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Antonio Pérez Omister

La conjura de los especuladores

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Contra España, los especuladores internacionales están siguiendo al pie de la letra el guión de acoso y derribo perpetrado contra Grecia e Irlanda. Y lo hacen sin esconderse, sólo dos días después de anunciarse el rescate de Irlanda por la Unión Europea, con créditos por importe de 100.000 millones de euros. Este enrarecido clima revela que los especuladores globales están ansiosos por desencadenar su ofensiva final contra España. Y siquiera dan signos de respetar el plazo de gracia de seis meses que concedieron a Grecia desde que empezaron los rumores sobre el déficit ‘oculto’ y sus cuentas públicas ‘maquilladas’; ni el medio año de espera que otorgaron a Irlanda desde que trascendieron los graves problemas de insolvencia de sus bancos. Todo hace pensar que los especuladores se saltarán a Portugal, y concentrarán toda su artillería de grueso calibre contra España. Y no por sus cimientos económicos, que no son tan endebles, ni por las cuentas públicas, que se van a enderezar, sino por el estancamiento económico de nuestro país y el altísimo nivel de desempleo.

Sin crecimiento, argumentan ahora los falsos profetas del paradisiaco mercado global, no ven cómo España puede satisfacer su deuda. Pero no dicen estos maniqueos, que la situación de nuestro país se debe, precisamente, al hecho de haber aplicado todas las medidas económicas impuestas por la UE y Estados Unidos, empezando por la eliminación de aranceles a las importaciones extracomunitarias. Y los mismos rufianes que han fomentado el desempleo en España, abogando por la deslocalización de empresas, ahora señalan que es el paro el principal problema al que se enfrenta el país, y urgen al Gobierno para que aplique nuevas reformas estructurales. Lo que traducido al lenguaje de las mariposas, significa trabajar más por menos. O por nada. La misma cantinela que ya entonaban cansinamente los abusadores más abyectos en los ‘felices’ tiempos de Charles Dickens. Los principales ‘chivatazos’ y bulos de los interesados en que España sea intervenida inmediatamente proceden, como no podía ser de otra manera, de Londres y Nueva York.

Las supuestas informaciones que se filtran desde los mercados dicen que no terminan de creerse las reformas anunciadas por el ejecutivo de Zapatero y ven muy en el aire el objetivo de reducir el déficit al 3% del PIB para el año 2013. Bueno ¿y qué pasa si no es así? Pues absolutamente nada, siempre y cuando el Estado, gobierne quien gobierne, disponga de sus propios recursos para refinanciarse.

Estados Unidos es el país con el mayor déficit del mundo. La ‘sutil’ diferencia estriba en su capacidad para refinanciar la Deuda a través de su fluctuante divisa: el dólar, moneda internacional por excelencia desde los lejanos días de Bretton Woods. Abandonado definitivamente el patrón-oro en 1971, la Reserva Federal, que es una institución privada que no depende del Gobierno de los Estados Unidos (detalle éste que suele omitirse a menudo), imprime billetitos verdes a su antojo, dependiendo del tipo de interés que se aplique a su deuda pública, o en función del precio del crudo, que se fija en los parqués de Londres y Wall Street.

Con la que está cayendo en este país, y en el resto de Europa, resulta inconcebible que nuestros políticos, al menos los principales partidos, no hayan abierto un debate sincero sobre la conveniencia, o la viabilidad, de la permanencia de España en una Unión Europea desnaturalizada que no es más que un ‘protectorado’ de Estados Unidos. ¿Cuántos países deben ir a la quiebra, incluido el nuestro, para que Bruselas dé marcha atrás? El actual sistema económico y financiero es un desastre que está comprometiendo el futuro de Europa.

España, pese a haber aplicado obedientemente todas las medidas impuestas por la UE, pierde posiciones en todos los indicadores. La situación es peligrosa y preocupante para el futuro de los españoles y para la posición de España en el mundo. La primera y única preocupación de la clase política española debe ser el bienestar de sus ciudadanos, por encima de lo que digan los especuladores internacionales en Bruselas o en Washington. Estados Unidos ha impuesto un sistema de fronteras abiertas en Europa, mientras blindaba la suya por el sur con un nuevo Muro de la Vergüenza. Exige libre mercado, pero pretende que prevalezcan siempre sus intereses particulares, como en la reciente guerra de divisas desencadenada con China. Nos embarca en guerras en países remotos, al tiempo que se desentiende de los problemas que sus políticas globales y ‘multiculturales’ han creado en Europa. Fue Estados Unidos, para compensar a las petromonarquías del Golfo por su incondicional apoyo a Israel, el país que impuso la inmigración masiva de musulmanes a Europa, al tiempo que nos vendía un apócrifo terrorismo islamista, como un peligro inminente tras los atentados del 11-S.

