Siglo XXI. Diario digital independiente, plural y abierto. Noticias y opinión
Viajes y Lugares Tienda Siglo XXI Grupo Siglo XXI
21º ANIVERSARIO
Fundado en noviembre de 2003
Etiquetas | El rincón del niño voltio
Fernando Nuñez

Cantando desde el más allá

|

Si uno viaja a Londres, además de hacerse la típica foto con el guardia real de turno o comer el grasiento fish and chips, debería aprovechar su visita a la capital inglesa para disfrutar de una buena pieza teatral. Y si es musical, pues mejor. Porque el nivel de las producciones del West End londinense bien lo merece. Con una maravillosa dirección musical, unos actores impresionantes que dominan a la perfección todas las disciplinas artísticas y un diseño de producción impecable, las comedias musicales inglesas hacen que uno se reconcilie con un género complicado para oídos poco acostumbrados. Hacen que uno se pierda durante dos horas entre risas, sueños y, por qué no, alguna lágrima que otra. Y, en definitiva, hacen que uno sea testigo de un trabajo bien hecho.

Hace unos días me dejé caer por tierras inglesas para visitar a una muy buena amiga mía. Ella vive en un pueblito inglés encantador. Y aunque teníamos planeadas varias excursiones, unos cuantos cafés con jugosos muffins y alguna que otra pinta en el pub de rigor, decidimos pasar una tarde en Londres. Cogimos uno de esos trenes atestados de gente a los que les falta una buena mano de chapa y pintura, y nos plantamos en Piccadilly en algo más de media hora. El tiempo, tan caprichoso siempre en aquellas islas, nos regaló una tormenta que nos dejó empapados hasta los huesos. Pero no logró quitarnos la ilusión de ir a ver nuestro musical favorito: ‘Wicked’.

Nos recorrimos todos los puestos callejeros, esos que ofrecen entradas con descuentos de última hora para los espectáculos teatrales del West End, en un intento por conseguir las localidades más asequibles. Ya se sabe, la crisis. Y aunque es cierto que en cultura no se debería regatear nuestros bolsillos medio vacíos nos aconsejaban lo contrario. Fuimos de un puesto a otro. Preguntando. Comparando. Con las manillas del reloj amenazándonos porque la función comenzaba en tan sólo dos horas. Entramos en una taquilla cercana a Leicester Square. Medio suplicantes. Casi todo estaba vendido. Y fue allí dónde, además de conseguir las dos últimas entradas del día para ‘Wicked’, descubrimos algo que nos dejó perplejos.

Cierto es que desde hace unos años el teatro musical de nueva hornada se alimenta fundamentalmente de homenajear a grupos de tirón comercial o de versionar películas que han triunfado en las taquillas de medio mundo. Cierto es que la originalidad de antaño ha quedado relegada a la simple categoría de adaptación. Quizás porque resulte más fácil movilizar al público ante un reclamo popular que obligarle a escuchar unas canciones que no le son familiares en el contexto de una historia que no le es conocida. Hay películas que se prestan a ello, como es el caso de ‘Billy Elliot’. Pero lo que nunca me hubiera podido imaginar es que esa historia de amor con tintes paranormales de los 90, esa en la que una jovencita Demi Moore modela un trozo de barro ayudada por el espíritu de su amado Patrick Swayze, pudiera llegar a tener su réplica sobre las tablas. Sí. En aquella taquilla cercana a Leicester Square me encontré con un cartel enorme anunciando su futuro estreno. ‘Ghost’ se convertirá en musical.

Mi primera reacción ante aquel anuncio fue una cara de estupor acompañada de una sonora carcajada. La sola idea de ver a tan mítico fantasma protegiendo a su amada a golpe de gorgoritos me parecía… ¿Cómo decirlo?... Esto… Sí. Un poco cutre. ¿Cómo harán al fantasma? ¿Y qué canciones cantarán ante tan triste historia? ¿Es adaptable al género musical semejante dramón esotérico? Porque seamos sinceros, a simple vista la cosa pinta fatal. Sin embargo, pasadas las horas la curiosidad iba ganándole terreno al asombro y a la mofa iniciales. Y decidí investigar un poco al respecto.

