La tónica continúa igual y el Hércules se desinfla cuando se aleja del Rico Pérez. El último partido ante el Deportivo fue el colmo del aburrimiento: los locales con cinco defensas y el Hércules tratando por todos los medios que no le hicieran gol. Las defensas de los dos equipos, cómo no, estuvieron fenomenales. El Depor marcó en una jugada aislada y el Hércules regresó como casi siempre, de vacío.
Cierto es que el sistema de Esteban Vigo es ése, no hay vuelta de hoja. La defensa, con Peña, Paz, Pamarot y Cortés, da garantías pero no es inexpugnable. Y la afición quiere ver jugar a su equipo. Sólo eso, jugar, como hace en casa, no especular. No vale sólo con tener el balón si luego no sabe qué hacer con él.
Lo peor de todo es que algunos ya empiezan a revelarse. Si Calatayud está que trina porque nadie le dice si renueva o no, y Trezeguet afirma que le gustaría irse a un equipo más ambicioso, ahora ha sido Drenthe el que ha atacado directamente a su entrenador. “¿Qué por qué no ganamos fuera? Preguntad al míster por los cambios”. Pues eso, que responda el Boquerón.
El sistema de Esteban Vigo implica que el equipo y el orden táctico que sale en el minuto uno debe mantenerse todo el tiempo. Por eso, reciba uno o tres goles, el entrenador no hace los cambios hasta después del minuto 60. Más de uno se pregunta porqué, si el equipo no funciona en la primera parte, no intenta mover alguna ficha en el descanso. Lo cierto es que no lo hace nunca, ni ahora ni el año pasado en Segunda.
El estilo de juego fuera de casa seguirá en entredicho hasta que, cuando tenga que ser, un par de jugadas al contragolpe finalicen con la calidad de Valdez o Trezeguet, como pasó en Barcelona. Hasta entonces, el remedio pasa por ganar en casa lo que se pierde fuera. O lo que es lo mismo, seguir sufriendo para no caer en puestos peligrosos.