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Martín Cid

Tabaquismo y muerte

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Hace apenas un mes ha salido a la venta un pequeño ensayo titulado Propaganda, Mentiras y Montaje de Atracción. Su autor (un tal Martín Cid, que casualmente también firma este artículo) analiza la propaganda política centrándose en el Ministro de Propaganda nazi Joseph Goebbels. De sus poco más de diez puntos en los que se basaba la propaganda nazi se puede extraer una fácil, y también evidente, conclusión: el miedo es el mejor aliado de los poderosos.

Así, podemos ver en la Historia cómo desde Julio César hasta los más recientes ejemplos –que prefiero no citar- los poderosos se hacen valer de este miedo para imponer sus ideas a los ciudadanos. Julio César, por ejemplo, cortaba un brazo a cualquier galo que se topase con sus poderosas legiones. No, no le mataba porque cortar el brazo era mil veces más efectivo: el galo contaba la hazaña y propagaba el miedo entre los suyos. César vencía por partida doble: su prestigio crecía y, seamos francos, un hombre con un solo brazo no podría plantear una batalla tan dura.

El libro que ahora acaba de salir a la venta me vino a la cabeza cuando escribía uno anterior sobre cultivadores de tabaco: Un Siglo de Cenizas. Investigando por ahí cayó en mis manos ciertas informaciones, entre ellas que fueron precisamente los nazis los primeros en cargar contra el mal que suponía el tabaco. El que mandaba (un tal A. H.) tenía pensado prohibir el consumo y la venta del tabaco porque, precisamente, costaba demasiado dinero a las arcas alemanas.

Que nadie pretenda que estoy comparando a un genocida en toda regla a los gobiernos modernos (que se supone que no matan a nadie, al menos entre los suyos). Lo que sí pueden tener –y lo tienen- en común es el aspecto del miedo. Y es que todo sistema de propaganda (que siempre busca obtener un fin) se basa en este miedo para propagar las ideas. Ya en el Antiguo Testamento cierto dios de los judíos arrasaba ciudades y las entregaba “en anatema” (me encanta esta expresión) para que así los dioses contrarios, y por extensión los ciudadanos, temiesen el terrible poder del dios de los semitas.

Sí, dirán y no sin razón, los sistemas de propaganda han evolucionado y los mass-media han configurado un nuevo ecosistema mediático… que si los medios de comunicación privados, que si internet… ¿confrontación de la información? Este ministro nazi hablaba ya en aquellos tiempos del asunto de la redundancia, y mil veces famosa es ya la frase: “Una mentira mil veces repetida termina por convertirse en verdad”.

La frase es mil veces más evidente si, mentira o no, la frase es mil veces multiplicada por mil tras ser tenida como cierta por la opinión pública (como hacen ahora los medios de comunicación). Así, el clima general en los medios crea el miedo y una especie de paranoia colectiva que beneficia (como siempre) a los que han creado el bulo.

Reza el título del artículo “tabaquismo y muerte”… cambio, siempre cambio: cambio de los patrones que nos enseñaron y aprendimos de nuestros padres… Padre ahora el Gobierno que nos adoctrina en las buenas costumbres sanitarias porque, dicen, es su labor… propaganda porque, al final, toda prohibición persigue el beneficio de algunos… propaganda porque sólo el uso de la libertad individual y del pensamiento nos libera de esa mentira, ya mil veces propagada, convertida hoy en verdad.

Seguiré fumando, es cierto… y no menos cierto es que moriré… pero tampoco menos cierto es que todos lo haremos.

Al menos, yo lo haré eligiendo.

Tabaquismo y muerte

Martín Cid
Martín Cid
viernes, 19 de noviembre de 2010, 23:00 h (CET)
Hace apenas un mes ha salido a la venta un pequeño ensayo titulado Propaganda, Mentiras y Montaje de Atracción. Su autor (un tal Martín Cid, que casualmente también firma este artículo) analiza la propaganda política centrándose en el Ministro de Propaganda nazi Joseph Goebbels. De sus poco más de diez puntos en los que se basaba la propaganda nazi se puede extraer una fácil, y también evidente, conclusión: el miedo es el mejor aliado de los poderosos.

Así, podemos ver en la Historia cómo desde Julio César hasta los más recientes ejemplos –que prefiero no citar- los poderosos se hacen valer de este miedo para imponer sus ideas a los ciudadanos. Julio César, por ejemplo, cortaba un brazo a cualquier galo que se topase con sus poderosas legiones. No, no le mataba porque cortar el brazo era mil veces más efectivo: el galo contaba la hazaña y propagaba el miedo entre los suyos. César vencía por partida doble: su prestigio crecía y, seamos francos, un hombre con un solo brazo no podría plantear una batalla tan dura.

El libro que ahora acaba de salir a la venta me vino a la cabeza cuando escribía uno anterior sobre cultivadores de tabaco: Un Siglo de Cenizas. Investigando por ahí cayó en mis manos ciertas informaciones, entre ellas que fueron precisamente los nazis los primeros en cargar contra el mal que suponía el tabaco. El que mandaba (un tal A. H.) tenía pensado prohibir el consumo y la venta del tabaco porque, precisamente, costaba demasiado dinero a las arcas alemanas.

Que nadie pretenda que estoy comparando a un genocida en toda regla a los gobiernos modernos (que se supone que no matan a nadie, al menos entre los suyos). Lo que sí pueden tener –y lo tienen- en común es el aspecto del miedo. Y es que todo sistema de propaganda (que siempre busca obtener un fin) se basa en este miedo para propagar las ideas. Ya en el Antiguo Testamento cierto dios de los judíos arrasaba ciudades y las entregaba “en anatema” (me encanta esta expresión) para que así los dioses contrarios, y por extensión los ciudadanos, temiesen el terrible poder del dios de los semitas.

Sí, dirán y no sin razón, los sistemas de propaganda han evolucionado y los mass-media han configurado un nuevo ecosistema mediático… que si los medios de comunicación privados, que si internet… ¿confrontación de la información? Este ministro nazi hablaba ya en aquellos tiempos del asunto de la redundancia, y mil veces famosa es ya la frase: “Una mentira mil veces repetida termina por convertirse en verdad”.

La frase es mil veces más evidente si, mentira o no, la frase es mil veces multiplicada por mil tras ser tenida como cierta por la opinión pública (como hacen ahora los medios de comunicación). Así, el clima general en los medios crea el miedo y una especie de paranoia colectiva que beneficia (como siempre) a los que han creado el bulo.

Reza el título del artículo “tabaquismo y muerte”… cambio, siempre cambio: cambio de los patrones que nos enseñaron y aprendimos de nuestros padres… Padre ahora el Gobierno que nos adoctrina en las buenas costumbres sanitarias porque, dicen, es su labor… propaganda porque, al final, toda prohibición persigue el beneficio de algunos… propaganda porque sólo el uso de la libertad individual y del pensamiento nos libera de esa mentira, ya mil veces propagada, convertida hoy en verdad.

Seguiré fumando, es cierto… y no menos cierto es que moriré… pero tampoco menos cierto es que todos lo haremos.

Al menos, yo lo haré eligiendo.

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Reconstruir la confianza y modificar el estilo de movimientos, debe ser nuestro afán y desvelo. De entrada, me emocionan esas gentes que son forjadores de humanidad, que cultivan tanto el buen decir como el obrar, en su itinerario viviente. Andamos necesitados de ternura, pues activemos la corrección.

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