‘Ghost, el musical’ está escrito por Bruce Joel Rubin, guionista original de la película y ganador de un Oscar por su trabajo en aquel film. Lo cual le otorga al proyecto ciertas garantías artísticas en lo que a la adaptación escénica se refiere. Música y letras correrán a cargo de Dave Stewart, fundador del exitoso grupo ochentero ‘Eurythmics’, y Glenn Ballard, reconocido compositor y productor musical. Y el director será Matthew Warchus, que ya ha probado sobradamente su talento dirigiendo musicales de gran éxito tanto en el West End londinense como en Broadway. A tenor de las referencias de sus creadores, y a pesar de las reticencias iniciales, cabe esperar un buen producto. Al menos con cierta calidad.

Por lo que he podido ver los efectos especiales prometen ser innovadores y espectaculares. Para ello se ha contratado a Paul Kieve, experto ilusionista que ha trabajado incluso con David Copperfield. Este hombre ha sido capaz de crear la ilusión óptica de ver a una actriz partida en dos mientras cantaba una canción sobre el escenario. O de hacer desaparecer en la nada a un buen puñado de orcos en la adaptación musical de ‘El Señor de los Anillos’. Con lo cual podemos esperar trucos de magia inverosímiles para recrear a los fantasmas y espíritus que pululan por la historia y no simples efectos de luz o proyecciones.

Todo esto hace que a uno le entren ganas de ver ‘Ghost, el musical’. Quizás sólo por curiosidad malsana más que por interés verdadero. Pero lo cierto es que apetece. Tendremos que esperar hasta junio del 2011, fecha prevista para su estreno en el West End londinense. Pero mientras tanto podemos volver a disfrutar de la cinta original para ir abriendo boca. Yo, desde luego, no me lo pienso perder.

Cantando desde el más allá

Fernando Nuñez
Fernando Nuñez
miércoles, 24 de noviembre de 2010, 08:50 h (CET)
Si uno viaja a Londres, además de hacerse la típica foto con el guardia real de turno o comer el grasiento fish and chips, debería aprovechar su visita a la capital inglesa para disfrutar de una buena pieza teatral. Y si es musical, pues mejor. Porque el nivel de las producciones del West End londinense bien lo merece. Con una maravillosa dirección musical, unos actores impresionantes que dominan a la perfección todas las disciplinas artísticas y un diseño de producción impecable, las comedias musicales inglesas hacen que uno se reconcilie con un género complicado para oídos poco acostumbrados. Hacen que uno se pierda durante dos horas entre risas, sueños y, por qué no, alguna lágrima que otra. Y, en definitiva, hacen que uno sea testigo de un trabajo bien hecho.

Hace unos días me dejé caer por tierras inglesas para visitar a una muy buena amiga mía. Ella vive en un pueblito inglés encantador. Y aunque teníamos planeadas varias excursiones, unos cuantos cafés con jugosos muffins y alguna que otra pinta en el pub de rigor, decidimos pasar una tarde en Londres. Cogimos uno de esos trenes atestados de gente a los que les falta una buena mano de chapa y pintura, y nos plantamos en Piccadilly en algo más de media hora. El tiempo, tan caprichoso siempre en aquellas islas, nos regaló una tormenta que nos dejó empapados hasta los huesos. Pero no logró quitarnos la ilusión de ir a ver nuestro musical favorito: ‘Wicked’.

Nos recorrimos todos los puestos callejeros, esos que ofrecen entradas con descuentos de última hora para los espectáculos teatrales del West End, en un intento por conseguir las localidades más asequibles. Ya se sabe, la crisis. Y aunque es cierto que en cultura no se debería regatear nuestros bolsillos medio vacíos nos aconsejaban lo contrario. Fuimos de un puesto a otro. Preguntando. Comparando. Con las manillas del reloj amenazándonos porque la función comenzaba en tan sólo dos horas. Entramos en una taquilla cercana a Leicester Square. Medio suplicantes. Casi todo estaba vendido. Y fue allí dónde, además de conseguir las dos últimas entradas del día para ‘Wicked’, descubrimos algo que nos dejó perplejos.

