Ni las elecciones al parlamento catalán, ni la Champion League ni tan siquiera la guerra por el fútbol han impedido que se juegue este partido. La verdadera guerra se libra en el terreno de juego, en campo catalán y, como cada año, es capaz de eclipsar el futuro de la Generalitat y de hacer sombra a la competición europea por excelencia. Podría distanciarme de mis colegas y resistirme a la tentación de hablar del clásico, pero es inevitable por una sencilla razón. Un 29 de noviembre, el Fútbol Club Barcelona fue fundado por doce jóvenes liderados por el suizo Hans Gamper, así que si me lo permiten, hoy es el día del Barça. Antes de nada y ya que a mí no me pueden sancionar, diré que Mourinho fue un hipócrita por provocar las expulsiones de Xavi Alonso y Sergio Ramos en el estadio del Ajax, allá donde ganó la séptima copa de Europa un entonces respetado Real Madrid. Parecía una broma el saque de falta de Xavi Alonso. A pesar de esas irrisorias acciones, lo realmente criticable fue la posterior negativa del técnico a lo evidente. Primero fingió enfadarse con las expulsiones y más tarde echó la culpa al árbitro. El Madrid tiene un buen fondo de armario y el martes sobró su descarada estrategia de cara a liberarse de las tarjetas que arrastraban. Un equipo de su categoría debería dar ejemplo de esa elegancia de la que tanto presume.

Polémicas aparte, Mou que comenzó en este campo como traductor de Robson, ahora es el enemigo público número 1 del Barça después de que el año pasado el Inter de Milán apeara de la competición europea al equipo de Guardiola, dejándoles fuera de su ansiada final en el Bernabeu. El luso regresa al templo culé para medirse de igual a igual, aunque hay quien se atreve a decir que el Real Madrid este año se lleva los tres puntos en el Camp Nou. Yo no lo tengo tan claro. Cierto es que el equipo merengue posee una de las delanteras más letales de primera división, un juego más directo que su rival y que todo lo que toca Cristiano se convierte en una oportunidad de gol.

Por su parte, los culés, aunque a alguno le duela, juegan a la española, es decir “tocar, tocar y tocar”. Lejos queda el fatal encuentro contra el Hércules, en unas jornadas de confusión del equipo culé. Pero, lo que está claro es que ambos llegan con fuerza y con los deberes hechos. Este partido será decisivo en la lucha por la liga y estos dos titanes son los únicos capaces de derrotarse en noventa minutos.