No se pierde el ánimo en Tarragona. Más que nada porque no queda otra. Siempre se busca el lado bueno de la derrota, del empate o del sinsabor. De hecho, ver el vaso medio lleno suele ser mejor que verlo medio vacío. Aunque esté medio vacío.
El Gimnàstic jugará este domingo en el siempre complicado campo del Alcorcón. A priori, los madrileños parten con ventaja desde el mismo momento en el que la clasificación advierte el lugar de madrileños y tarraconenses. Ganar no es una quimera, pero sí puede resultar más complicado de lo esperado viendo los últimos acontecimientos.
Porque las dos últimas jornadas del equipo de Luis César se han saldado con dos empates. Dos puntos de seis posibles. Los optimistas lo ven como que no se ha perdido, y eso está bien. Los que observan la realidad desde el otro punto de vista, lo ven como un auténtico desperdicio de puntos. Porque los dos últimos choques han sido en el Nou Estadi, en casa. Y ambos han terminado con idéntico resultado (0-0) ante rivales teóricamente de un nivel parecido al del Nàstic (un Elche inofensivo y un Huesca en puestos de descenso).
Hay alguna conclusión realmente acertada, como que a los rivales les cuesta un mundo perforar la meta de Rubén Pérez. Pero de poco sirve mantener la portería a cero si ante el arco rival no se es capaz de dar en la diana. El domingo al mediodía Luis César se plantea dar la alternativa en ataque a Rubén Navarro, una vez recuperado al cien por cien, y Berry Powel. Ambos podrían salir de la partida. El catalán como segunda punta y el holandés más arriba, dejando en el banquillo a Eloy Gila y con la intención de romper la mala racha goleadora. Con repetir el resultado de Tenerife (0-2) valdría para salir del pozo nueve eternas jornadas después. Y olvidar las ocasiones perdidas.