Basada en la en el largometraje francés ‘Natalie X’, la cartelera de esta semana repite con un remake sobre la historia de Chloe (Amanda Seyfried), una joven prostituta un tanto paranoica, que se verá inmiscuida en la vida familiar de Catherine (Julianne Moore) y Michael (Max Thieriot).
Cargada de erotismo y sensualidad, ‘Chloe’ se atreve a trasladar a la gran pantalla temas poco tratados en el cine como la bisexualidad o la masturbación femenina. Lejos de convertirse en un enfoque natural de las relaciones amorosas, la película está repleta de tópicos machistas centrándose en una protagonista que hará todo lo que esté en su mano por complacer a los hombres de su entorno.
La enrevesada trama trae a nuestra memoria ciertas películas de sobremesa, en las que parece que las maldades sólo se superan acabando con ellas sin otra solución que el fin de la vida.
El despecho y la venganza sirven de hilo conductor a una cinta que muestra una visión de las mujeres como seres inseguros, desconfiados e incapaces de pensar por sí mismos. El mito de que el género femenino empeora con la edad es un elemento negativo más si pensamos más allá: si pensamos en personas, con independencia de los años cumplidos y sin necesidad de distinguir a la humanidad por sexos.
El dilema de si las prostitutas tienen “derecho” a enamorarse se transforma también en sujeto del largometraje, donde llega a plantearse el por qué de este trabajo descalificando a los que se dedican a la profesión, es decir, puede ser que exista alguien que haya elegido libremente este camino y creo que no merece ser cuestionado por ello.
Intento fallido de modernidad, en ‘Chloe’ no nos vamos a encontrar nada que no hayamos visto ya antes… Aunque se arriesga con ciertos tabúes, le falla la orientación de un argumento basado en la culpabilidad de una mujer que se siente mal por no estar a la altura de una chica joven. ¿Y qué pasa con los hombres? Al parecer, ellos nunca se han visto en la tesitura de no gustar a otras a causa de las primaveras pasadas