Siglo XXI. Diario digital independiente, plural y abierto. Noticias y opinión
Viajes y Lugares Tienda Siglo XXI Grupo Siglo XXI
21º ANIVERSARIO
Fundado en noviembre de 2003
Música
Etiquetas | Ruido
Borja Costa

De Vicio y sus virtudes

|

Cae en mis manos esta semana, por absoluta casualidad y debido a su abandono en un asiento del metro por parte de un sujeto desconocido pero, intuyo, realmente desgraciado - un tipo indeseable sin ninguna duda, un desalmado sin corazón ni intelecto - , el último número de Vice Magazine en su edición española. Reconozco no haber sabido de su existencia hasta el día de hoy, y allegados y más lejanos me hacen saber que soy ya de los últimos. Me siento un poco más memo, incluso, que el pervertido que la ha abandonado en el vagón, aunque creo que aparece en el momento perfecto.

Para mi, en este Número Antimúsica, los encargados de esta publicación han conseguido ir un punto más allá en el periodismo referente al mundo del arte, dado que tomando como punto de partida una posición aparentemente contracultural, hacen todo lo contrario a lo que es habitual en estas tendencias (esto es, deconstrucción infantil motivada por el placer humano de la destrucción), provocando de forma más o menos encubierta una verdadera reflexión que ya le gustaría a la prensa más prestigiosa de este país (a esa que hace construcción infantil motivada por el placer humano de la construcción). Aquí ya no se trata de qué contar, ni siquiera de la visión personal de quien lo cuenta; aquí se trata de reírse, sin más, sea lo que sea que se dice; y todo ello para poner de relieve una verdad ineludible: el mundo de la música (y el de su periodismo) se encuentra en una situación absolutamente absurda. Ellos, Vice, llenan sus páginas de espejos, y si nosotros nos miramos o no, es ya asunto nuestro (el pensamiento crítico no nos lo regalan con la revista, la cual ya de por sí, incluido su papel de alto gramaje que ya quisieran muchas editoriales, no cuesta ni un céntimo).

Reconociendo, en una contestación a una carta de un lector, que uno de los muchos motivos que los ha llevado a editar este número especial es la aberrante situación en la que se encuentra el mundillo musical, parten de un artículo sobre la falsificación de archivos en Napster, seguido de otro sobre los primeros fabricantes de bootlegs, para, una vez destripados ambos mundos y comprobadas las ridículas miserias – y sus glorias - de los falsificadores, continuar con un reportaje sobre una de las mayores entidades de gestión de derechos a nivel mundial. El choque de información está servido, y ya depende del lector sacar las conclusiones necesarias.

A partir de aquí, artículos como “Carretera, Manta y Ruido (Salir hoy de gira en USA es lóbrego)” o “La Guía Vice para no estar en un grupo” nos llevan directamente a un desolador “Miedo a la música (¡La melofobia es real!)”. Tratado el tema de la enfermedad, solo les queda llegar a la muerte, en “Sobre el mal uso de la música”, donde se analiza el papel de esta como causa directa de defunción.

Siguiendo la carrera de lo absurdo, mención aparte merece la entrevista a varios de los miembros de la formación punk Crass, por la poca frecuencia de estos en los medios: los más comprometidos representantes de la ola punk, antaño absolutamente consecuentes con sus ideales anarquistas, se ven hoy las caras en los tribunales, apelando la intervención de la Reina en sus asuntos legales. La más interesante de las numerosísimas entrevistas realizadas para la elaboración de este número, que incluye conversaciones con algo peor que lo que aquí llamaríamos músicos callejeros (viejas almas que esperan todavía la gloria, organistas de paseos marítimos, etc.) o trabajadores de karaokes (organizando a estos, de forma cruda y espantosa, poco menos que en base a su larga permanencia en este sector laboral).

