ¿las soluciones al cambio climático promueven la vida y la seguridad de los miles de millones de personas que habitamos la Tierra? La respuesta es clara.

COP16: el ultimátum

Omar Salinas
Omar Salinas García
jueves, 9 de diciembre de 2010, 07:45 h (CET)
El pasado 29 de noviembre dio inicio la 16ª Conferencia sobre Cambio Climático de Naciones Unidas en la ciudad de Cancún, México; y a pesar de que ya han transcurrido varios días, las soluciones y acuerdos parecen estar muy lejanos.

De nueva cuenta encontramos una reunión de mandatarios mundiales estancada en la retórica y en las ambiciones unilaterales de los países, cada quien buscando su provecho o su menor perjuicio, olvidando que lo que los ocupa en este momento es llegar a acuerdo sólidos y eficaces que contribuyan a disminuir los efectos contaminantes que están propiciando el cambio climático y que está destruyendo no sólo a especies animales o vegetales, sino que al paso de los años terminará con la propia raza humana.

Una de las herramientas que se ha considerado fundamental para el desarrollo de las cumbres sobre el cambio climático, desde que se adoptó, es el Protocolo de Kyoto, ya que lo toman como un instrumento que facilita el compromiso de los países hacia la reducción de los contaminantes. Sin embargo este acuerdo internacional ha tenido muy pocos efectos positivos, en especial por el juego político existente entre los principales países industrializados en el planeta, que son los que más contribuyen al cambio climático. A pesar de que fue un acuerdo adoptado en diciembre de 1997, no entró en vigor sino hasta ocho años después, en febrero de 2005 después de la ratificación de Rusia un año antes. Cabe señalar que los gobiernos signatarios acordaron reducir en al menos un 5% en promedio las emisiones de los contaminantes entre 2008 y 2010, pero organismos como la Organización Mundial de Meteorología (OMM) han argumentado que la “década de 2001 a 2010 ha marcado un nuevo récord como las más caliente en la historia del mundo; en la actual década la temperatura ha sido 0.46 grados centígrados superior a la del promedio de 1961 a 1990, y 0.3 grados mayor a la de la década 2000-2009”. Todo esto nos indica que sigue existiendo un preocupante desinterés por los países que producen la mayor cantidad de contaminantes y que no quieren tomar responsabilidad del problema, como lo es el caso de Estados Unidos, quien se comprometió a reducir sus emisiones en un 6%, y actualmente sus emisiones de dióxido de carbono han aumentado en un 15% con respecto a los niveles de 1990, además de que ha trece años de la creación del Protocolo de Kyoto, la Casa Blanca no lo ha ratificado.

Otro problema que se está tratando en la Conferencia sobre el Cambio Climático en Cancún es la forma de incluir a los países en vías de desarrollo en las soluciones al cambio climático, ya que muchos de estos países emiten grandes cantidades de contaminantes, en especial por la deforestación, la agricultura y ganadería. Según lo discutido en la Conferencia, se pretende financiar la “adaptación de los países en desarrollo al calentamiento global a través del Fondo Verde, en el cual los países industrializados aportarían 100 mil millones de dólares anuales al fondo, pero a partir de 2020”. Este punto es clave no sólo para tratar asuntos como el cambio climático, sino también asuntos que tienen que ver con desarrollo social, sustentabilidad, educación y cultura, y protección de derechos humanos. La cuestión: ¿cómo hacer o que estrategias implementar para llevar al desarrollo, según las nociones occidentales, a países que están en la búsqueda de recursos para alimentar a su población o para llevar a sus ciudadanos una mejor calidad de vida, y que a la vez trabajen en proyectos para la disminución de los contaminantes que están provocando el deterior ambiental? ¿Cómo hacer, por ejemplo, para que un país como India, que es un país que está emergiendo como potencia y que por lo mismo está basando su crecimiento en el desarrollo industrial, con niveles de contaminación de más de 1, 340, 000 toneladas de gases contaminantes, fije sus objetivos en estrategias para el cuidado ambiental, cuando tiene a cuestas más de 300 millones de personas que viven bajo el umbral de la pobreza? Indiscutiblemente, este es uno de los mayores retos a los cuales se enfrenta el mundo hoy en día, es decir, hacer converger el desarrollo de los países con el cuidado de los recursos naturales así como del medio ambiente del cual somos parte.

Es necesario que las reuniones de la Conferencia Marco de Naciones Unidos sobre el Cambio Climático se conviertan en centros generadores de proyectos concretos y de soluciones que ataquen el problema de la emisión de contaminantes, y no sólo sean reuniones de “acuerdos escritos”, “apoyos invisibles” o “buenas intenciones” que sólo le den vueltas al problema, en conjunto con la falta de interés de los gobiernos y de sus rígidas posturas políticas que no permiten llevar a cabo una consistente cooperación internacional en diferentes ámbitos, en este caso el medio ambiental. Se requieren de normas regulatorias que se apliquen a nivel mundial para los enormes corporativos industriales que día a día generan grandes cantidades de contaminantes, además que existan mecanismos eficaces para establecer las sanciones cuando se violen las políticas establecidas; por desgracia, tanto los acuerdos y resoluciones a las que llegan los países solamente tienen carácter de condenatorio o de señalamiento, pero no obligan a asumir el costo ni a reparar los daños.

En la conferencia climática que se desarrolla en estos días en Cancún, la preocupación por la falta de acuerdos entre las partes ha llegado a tal grado que el propio Secretario General de la ONU, Ban Ki-moon, ha expresado “que los esfuerzos para llegar a acuerdos para frenar el cambio climático han sido insuficientes”, y que además, se debe actuar “como las naciones unidas, que muestran valor y sentido común, a pesar de las limitaciones políticas y económicas que enfrenta cada país; a pesar de la evidencia y muchos años de negociación todavía no se está a la altura del desafío que se tiene".

La 16ª Conferencia sobre Cambio Climático es el ultimátum para que los países acuerden soluciones inmediatas y a corto plazo ya que, por ejemplo, la experiencia del Protocolo de Kyoto ha demostrado que no es suficiente ser parte del acuerdo o ratificarlo, sino actuar en beneficios para todo el mundo. El sentido de urgencia de lograr avances concretos en materia del cambio climático radica en que cada día aumenta la temperatura del globo terrestre, estamos presenciando el gradual derretimiento de los glaciares así como las inconstantes temperaturas que están afectando a especies animales; sin olvidar que el aumento del nivel del mar está ocasionando inundaciones inesperadas y daños a las poblaciones establecidas cerca de las costas. Esperemos pues los resultados de esta maratónica Cumbre Climática, que termina sus trabajos el próximo 10 de diciembre, el día mundial de los Derechos Humanos. Y a propósito de que el día que termina la Conferencia, se conmemora el aniversario de la Declaración Universal de los Derechos Humanos, recordemos el artículo 3° de la misma que dice “todo individuo tiene derecho a la vida, a la libertad y a la seguridad de su persona”. Me pregunto, ¿las soluciones al cambio climático promueven la vida y la seguridad de los miles de millones de personas que habitamos la Tierra? La respuesta es clara.

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