Esto va del Clásico, desde otra perspectiva. De cómo no saber paliar el miedo con el crono y el movimiento. De no saber amar sin ser correspondido por tu rival. De odiar y de no odiar. De imanes y de polos opuestos. De ser el centro de atención siendo lo central. De ser el centro de atención viviendo permanentemente en el lateral.
Unos que van de azul y de grana y otros que van de blanco no pueden vivir juntos, ni separados. Es aquella maldición retórica que se pregunta que por qué separado se escribe todo junto y todo junto se escribe separado. Los más puros fueron mejores y quieren volver a serlo; los más puristas son los mejores y necesitan reeditarse para que los más puros no vuelvan a darles de lado. Es un matrimonio que siempre se amará pero que realmente la lógica dice que nunca se han amado.
El Madrid ama, al igual que el Barça. Ambos aman y a ambos les aman. Como también ambos odian y a ambos les odian. El lunes serán el centro…del mundo. Un epicentro futbolístico, casi extradeportivo, jamás vivido. Nuestra generación, quién sabe, no volverá v vivir un contexto igual en la vida.
Veremos quien se lleva el ramo de la novia.