Dicen que el ser humano es el único animal que tropieza dos o más veces en la misma piedra. Y no parece que José Mourinho vaya ser la excepción. Eso sí, esta manita (5-0) del Barça al Madrid le va escocer la lengua un ratito largo, entendiendo por largo unos 3 o 4 días, claro.

No sé puede calentar tanto un partido y luego equivocarse tanto en el planteamiento de un encuentro de tanta trascendencia… Los inteligentes hablan con propiedad, los sabios callan…y otros hacen esto.

En este partido se ha visto de todo, menos goles de los blancos. Si bien es cierto que el gesto de Cristiano Ronaldo al empujar levemente a Guardiola ha sido feo, la verdad es que el entrenador azulgrana no ha estado muy acertado tirándole el balón al disponerse un saque de banda por parte del portugués.

Aparte de este tipo de anécdotas que seguro darán que hablar, el Barcelona ha sido incontestablemente superior. Los hechos son esos. Ahora, el que quiera dar una lectura más allá de la futbolística con el telón de fondo de las elecciones catalanas hace poco más de 24 horas, ahí tiene un filón. Pero esto es deporte, es fútbol, es el partido de la temporada hasta que llegue el Real Madrid-Barcelona, ya en el año que viene. Así es que de lo que se trata aquí es de aquello que decían y dicen las abuelas: “Dime de qué alardeas y te diré de que careces”.

El que juega al fútbol, como ha cualquier otra cosa, desea ganar. Para ello, entrena y juega. Pero la base del éxito, por lo que se está viendo, tiene una gran carga de “humildad”. Si a eso se le añade visión global de juego, fuerza de voluntad y cabeza fría, lo demás prácticamente viene en el pack del triunfo.
Eso es, entre otras cosas lo que ha quedado esta noche en el césped ya vacío del Nou Camp. Y que dure muchos años, si se sigue haciendo de esta manera tan loable.

En está búsqueda incansable del logro superlativo, de la quintaesencia del resultado excelente, unos tiran para su tierra, “Sabadell” y otros se encomiendan al “Espíritu Santo”. Y los milagros existen, sí, pero vaya por delante el trabajo duro y terrenal, que al parecer, da resultado sin tener que rogar a lo más sagrado.

Lo que es la vida; a otros por un error tan descomunal nos echarían del trabajo sin miramientos. A otros, sin embargo, les seguirán pagando un sueldo de vértigo, dándoles incluso bonificaciones: todo por salvar la temporada con algún título, por pequeño este sea o por muy grande que se tenga la boca.