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Estefanía Jiménez

La puerta de Gran Hermano se abre para recibir una entrevista fugaz

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La casa de “Gran Hermano 12” debe de estar más lejos que las anteriores. O quizás se ha trasladado Guadalix de la Sierra al completo. ¿Por qué si no los concursantes expulsados llegan al plató de Telecinco cuando ya el sueño amenaza con cerrar por completo los ojos de los telespectadores? ¿Por qué parece que las entrevistas personales de la presentadora Mercedes Milá son cortas y apresuradas?

Eduardo fue el concursante expulsado el pasado jueves, día de la gala de “Gran Hermano”. Parecía que nunca iba a llegar a Telecinco. Pero sí que apareció… justo veinte minutos antes de que terminara el programa. Cabe plantearse si con el resto de participantes ha ocurrido lo mismo.

Si nos remontamos a la novena gala de “Gran Hermano 11”, la expulsada fue Melanie. Pertenecía “al lado oscuro” formado por Tatiana y Nagore. Mercedes Milá critica ciertos comportamientos de la concursante, usa el sarcasmo, se ríe con ella, pero no interrumpe cada frase de Melanie (cosa que en la actual edición ocurre en demasía). En total, la entrevista dura 54 minutos, en los que Milá da paso a vídeos sobre la vida de la concursante dentro de la casa y ambas charlan con otros expulsados allí presentes. También dura casi una hora la parte de entrevistas de la gala final de “Gran Hermano 10”, tiempo compartido por los finalistas Almudena y Orlando y el ganador Iván. Al día siguiente, el ganador pudo comentar aún más su paso por la casa en el debate del programa. De igual modo, la gala final de “Gran Hermano El Reencuentro” duró unos 50 minutos. Raquel y Pepe charlaron sobre sus vídeos y contestaron a sus compañeros expulsados.

Si ahora nos fijamos en la actual edición, notamos varios aspectos que hacen que las galas sean sosas y dejen mal sabor de boca a los concursantes. Bueno, yo tendría mal sabor si Mercedes Milá, al formular las preguntas, hablara más que yo; si en vez de vídeos míos conectara constantemente con la casa para ver cómo nominan mis compañeros; si notara que, al caerle mal, su tono resulta agresivo…

Óscar, el primer expulsado de esta edición, estuvo 50 minutos delante de Mercedes Milá, de los cuales 20 fueron conexiones en directo para ver cómo nominan los habitantes de la casa, sus reacciones ante la comida y que escuchen quiénes son los nominados finales. Si a esto añadimos publicidad, vídeos del concursante y las frecuentes (y graciosas) intervenciones de la presentadora sobre su ropa, Internet o el dichoso pinganillo, Óscar sólo tuvo tiempo de bajarse los pantalones. Y menos mal que hizo eso como gracieta, porque su entrevista debería estudiarse en las facultades de Periodismo para saber cómo cortar constantemente al entrevistado. A Óscar se le veía preocupado por hablar bien en televisión, pensando las palabras, pero la insistente Milá (quizás por tener muchas preguntas y poco tiempo) sólo le dejaba pronunciar “claro, ya, sí, quería aclarar que…”. Menos mal que con Eduardo usó la táctica de menos preguntas y más tranquilidad, así el concursante se llevará un buen recuerdo del plató.

Además, para evitar que las dos casas controlen quién se ha ido y quien no, el programa ha prescindido de los mensajes de despedida que los expulsados dedicaban a sus compañeros. Menos tiempo de entrevista y menos diversión. ¿Ya no volveremos a ver desplantes? ¿Mensajes cargados de odio o falsas reconciliaciones? ¿Promesas de amigos para siempre? ¿Caras de no entender por qué el de fuera ya no te habla tras ver los vídeos en los que le criticabas? Vamos, la esencia de “Gran Hermano” y la vida diaria.