Como un refresco, en sus últimas páginas, llega una mención un tanto más seria (si es que lo demás no lo es) al caso Larry Ochs VS el Jazz, las Jazz Wars. No voy a repetir aquí lo que ha plagado medios informativos, y si alguien desea ponerse al día, ¿qué mejor que ir a la propia página de Vice dónde se puede leer el contenido de la revista on-line de forma gratuita? De la pequeña reseña en sus páginas sobre este suceso, surgido en el marco del Festival de Jazz de Sigüenza en su pasada edición, y que hizo de un extraño señor hasta entonces anónimo objeto de amorosa atención por parte del mismísimo Wynton Marsalis (y objeto de atención más que dudosa por parte de muchos otros) después de literalmente denunciar a los músicos porque no le gustaba lo que tocaban, surge la gran carencia de esta edición española de Vice: su falta de contenidos más próximos a un lector de aquí. Nadie duda de que el lector potencial de la publicación sea más cercano al mundo anglosajón que al suyo propio, aunque doy fe de que las referencias a la Guerra de Secesión, a Wyatt Earp o a Neal Cassady no son siempre comprendidas aún por el más culto de nuestros anti-cultura. En cualquier caso, creo que estos chicos de Vice se merecen algo más que las arduas tareas de traducción y adaptación a las que están limitando su trabajo. Claro que a lo mejor, si tratan de hacer la revista con contenidos propios, no les quedan ya ni siquiera antimúsicos a los que entrevistar.

De Vicio y sus virtudes

Borja Costa
Borja Costa
lunes, 29 de noviembre de 2010, 09:17 h (CET)
Cae en mis manos esta semana, por absoluta casualidad y debido a su abandono en un asiento del metro por parte de un sujeto desconocido pero, intuyo, realmente desgraciado - un tipo indeseable sin ninguna duda, un desalmado sin corazón ni intelecto - , el último número de Vice Magazine en su edición española. Reconozco no haber sabido de su existencia hasta el día de hoy, y allegados y más lejanos me hacen saber que soy ya de los últimos. Me siento un poco más memo, incluso, que el pervertido que la ha abandonado en el vagón, aunque creo que aparece en el momento perfecto.

Para mi, en este Número Antimúsica, los encargados de esta publicación han conseguido ir un punto más allá en el periodismo referente al mundo del arte, dado que tomando como punto de partida una posición aparentemente contracultural, hacen todo lo contrario a lo que es habitual en estas tendencias (esto es, deconstrucción infantil motivada por el placer humano de la destrucción), provocando de forma más o menos encubierta una verdadera reflexión que ya le gustaría a la prensa más prestigiosa de este país (a esa que hace construcción infantil motivada por el placer humano de la construcción). Aquí ya no se trata de qué contar, ni siquiera de la visión personal de quien lo cuenta; aquí se trata de reírse, sin más, sea lo que sea que se dice; y todo ello para poner de relieve una verdad ineludible: el mundo de la música (y el de su periodismo) se encuentra en una situación absolutamente absurda. Ellos, Vice, llenan sus páginas de espejos, y si nosotros nos miramos o no, es ya asunto nuestro (el pensamiento crítico no nos lo regalan con la revista, la cual ya de por sí, incluido su papel de alto gramaje que ya quisieran muchas editoriales, no cuesta ni un céntimo).

Reconociendo, en una contestación a una carta de un lector, que uno de los muchos motivos que los ha llevado a editar este número especial es la aberrante situación en la que se encuentra el mundillo musical, parten de un artículo sobre la falsificación de archivos en Napster, seguido de otro sobre los primeros fabricantes de bootlegs, para, una vez destripados ambos mundos y comprobadas las ridículas miserias – y sus glorias - de los falsificadores, continuar con un reportaje sobre una de las mayores entidades de gestión de derechos a nivel mundial. El choque de información está servido, y ya depende del lector sacar las conclusiones necesarias.

A partir de aquí, artículos como “Carretera, Manta y Ruido (Salir hoy de gira en USA es lóbrego)” o “La Guía Vice para no estar en un grupo” nos llevan directamente a un desolador “Miedo a la música (¡La melofobia es real!)”. Tratado el tema de la enfermedad, solo les queda llegar a la muerte, en “Sobre el mal uso de la música”, donde se analiza el papel de esta como causa directa de defunción.

