Para muchos aficionados, el cambio de estadio que realizó el mallorca en el año 1999 es uno de los grandes errores en la historia del club. En las últimas semanas el tema ha vuelto al primer término informativo tras unas controvertidas decisiones del ayuntamiento de Palma.
El antiguo estadio del Mallorca, el Lluís Sitjar, hace unos años que se encuentra en un estado de abandono lamentable. Las gradas que acogieron al primer equipo hasta el año 1999 y al filial hasta 2007 están desde entonces sin utilizar y, tras hablarse en los últimos meses de una venta al ayuntamiento para la construcción de un palacio de congresos en el solar, la situación dio un vuelco la semana pasada.
El consistorio anunció su intención de proceder al derrumbe del estadio en ruinas y la asociación de propietarios del Lluís Sitjar (un 30% pertenece al Mallorca) ha criticado la sorpresa de tal medida y la falta de diálogo. De un modo u otro, la situación no admite otra solución que no pase por el final de la la instalación, a pesar de algunas voces nostálgicas que apuestan por un regreso a ella.
El cambio de sede para el Mallorca se produjo poco después del último ascenso del club, en el año 1996, a primera división y fue producto de las mejoras obligadas por parte de la federación, sobre todo en cuestiones de seguridad en los accesos. En aquel momento se aprovechó el evento de la Universiada 1999 y la consiguiente construcción del estadio de Son Moix para llegar a un acuerdo con el ayuntamiento para hacer uso de él.
Se descartó pues la remodelación del Lluís Sitjar y, al igual que le pasó al Espanyol con Montjuïc, el Mallorca hace uso de una instalación municipal que no es de su propiedad. Desde entonces el estadio de Son Moix ha sido objeto de varias polémicas y descontentos. La mayor queja de los aficionados siempre ha sido la presencia de las pistas de atletismo entre el terreno de juego y las gradas que aumentan la gelidez del apoyo de la afición.
Siempre se ha hablado de la opción de quitar dichas pistas y colocar gradas suplementarias, tal y como estaba previsto desde un principio, pero nunca se ha llegado a concretar. Una buena opción habría sido la inclusión de Mallorca como subsede de la candidatura ibérica al mundial de fútbol de 2018, pero el ayuntamiento descartó presentar a la ciudad por falta de presupuesto en estos momentos.
De momento, el Mallorca sigue sumando temporadas en primera división, única categoría que ha disputado el equipo en el estadio de Son Moix, pero también continúa sufriendo los efectos heredados de una mala decisión. Lo peor, a mi modo de ver, es la sensación de vacío que dan las gradas del estadio con apenas 11.000 o 12.000 espectadores por partidos, cuando hay un aforo de 24.000. En un campo como el Lluís Sitjar se verían las gradas llenas.