La puerta de Gran Hermano se abre para recibir una entrevista fugaz

Estefanía Jiménez
Estefanía Jiménez Solís
domingo, 21 de noviembre de 2010, 08:57 h (CET)
La casa de “Gran Hermano 12” debe de estar más lejos que las anteriores. O quizás se ha trasladado Guadalix de la Sierra al completo. ¿Por qué si no los concursantes expulsados llegan al plató de Telecinco cuando ya el sueño amenaza con cerrar por completo los ojos de los telespectadores? ¿Por qué parece que las entrevistas personales de la presentadora Mercedes Milá son cortas y apresuradas?

Eduardo fue el concursante expulsado el pasado jueves, día de la gala de “Gran Hermano”. Parecía que nunca iba a llegar a Telecinco. Pero sí que apareció… justo veinte minutos antes de que terminara el programa. Cabe plantearse si con el resto de participantes ha ocurrido lo mismo.

Si nos remontamos a la novena gala de “Gran Hermano 11”, la expulsada fue Melanie. Pertenecía “al lado oscuro” formado por Tatiana y Nagore. Mercedes Milá critica ciertos comportamientos de la concursante, usa el sarcasmo, se ríe con ella, pero no interrumpe cada frase de Melanie (cosa que en la actual edición ocurre en demasía). En total, la entrevista dura 54 minutos, en los que Milá da paso a vídeos sobre la vida de la concursante dentro de la casa y ambas charlan con otros expulsados allí presentes. También dura casi una hora la parte de entrevistas de la gala final de “Gran Hermano 10”, tiempo compartido por los finalistas Almudena y Orlando y el ganador Iván. Al día siguiente, el ganador pudo comentar aún más su paso por la casa en el debate del programa. De igual modo, la gala final de “Gran Hermano El Reencuentro” duró unos 50 minutos. Raquel y Pepe charlaron sobre sus vídeos y contestaron a sus compañeros expulsados.

Si ahora nos fijamos en la actual edición, notamos varios aspectos que hacen que las galas sean sosas y dejen mal sabor de boca a los concursantes. Bueno, yo tendría mal sabor si Mercedes Milá, al formular las preguntas, hablara más que yo; si en vez de vídeos míos conectara constantemente con la casa para ver cómo nominan mis compañeros; si notara que, al caerle mal, su tono resulta agresivo…

Óscar, el primer expulsado de esta edición, estuvo 50 minutos delante de Mercedes Milá, de los cuales 20 fueron conexiones en directo para ver cómo nominan los habitantes de la casa, sus reacciones ante la comida y que escuchen quiénes son los nominados finales. Si a esto añadimos publicidad, vídeos del concursante y las frecuentes (y graciosas) intervenciones de la presentadora sobre su ropa, Internet o el dichoso pinganillo, Óscar sólo tuvo tiempo de bajarse los pantalones. Y menos mal que hizo eso como gracieta, porque su entrevista debería estudiarse en las facultades de Periodismo para saber cómo cortar constantemente al entrevistado. A Óscar se le veía preocupado por hablar bien en televisión, pensando las palabras, pero la insistente Milá (quizás por tener muchas preguntas y poco tiempo) sólo le dejaba pronunciar “claro, ya, sí, quería aclarar que…”. Menos mal que con Eduardo usó la táctica de menos preguntas y más tranquilidad, así el concursante se llevará un buen recuerdo del plató.

Además, para evitar que las dos casas controlen quién se ha ido y quien no, el programa ha prescindido de los mensajes de despedida que los expulsados dedicaban a sus compañeros. Menos tiempo de entrevista y menos diversión. ¿Ya no volveremos a ver desplantes? ¿Mensajes cargados de odio o falsas reconciliaciones? ¿Promesas de amigos para siempre? ¿Caras de no entender por qué el de fuera ya no te habla tras ver los vídeos en los que le criticabas? Vamos, la esencia de “Gran Hermano” y la vida diaria.

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