Reducir salarios y pensiones significa recortar, aún más, el poder adquisitivo de los consumidores que todavía conservan su empleo. Si cae el consumo, la recuperación económica no se va a producir nunca. Para que el dinero genere riqueza, ha de circular. El dinero es un medio, no un fin en sí mismo. Un medio para facilitar el intercambio de bienes y servicios. Nada más. Y digo esto porque, tal vez, va siendo ya hora de que los Gobiernos empiecen a plantearse la nacionalización de la banca privada, a la vista de las torticeras maniobras que los especuladores internacionales están llevando a cabo con la Deuda Pública de los Estados.

En cualquier caso, no tiene ningún sentido prolongar esta agonía. La situación internacional, y la de España en particular, es muy distinta a la de marzo de 2008, y el presidente Zapatero tendría que convocar elecciones para la próxima primavera sin más dilación.

Por su parte, el PP debería cuidarse muy mucho de jalear las maniobras orquestadas de los especuladores contra España, convirtiéndolas en un ‘espontáneo’ ataque de los mercados contra el actual Gobierno. Los especuladores no entienden, ni quieren entender, de siglas y partidos. Tampoco de Pueblos y Naciones Soberanas. Y podría suceder, esperemos que no sea así, que en caso de ganar el plebiscito, el PP se encontrase con una situación tan complicada, que la bomba de relojería acabase estallándole en las manos al señor Rajoy.

En estos momentos, España está totalmente a merced de los especuladores internacionales. Y esto, se mire como se mire, no es bueno ni para el PSOE ni para el PP. O, dicho de otro modo: no es bueno para España y la inmensa mayoría de sus ciudadanos.

La conjura de los especuladores

Antonio Pérez Omister
Antonio Pérez Omister
martes, 30 de noviembre de 2010, 07:53 h (CET)
Contra España, los especuladores internacionales están siguiendo al pie de la letra el guión de acoso y derribo perpetrado contra Grecia e Irlanda. Y lo hacen sin esconderse, sólo dos días después de anunciarse el rescate de Irlanda por la Unión Europea, con créditos por importe de 100.000 millones de euros. Este enrarecido clima revela que los especuladores globales están ansiosos por desencadenar su ofensiva final contra España. Y siquiera dan signos de respetar el plazo de gracia de seis meses que concedieron a Grecia desde que empezaron los rumores sobre el déficit ‘oculto’ y sus cuentas públicas ‘maquilladas’; ni el medio año de espera que otorgaron a Irlanda desde que trascendieron los graves problemas de insolvencia de sus bancos. Todo hace pensar que los especuladores se saltarán a Portugal, y concentrarán toda su artillería de grueso calibre contra España. Y no por sus cimientos económicos, que no son tan endebles, ni por las cuentas públicas, que se van a enderezar, sino por el estancamiento económico de nuestro país y el altísimo nivel de desempleo.

Sin crecimiento, argumentan ahora los falsos profetas del paradisiaco mercado global, no ven cómo España puede satisfacer su deuda. Pero no dicen estos maniqueos, que la situación de nuestro país se debe, precisamente, al hecho de haber aplicado todas las medidas económicas impuestas por la UE y Estados Unidos, empezando por la eliminación de aranceles a las importaciones extracomunitarias. Y los mismos rufianes que han fomentado el desempleo en España, abogando por la deslocalización de empresas, ahora señalan que es el paro el principal problema al que se enfrenta el país, y urgen al Gobierno para que aplique nuevas reformas estructurales. Lo que traducido al lenguaje de las mariposas, significa trabajar más por menos. O por nada. La misma cantinela que ya entonaban cansinamente los abusadores más abyectos en los ‘felices’ tiempos de Charles Dickens. Los principales ‘chivatazos’ y bulos de los interesados en que España sea intervenida inmediatamente proceden, como no podía ser de otra manera, de Londres y Nueva York.

