Con la proximidad del nuevo año, el mundo del cine comienza a prepararse para dos de las grandes entregas de premios que se celebrarán en apenas un par de meses: los Óscar y los Goya. Prueba de ello es que, en los últimos días, han sido confirmados los nombres de aquellos que se encargarán de conducir las respectivas galas.
En cuanto a los premios de la Academia de Hollywood, que se entregarán el 27 de febrero, los productores del evento, Bruce Cohen y Don Mischer, han anunciado como presentadores a los jovencísimos James Franco y Anne Hathaway, para sorpresa de todo el mundo. Con este gesto, los mencionados productores pretenden aportar algo de frescura y savia nueva al show y, sobre todo, atraer al público juvenil. Curiosamente, podría llegar a darse una peculiar situación, ya que ambos actores podrían optar a las nominaciones a mejor actor/actriz por sus último trabajos (“127 hours”, de Danny Boyle, y “Amor y otras drogas”, de Edward Zwick, respectivamente), con lo que podríamos tener a uno o dos nominados ejerciendo de anfitriones, algo que no se había visto casi nunca en la historia de estos premios.
En mi opinión, ya hace tiempo que esta gala me parece un soberano tostón, y si estrellas con una evidente vis cómica y un gran dominio de la escena como Hugh Jackman, Steve Martin o Billy Crystal no han conseguido aportarle mayor interés, no veo por qué estos nuevos fichajes podrían cambiar eso. La verdad es que, a priori, me ha parecido muy mala elección, y sólo han conseguido que mis ganas de ver la próxima gala hayan disminuido aun más. No es que tenga algo en contra de estos actores, de hecho me parecen geniales, simplemente no veo que encajen en estas tesituras. De todos modos, quién sabe, tal vez este cambio tan radical consiga aportar ese toque de frescura que los Óscar tanto necesitan. Ya veremos.
En nuestro país, la Academia de Cine ha designado por segundo año consecutivo a Andreu Buenafuente como conductor de los Goya 2011, que tendrán lugar el próximo 13 de febrero. El evento, además, cambiará de ubicación y pasará a celebrarse en el Teatro Real de Madrid, en un intento por darle un carácter más internacional.
En este caso, la elección me parece totalmente acertada. La ceremonia de este año fue la más entretenida que he visto en bastante tiempo, y en buena parte se debió a la aportación del showman. A nivel de audiencia, estos Goya se convirtieron en los más vistos de la historia, con un 24,5% de share y casi 4 millones de espectadores, lo que demuestra el buen rumbo que están tomando sus organizadores. Desde que Alex de la Iglesia es director de la Academia se respira otro aire en el cine español, más desenfadado, y eso, a la fuerza, se ve reflejado en su fiesta más importante. Esperemos que la edición del próximo año sea, al menos, tan divertida como la de este, que con los tiempos que corren tampoco se puede pedir mucho más.
Ahora nos queda esperar a enero para el paso previo más importante: el anuncio de los nominados. Hagan sus apuestas, señores.