El Almería era sin duda el rival al que el Zaragoza tenía que vencer. Su penúltima posición en la tabla y los tres puntos que antes del pitido inicial separaban a los aragoneses de la salvación eran el marco perfecto para que el conjunto de Javier Aguirre iniciase el ansiado despegue.
Sin embargo, lejos de demostrar grandes mejorías, el Zaragoza culminó el empate a uno como pudo, tal y como hicieron los andaluces. Una jornada más, el técnico mexicano firma noventa minutos sin ganar, demostrando ser un parche que no logra tapar los agujeros de un Real Zaragoza que asiste a un paulatino alejamiento de los puestos de Primera.
Por si fuera poco, las dos jornadas que se avecinan no son nada halagüeñas. El calendario se torna complicado en lo que queda de competición hasta el invierno. La próxima cita será ante
un Real Madrid que aterrizará en Zaragoza con todo un arsenal dispuesto a puntuar, tras el pobre juego que llevó a cabo en el partido del siglo. A continuación, los aragoneses viajarán a Pamplona para medirse ante el Osasuna en uno de los campos donde más caro se cotizan los tres puntos.
Todo parece apuntar, salvo sorpresas bien agradecidas por la afición, que nueve serán los tantos con los que el conjunto aragonés despedirá el año. Es decir, el mismo número con el que cuentan hoy en Liga.
Haciéndose patente que el nuevo técnico no es la solución definitiva, que la moral es un factor que no acompaña al equipo y que los cambios de sistema no terminan de encajar; los fichajes invernales ya no son una necesidad, sino una obligación de extrema urgencia. El Real Zaragoza necesita aire fresco en forma de nuevos hombres que defiendan, creen juego y goleen.
Porque cuando algo no funciona la mejor solución es enmendarlo con inteligencia, y en este caso con dinero, antes que destruirlo. Nada esta del todo perdido si en Navidad el club obsequia a la afición y al equipo con una inyección de calidad.