Las supuestas informaciones que se filtran desde los mercados dicen que no terminan de creerse las reformas anunciadas por el ejecutivo de Zapatero y ven muy en el aire el objetivo de reducir el déficit al 3% del PIB para el año 2013. Bueno ¿y qué pasa si no es así? Pues absolutamente nada, siempre y cuando el Estado, gobierne quien gobierne, disponga de sus propios recursos para refinanciarse.

Estados Unidos es el país con el mayor déficit del mundo. La ‘sutil’ diferencia estriba en su capacidad para refinanciar la Deuda a través de su fluctuante divisa: el dólar, moneda internacional por excelencia desde los lejanos días de Bretton Woods. Abandonado definitivamente el patrón-oro en 1971, la Reserva Federal, que es una institución privada que no depende del Gobierno de los Estados Unidos (detalle éste que suele omitirse a menudo), imprime billetitos verdes a su antojo, dependiendo del tipo de interés que se aplique a su deuda pública, o en función del precio del crudo, que se fija en los parqués de Londres y Wall Street.

Con la que está cayendo en este país, y en el resto de Europa, resulta inconcebible que nuestros políticos, al menos los principales partidos, no hayan abierto un debate sincero sobre la conveniencia, o la viabilidad, de la permanencia de España en una Unión Europea desnaturalizada que no es más que un ‘protectorado’ de Estados Unidos. ¿Cuántos países deben ir a la quiebra, incluido el nuestro, para que Bruselas dé marcha atrás? El actual sistema económico y financiero es un desastre que está comprometiendo el futuro de Europa.

España, pese a haber aplicado obedientemente todas las medidas impuestas por la UE, pierde posiciones en todos los indicadores. La situación es peligrosa y preocupante para el futuro de los españoles y para la posición de España en el mundo. La primera y única preocupación de la clase política española debe ser el bienestar de sus ciudadanos, por encima de lo que digan los especuladores internacionales en Bruselas o en Washington. Estados Unidos ha impuesto un sistema de fronteras abiertas en Europa, mientras blindaba la suya por el sur con un nuevo Muro de la Vergüenza. Exige libre mercado, pero pretende que prevalezcan siempre sus intereses particulares, como en la reciente guerra de divisas desencadenada con China. Nos embarca en guerras en países remotos, al tiempo que se desentiende de los problemas que sus políticas globales y ‘multiculturales’ han creado en Europa. Fue Estados Unidos, para compensar a las petromonarquías del Golfo por su incondicional apoyo a Israel, el país que impuso la inmigración masiva de musulmanes a Europa, al tiempo que nos vendía un apócrifo terrorismo islamista, como un peligro inminente tras los atentados del 11-S.

Reducir salarios y pensiones significa recortar, aún más, el poder adquisitivo de los consumidores que todavía conservan su empleo. Si cae el consumo, la recuperación económica no se va a producir nunca. Para que el dinero genere riqueza, ha de circular. El dinero es un medio, no un fin en sí mismo. Un medio para facilitar el intercambio de bienes y servicios. Nada más. Y digo esto porque, tal vez, va siendo ya hora de que los Gobiernos empiecen a plantearse la nacionalización de la banca privada, a la vista de las torticeras maniobras que los especuladores internacionales están llevando a cabo con la Deuda Pública de los Estados.

En cualquier caso, no tiene ningún sentido prolongar esta agonía. La situación internacional, y la de España en particular, es muy distinta a la de marzo de 2008, y el presidente Zapatero tendría que convocar elecciones para la próxima primavera sin más dilación.

Por su parte, el PP debería cuidarse muy mucho de jalear las maniobras orquestadas de los especuladores contra España, convirtiéndolas en un ‘espontáneo’ ataque de los mercados contra el actual Gobierno. Los especuladores no entienden, ni quieren entender, de siglas y partidos. Tampoco de Pueblos y Naciones Soberanas. Y podría suceder, esperemos que no sea así, que en caso de ganar el plebiscito, el PP se encontrase con una situación tan complicada, que la bomba de relojería acabase estallándole en las manos al señor Rajoy.

En estos momentos, España está totalmente a merced de los especuladores internacionales. Y esto, se mire como se mire, no es bueno ni para el PSOE ni para el PP. O, dicho de otro modo: no es bueno para España y la inmensa mayoría de sus ciudadanos.

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