Cierto es que desde hace unos años el teatro musical de nueva hornada se alimenta fundamentalmente de homenajear a grupos de tirón comercial o de versionar películas que han triunfado en las taquillas de medio mundo. Cierto es que la originalidad de antaño ha quedado relegada a la simple categoría de adaptación. Quizás porque resulte más fácil movilizar al público ante un reclamo popular que obligarle a escuchar unas canciones que no le son familiares en el contexto de una historia que no le es conocida. Hay películas que se prestan a ello, como es el caso de ‘Billy Elliot’. Pero lo que nunca me hubiera podido imaginar es que esa historia de amor con tintes paranormales de los 90, esa en la que una jovencita Demi Moore modela un trozo de barro ayudada por el espíritu de su amado Patrick Swayze, pudiera llegar a tener su réplica sobre las tablas. Sí. En aquella taquilla cercana a Leicester Square me encontré con un cartel enorme anunciando su futuro estreno. ‘Ghost’ se convertirá en musical.

Mi primera reacción ante aquel anuncio fue una cara de estupor acompañada de una sonora carcajada. La sola idea de ver a tan mítico fantasma protegiendo a su amada a golpe de gorgoritos me parecía… ¿Cómo decirlo?... Esto… Sí. Un poco cutre. ¿Cómo harán al fantasma? ¿Y qué canciones cantarán ante tan triste historia? ¿Es adaptable al género musical semejante dramón esotérico? Porque seamos sinceros, a simple vista la cosa pinta fatal. Sin embargo, pasadas las horas la curiosidad iba ganándole terreno al asombro y a la mofa iniciales. Y decidí investigar un poco al respecto.

‘Ghost, el musical’ está escrito por Bruce Joel Rubin, guionista original de la película y ganador de un Oscar por su trabajo en aquel film. Lo cual le otorga al proyecto ciertas garantías artísticas en lo que a la adaptación escénica se refiere. Música y letras correrán a cargo de Dave Stewart, fundador del exitoso grupo ochentero ‘Eurythmics’, y Glenn Ballard, reconocido compositor y productor musical. Y el director será Matthew Warchus, que ya ha probado sobradamente su talento dirigiendo musicales de gran éxito tanto en el West End londinense como en Broadway. A tenor de las referencias de sus creadores, y a pesar de las reticencias iniciales, cabe esperar un buen producto. Al menos con cierta calidad.

Por lo que he podido ver los efectos especiales prometen ser innovadores y espectaculares. Para ello se ha contratado a Paul Kieve, experto ilusionista que ha trabajado incluso con David Copperfield. Este hombre ha sido capaz de crear la ilusión óptica de ver a una actriz partida en dos mientras cantaba una canción sobre el escenario. O de hacer desaparecer en la nada a un buen puñado de orcos en la adaptación musical de ‘El Señor de los Anillos’. Con lo cual podemos esperar trucos de magia inverosímiles para recrear a los fantasmas y espíritus que pululan por la historia y no simples efectos de luz o proyecciones.

Todo esto hace que a uno le entren ganas de ver ‘Ghost, el musical’. Quizás sólo por curiosidad malsana más que por interés verdadero. Pero lo cierto es que apetece. Tendremos que esperar hasta junio del 2011, fecha prevista para su estreno en el West End londinense. Pero mientras tanto podemos volver a disfrutar de la cinta original para ir abriendo boca. Yo, desde luego, no me lo pienso perder.

Noticias relacionadas

 
Quiénes somos  |   Sobre nosotros  |   Contacto  |   Aviso legal  |   Suscríbete a nuestra RSS Síguenos en Linkedin Síguenos en Facebook Síguenos en Twitter   |  
© Diario Siglo XXI. Periódico digital independiente, plural y abierto | Director: Guillermo Peris Peris
© Diario Siglo XXI. Periódico digital independiente, plural y abierto