Siguiendo la carrera de lo absurdo, mención aparte merece la entrevista a varios de los miembros de la formación punk Crass, por la poca frecuencia de estos en los medios: los más comprometidos representantes de la ola punk, antaño absolutamente consecuentes con sus ideales anarquistas, se ven hoy las caras en los tribunales, apelando la intervención de la Reina en sus asuntos legales. La más interesante de las numerosísimas entrevistas realizadas para la elaboración de este número, que incluye conversaciones con algo peor que lo que aquí llamaríamos músicos callejeros (viejas almas que esperan todavía la gloria, organistas de paseos marítimos, etc.) o trabajadores de karaokes (organizando a estos, de forma cruda y espantosa, poco menos que en base a su larga permanencia en este sector laboral).

Como un refresco, en sus últimas páginas, llega una mención un tanto más seria (si es que lo demás no lo es) al caso Larry Ochs VS el Jazz, las Jazz Wars. No voy a repetir aquí lo que ha plagado medios informativos, y si alguien desea ponerse al día, ¿qué mejor que ir a la propia página de Vice dónde se puede leer el contenido de la revista on-line de forma gratuita? De la pequeña reseña en sus páginas sobre este suceso, surgido en el marco del Festival de Jazz de Sigüenza en su pasada edición, y que hizo de un extraño señor hasta entonces anónimo objeto de amorosa atención por parte del mismísimo Wynton Marsalis (y objeto de atención más que dudosa por parte de muchos otros) después de literalmente denunciar a los músicos porque no le gustaba lo que tocaban, surge la gran carencia de esta edición española de Vice: su falta de contenidos más próximos a un lector de aquí. Nadie duda de que el lector potencial de la publicación sea más cercano al mundo anglosajón que al suyo propio, aunque doy fe de que las referencias a la Guerra de Secesión, a Wyatt Earp o a Neal Cassady no son siempre comprendidas aún por el más culto de nuestros anti-cultura. En cualquier caso, creo que estos chicos de Vice se merecen algo más que las arduas tareas de traducción y adaptación a las que están limitando su trabajo. Claro que a lo mejor, si tratan de hacer la revista con contenidos propios, no les quedan ya ni siquiera antimúsicos a los que entrevistar.

Noticias relacionadas

El 19 de abril de 2024, el mundo de la música fue testigo de otro hito en la carrera ya icónica de Taylor Swift con el lanzamiento de su último álbum, "THE TORTURED POETS DEPARTMENT". Este nuevo trabajo discográfico, definido por Swift como "una antología de nuevas obras que reflejan eventos, opiniones y sentimientos de un momento fugaz y fatalista en el tiempo", se publicó junto a un segundo álbum doble que dejó atónitos a todos los seguidores de la artista.

Tras varios singles sobre el fin de su relación con el ex futbolista Gerard Piqué, Shakira publicó su duodécimo álbum de estudio, titulado "Las mujeres ya no lloran". Un análisis de Odds Scanner muestra que, poco menos de un mes después de su lanzamiento, el álbum de 'La Loba' ya es el más escuchado del año en Spotify, con más de 3.600 millones de streams. Por su parte, "Cowboy Carter", publicado por Beyoncé, ocupa el séptimo lugar con 750 millones de streams.

Dídac Flores es un eurofan de Eurovisión, el Festival de las televisiones públicas de la mayoría de los países europeos, desde que era un niño. Ha creado una obra musical que hace un año estrenó en Barcelona y Madrid y que ahora vuelve a escena para celebrar que dentro de muy poco, vuelve el festival eurovisivo.

 
Quiénes somos  |   Sobre nosotros  |   Contacto  |   Aviso legal  |   Suscríbete a nuestra RSS Síguenos en Linkedin Síguenos en Facebook Síguenos en Twitter   |  
© Diario Siglo XXI. Periódico digital independiente, plural y abierto | Director: Guillermo Peris Peris
© Diario Siglo XXI. Periódico digital independiente, plural y abierto